La reciente visita del canciller iraní Mohammad Javad Zarif a Nicaragua ha sido interpretada como una decisión de Daniel Ortega de "huir hacia adelante" en un momento en que está siendo acosado por sanciones económicas internacionales, principalmente de Estados Unidos, ante el creciente deterioro de las libertades en el país que administra desde hace 12 años.
La lógica de Ortega parece ser "el enemigo de mi enemigo es mi amigo" al buscar acercamiento con Irán, un país que mantiene actualmente con Estados Unidos una tensa relación, que incluso podría derivar en un conflicto militar. Derribo de drones, sanciones económicas, una carrera armamentista nuclear y la retención de un buque petrolero de bandera británica, han encendido las alarmas en el golfo pérsico desde hace unos meses.
"Nosotros no tenemos que permitir que pongan obstáculos para el desarrollo de nuestros pueblos, de ambos, quienes estamos sufriendo de ese terrorismo económico impuesto por los Estados Unidos. El uso excesivo de Estados Unidos por el poder del dólar contra los pueblos ha hecho que muchos países estén dejando al lado el dólar en su negocio con otros países", manifestó en Managua el canciller iraní.
El ex embajador de Nicaragua ante la OEA y político opositor, Mauricio Díaz, considera que "otra vez estamos siendo usados como conejillos de India de las potencias contemporáneas". "La visita del canciller iraní se produce en medio de la disputa que mantiene la administración Trump con el mundo árabe, particularmente con Irán, por el tema del enriquecimiento de uranio para fines atómicos. Es un conflicto ajeno", se queja.
Dice Díaz que Irán está usando a Nicaragua para atizar las contradicciones de un conflicto mucho mayor en una región que está al borde de la guerra, y Daniel Ortega, por su parte, "nos mete en ese conflicto que no es del interés de Nicaragua, sino solo de él, de su familia o a lo sumo de su partido".
La vista del canciller Zarif se produjo dos días después de la celebración del 40° aniversario de la revolución sandinista que, a criterio de Mauricio Díaz, "fue un fracaso" por el aislamiento internacional que mostró. El asistente extranjero de mayor nivel en el evento fue Anatoli Bibílov, presidente y primer ministro de Osetia del Sur, un pequeño país fronterizo con Rusia, con 53 mil habitantes, que solo es reconocido por Rusia, Nicaragua, Venezuela y Nauru. "Con la visita del canciller iraní están tratando de demostrar que tienen relaciones con otros países de otras partes del planeta", dice Díaz.
Recuerda que Nicaragua "fue muy cercana a los ayatolahs en la década de los 80, cuando ambos países pertenecían al Movimiento de los No Alineados", aunque dice no entender cómo funciona esa relación con un país "que es más un sultanato que una democracia".
A inicios de la década de los 90, poco después de su primera derrota electoral, Daniel Ortega emprendió varias giras a los países árabes e Irán, con vistas a actuar como mediador en los conflictos de entonces. Aunque no logró su cometido, quedó de esa época una cercanía personal con el mundo árabe, principalmente con Libia y su presidente, el coronel Muamar el Gadafi.
En mejores tiempos del régimen nicaragüense, el entonces presidente iraní Mahmud Ahmadineyad asistió junto al presidente venezolano Hugo Chávez Frías a la primera reelección de Ortega, en enero de 2012. En esa ocasión Ortega calificó a la revolución iraní como "hermana gemela" de la revolución sandinista, y dijo que esa era la quinta ocasión en que se reunía con Ahmadieyad.
A pesar de las promesas de colaboración mutua que se han dado en cada ocasión, incluyendo esta última visita del canciller, la cooperación iraní hacia Nicaragua es más bien pobre. Según un informe del Banco Central de Nicaragua, la cooperación bilateral de Irán en estos últimos doce años es de apenas 1,2 millones de dólares.
Según el sociólogo y economista Oscar René Vargas, Ortega calcula que un conflicto en la región del Golfo Pérsico haría que el tema de Nicaragua pasara a un plano secundario en la agenda de Estados Unidos. Irán, por su parte, dice, hace esta visita como un "movimiento de distracción" en los que considera una jugada de ajedrez. "No es casualidad que viniera de Venezuela, porque también les conviene un conflicto en esa región por los mismos motivos", dice Vargas.
"Este acercamiento con Irán es un juego de "cartas abiertas", en el cual las dos partes se juntan para obtener alguna ganancia. Irán no tiene nada que perder y puede ganar algo: recibir el apoyo verbal de Ortega. Al final del día, Irán sacrificaría el apoyo a Ortega a cambio de un entendimiento con Estados Unidos. En cambio, Ortega gana poco y pierde mucho al involucrarse en el conflicto Irán- Estados Unidos. La lección que podemos extraer es que Ortega hace cualquier cosa con tal de tratar de mantenerse en el poder", señala el sociólogo.
El canciller Mohammad Javad Zarif llegó a Managua la tarde del domingo. Este lunes se reunió con los miembros de la Junta Directiva del parlamento, y en la tarde con Ortega. El tema de la cooperación económica dominó todas las intervenciones, sin que se produjera un acuerdo concreto.
"Hemos discutido sobre las vías y las formas de expandir las relaciones bilaterales, lo cual lo vamos a seguir conversando", apuntó Zarif.
Vargas considera que Ortega busca abrir una nueva fuente de financiamiento ante la abrupta caída de la cooperación venezolana y las sanciones económicas que enfrenta, aunque duda que Irán acepte ese papel dado su pobre historial como "padrino".
Mauricio Díaz va más allá. "Aquí se juega mucho con el ´bluff´", dice. "Se han firmado hasta convenios de mentira, con funcionarios de mentiras, de países de mentiras", agrega en alusión al "convenio marco de cooperación entre los pueblos y gobiernos de Nicaragua y la República Árabe Saharaui Democrática" que la Asamblea nacional firmó el 21 de julio de 2017. "Se burlan de nosotros", concluye.