Por José Adán Silva
(Desde Managua) La captura de una excónsul nicaragüense en México cuando transportaba en su vehículo diplomático a tres cubanos indocumentados el pasado 23 de junio en Tamaulipas, es el más reciente capítulo de una serie de eventos internacionales que llaman la atención sobre el repentino interés del gobierno de Nicaragua en promover la migración cubana con supuestos fines turísticos.
A Namibia del Socorro Fuentes González, nicaragüense que había prestado servicios diplomáticos por seis años en México, su gobierno le dio la espalda tras ser atrapada con los cubanos en una aparente operación internacional de tráfico de migrantes.
En una postura abiertamente de castigo disciplinario, la administración de Managua aclaró a la de México que le había retirado el estatus diplomático a la mujer desde febrero de 2019 por "irregularidades en sus funciones" y solicitaron a las autoridades mexicanas "aplicar las leyes pertinentes".
Apenas un mes antes, la cantidad de migrantes originarios de la isla detenidos en México había logrado la suficiente fuerza como para generar varios motines que dejaron decenas de heridos, decenas de fugas y cientos de deportaciones hacia La Habana.
El episodio de la captura de la ex funcionaria diplomática con migrantes cubanos abre las sospechas de que detrás de la apertura de las fronteras nicaragüenses a La Habana se ocultan otros intereses.
Desde el ascenso al poder del ex guerrillero Daniel Ortega en 2007, el discurso oficial ha vendido a la seguridad de Nicaragua como "un muro de contención" y "el país más seguro de Centroamérica" ante las diversas expresiones del crimen organizado.
En diciembre de 2015, cuando más de 3.000 migrantes cubanos llegaron a la frontera sur de Nicaragua desde Costa Rica, Managua hizo honor a su propaganda de "muro de contención": soldados y policías fueron enviados a la frontera, hubo disparos, gases lacrimógenos y despliegue de helicópteros y vehículos militares recorriendo las fronteras.
El "muro de contención" que cerró aquella vez las fronteras, se agrietó inesperadamente el 23 de enero de 2019, cuando Nicaragua flexibilizó las condiciones para otorgar visas de turistas a los cubanos.
Investigaciones periodísticas del diario La Prensa de Nicaragua, estimaron que en promedio viajan desde La Habana y Sudamérica hacia Managua unos cien cubanos por día.
En mayo pasado, la directora de promoción y mercadeo del estatal Instituto Nacional de Turismo de Nicaragua, Ana Carolina García, reveló a la televisión oficialista que las visitas desde la isla aumentaron luego de que la aerolínea venezolana Conviasa iniciara una ruta La Habana-Managua-Caracas tres veces por semana.
Y hasta mayo, según el dato oficial, un poco más de 5.000 cubanos habían ingresado a Nicaragua, supuestamente atraídos por la belleza de sus 21 estructuras volcánicas. Un año atrás, en 2018, la cifra de turistas desde ese destino fue de 566.
Sin embargo, la presidenta de la empresarial Cámara Nacional de Turismo de Nicaragua, Lucy Valenti, en declaraciones a la prensa este junio dijo que de la citada cifra oficial de turistas caribeños no tenían una certeza de su destino: "Nosotros hemos hecho averiguaciones, hemos preguntado a los hoteles, restaurantes y turoperadoras si han visto a esos cubanos y nadie sabe dónde se están quedando, nadie lo sabe".
Ni en el aeropuerto internacional, ni en las oficinas de Migración y Extranjería y tampoco en las oficinas de Conviasa en la terminal aérea, se da información del destino de los visitantes de la isla.
Informantes del aeropuerto internacional explicaron que antes de esta apertura aérea, los vuelos de Conviasa desde La Habana llegaban haciendo escala en Caracas, Venezuela, con uno que otro diplomático, un residente o un algún funcionario en misión oficial.
Le decían la ruta del desvelo: llegaba a medianoche con ocho o diez tripulantes y unos pocos pasajeros. A veces solo con la tripulación y algunos venezolanos en ruta a Estados Unidos.
Mientras tanto, la migración ilegal atravesaba puntos ciegos de la frontera sur de Nicaragua.
Migrantes cubanos que fueron detenidos por Migración nicaragüense y llevados al albergue para extranjeros, denunciaron que pagaban hasta 150 dólares para ingresar desde Costa Rica y otro tanto para llegar hasta la frontera con Honduras, en ruta al "imperio", como suelen llamar los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela a Estados Unidos.
Así estuvo funcionando el tránsito hasta 2018, pero con la nueva ruta todo ha cambiado: los cubanos compran el boleto en La Habana y pagan 30 dólares de visa, una vez en Nicaragua pagan 10 dólares de una tarjeta de turismo y se les permite circular libremente por 90 días.
Vienen entre 80 y 90 pasajeros en el vuelo 7701 de Conviasa desde La Habana en sus tres frecuencias semanales: lunes, miércoles y viernes entre las 6:50 y 7:15 pm. De otros vuelos nocturnos desde Sudamérica, vienen en promedio entre 30 y 40 pasajeros cubanos al día.
Los migrantes de la isla suman aproximadamente 520 por semana y los vuelos de regreso salen casi vacíos: 30 como máximo, en ocasiones 20 y hasta 10 en un solo vuelo.
Una vez en Nicaragua, cada quien busca cómo irse por sus medios y en los estacionamientos del aeropuerto se notan vehículos con placas de los departamentos de Chinandega y Nueva Segovia, fronterizos con Honduras.
Ellos se disputan los pasajeros con taxis privados y uno que otro vehículo particular o con placa diplomática llega a traer pasajeros especiales, bajo la mirada atenta de policías, soldados del Ejército de Nicaragua con perros entrenados y civiles con radio comunicadores que forman parte del anillo cotidiano de seguridad de la terminal aérea de Managua.
Marcos y Carlos. Son de "algún lugar de La Habana" y van a intentar llegar a Estados Unidos. Son parientes, con familias en Cuba y en Florida. Marcos anda arriba de los 40 años y Carlos supera los 30. "Somos jóvenes y fuertes aun", dicen riendo. Aterrizaron a las 6.47 de un miércoles de abril en Managua y lo primero que sintieron fue una ráfaga de aire caliente y seco que les recordó las tardes de La Habana.
Han invertido mucha plata en este viaje, pero van a tratar de hacer las cosas correctamente. "Si hay que pedir visa para salir a Honduras, Guatemala y México, vamos a hacerlo, no queremos ir en ninguna caravana y tampoco por lugares prohibidos. Si llegamos, será de manera correcta, si no, regresamos a Nicaragua".
Ahora habla el menor de los dos. Si bien la meta es llegar a Estados Unidos, trabajar fuerte y enviar dinero a la familia, no descarta, en caso que se haga imposible, buscar vida en Panamá o Costa Rica, con un estatus legal. A Nicaragua regresarían a vivir solo si Daniel Ortega se fuera del país, "porque regresar a Nicaragua con Daniel, sería como regresar a Cuba con Fidel…".
La historia es la misma que la de unas 80 personas que viajaron con ellos de Cuba a Nicaragua. Aprovecharon la oportunidad del vuelo directo y, con ahorros de las remesas enviadas desde Florida, lograron reunir el dinero y reservar sus boletos.
El especialista en relaciones internacionales y académico universitario Ricardo de León Borges analiza posibles razones que podrían esconderse detrás de la política migratoria de Managua ante La Habana.
¿Obtiene Nicaragua dinero de esa migración? Muy poco: salvo algunos ingresos por trámites de visas y cobros de permisos de turismo. "Los cubanos no tienen una vida muy ostentosa. Sus salarios son bajos. Más bien creería que de ser una estrategia gubernamental sería para que pasen a otros países y no queden en Nicaragua, pero obtener algún dinero de los cubanos sería casi imposible de pensarlo", dice. Según de León, el turismo de cubanos hacia el exterior es prácticamente inexistente, por ende, no conlleva ningún rédito económico. Pero hay un ahorro: antes de 2015, Nicaragua gastaba millones de dólares en vigilancia para tratar de contener el flujo de migrantes desde el sur. Si bien las políticas de contención siguen vigentes, ahora hay miles de migrantes menos que contener.
Pero León Borges no cree que haya motivaciones económicos suficientes del gobierno nicaragüense. "Más bien, pensaría que el movimiento migratorio de cubanos es un movimiento natural de personas desesperadas por salir de un país en ruinas, gobernado por una dictadura de partido único, que buscan llegar al 'sueño estadounidense' como muchos otros latinoamericanos y caribeños y Nicaragua lo permite mientras no se queden en su territorio".