(Video: Oscar Navarrete para Infobae)
Hace 40 años Dora María Téllez era una muchacha de 23 años. No era la muchacha común que sale con su novio, va a discotecas o se reúne para estudiar con sus compañeros de universidad. Téllez era a esa edad una comandante guerrillera del Frente Sandinista, jefa militar de unos 3000 hombres y mujeres, dirigía el Frente Occidental y el 19 de julio de 1979 avanzaba con parte de su tropa hacia Managua donde al día siguiente celebrarían el triunfo de la revolución sandinista.
El 19 de julio de 1979 una insurrección popular, encabezada por el movimiento guerrillero Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), derrocó la dictadura de Anastasio Somoza Debayle en Nicaragua, e instaló durante diez años un gobierno revolucionario que llevó al país a otra guerra civil.
"Lo que queda de esa revolución es la conciencia ciudadana. Todo el resto ha sido desmantelado por la dictadura de los Ortega Murillo", dice ahora Téllez desde el lugar donde se esconde por temor a las represalias de sus antiguos compañeros de armas.
Henry Ruiz es otra leyenda del sandinismo. Se le conoció como "Comandante Modesto", fue uno de los nueve todopoderosos comandantes de la Direcciona Nacional del Frente Sandinista y un guerrillero considerado mítico por los muchos años que pasó enmontañado.
Para Ruiz, lo de ellos fue una revolución que se quedó en el intento. "Nosotros no derrotamos al somocismo. La doctrina no la derrotamos", dice retirado ya de la vida política. "La revolución era para acabar con el somocismo. (Pero) Fuimos condescendientes con la corrupción que se daba en el gobierno, con el culto a la personalidad. Sobre el somocismo se montó el orteguismo. Daniel Ortega es un producto de lo que no fue la revolución".
Ambos ex guerrilleros señalan sin embargo lo que llaman "logros de la revolución". Para Dora María Téllez, quien fue ministra de salud en los años 80, un sistema de salud que abrió las puertas a todos y una Constitución Política "amplia en derechos políticos y sociales"; para Ruiz, la universidad pública y la Cruzada de Alfabetización que redujo drásticamente el analfabetismo en Nicaragua.
La democracia no estaba entre esos logros. "Curioso que no se usara esa palabra porque estábamos muy influidos por unas ciertas ideas políticas que miraban la democracia como pecaminosa a pesar que en los fundadores de la teoría revolucionaria es una palabra abundante", dice Ruiz.
Para Téllez, quien además tiene una maestría en Historia, es muy temprano para valorar si la revolución le hizo mal o bien a Nicaragua. "No es si hizo mejor o peor, es que la dictadura de los Somoza no dejó ninguna opción, ninguna posibilidad de resolver el problema de la dictadura de otra manera. Si hubiese habido esa posibilidad seguramente la hubiera tomado el pueblo nicaragüense, los jóvenes de aquella época la hubiésemos tomado. La lección más importante, y lástima que haya gente que simplemente no la aprendió, es que eso sucede si la puertas se cierran para una generación cuya tradición es que los problema de esa naturaleza se resuelven por la vía armada".
La ex guerrillera ve una conexión entre el espíritu que animó a la generación que derrocó a Somoza hace 40 años, con los jóvenes que iniciaron una rebelión cívica contra el régimen de Ortega desde abril del año pasado. "Lo que está planteando la inmensa mayoría de jóvenes que han participado en esta rebelión no es que haya un simple cambio de gobierno. Están demandando una sociedad con inclusión, una sociedad con oportunidades, con derechos ciudadanos, donde no sean los grupos pequeños de poder los que decidan todo lo que sucede en Nicaragua, al margen de los derechos del resto".
A Téllez no le extraña que el régimen de Daniel Ortega, uno de los principales líderes de aquella revolución se parezca tanto a la dictadura de Somoza. "No es inusual que líderes revolucionarios se conviertan en lo que era su oponente", dice. "Es el mismo fenómeno que sucede con hijos de padres violentos. Hay gente que se queja de que su papá lo mal mataba y termina mal matando a su hijos. Es el fenómeno de la reproducción de modelos. Daniel Ortega escogió el camino de reproducir el modelo de la dictadura de los Somoza, que es un modelo de pactos, de prebendas, de clientelismo político, de corrupción, de alineamiento institucional y un modelo de subordinación del Ejército y la Policía".
Henry Ruiz reconoce que la revolución que impulsaron "hizo aguas". La prueba del fracaso, dice, es la derrota electoral que sufrió el sandinismo en febrero de 1990 cuando doña Violenta Barrios de Chamorro derrotó a Daniel Ortega. Y lo demuestra, agrega, "esta dictadura desgraciada (la de Ortega)" que a su criterio es "la antítesis más horrible" de aquella revolución que quisieron impulsar en los años 80.
De aquel Frente Sandinista que impulsó la revolución "solo queda el esqueleto", dice Dora María Téllez. "Fue totalmente parasitado por el orteguismo y prácticamente despareció como partido político. Se transformó en un instrumento de la familia Ortega Murillo. Ya no existe".
Téllez cree que el Frente Sandinista deberá responder en algún momento por su participación como institución en la represión contra la rebelión de abril de 2018, que hasta ahora deja más de 300 muertos, según datos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
"Las casas del FSLN fueron usadas como sede de paramilitares, como cárceles clandestinas y como centros de torturas. Hay fotografías, evidencias, testimonios abundantes. Hay un involucramiento del Frente Sandinista como institución en la represión paramilitar", dice.
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