Ataques y saqueos a iglesias en Nicaragua: el régimen de Daniel Ortega revive su pelea de los 80

En las últimas semanas, templos religiosos donde se realizaban misas en honor a los asesinados por la represión orteguista fueron rodeados, apedreados y saqueados

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La policía y las turbas
La policía y las turbas que responden al régimen de Ortega atacaron y saquearon iglesias en los últimos meses

El asedio y ataque a los templos donde se celebran misas en honor a los asesinados hace un año, abre un nuevo capítulo en la represión que el régimen de Daniel Ortega mantiene contra los opositores y revive la vieja batalla que lo ha enfrentado a la Iglesia católica.

La última semana, una decena de iglesias fueron asediadas y agredidas por turbas que se identifican con Ortega, manchadas con pintas ofensivas, rodeadas por la policía, y en algunos casos apresados algunos de sus feligreses. Sucedió en las dos principales catedrales de Nicaragua, la de León y Managua, y en varias de las iglesias de Masaya.

Sucede que la rebelión ciudadana cumplió un año en abril pasado. Entre ese abril y octubre del 2018 murieron más de 300 personas según los datos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), como consecuencia, principalmente, de la represión que Ortega desató contra las protestas. La tradición católica dicta la celebración de misas por sus almas al cabo de un año. Por ello casi todos días hay misas, de uno, dos o más difuntos.

La periodista Amalia del Cid estuvo el sábado 15 de junio en la catedral de León, cuando celebraban la misa del monaguillo Sandor Dolmus, un adolescente de 15 años que recibió un disparo de francotirador hace un año, en las calles de León.

Policías y manifestantes orteguistas rodearon
Policías y manifestantes orteguistas rodearon desde temprano la catedral de León el 15 de junio cuando se celebraba la misa por un monaguillo asesinado hace un año. (Gentileza: La Prensa/Nicaragua)

"Desde temprano la Policía tenía rodeada la zona, pero quienes nos agredieron fueron las turbas del Frente Sandinista, a la vista y paciencia de la Policía. Al finalizar la misa encendieron sus parlantes y pusieron música a un volumen ensordecedor, para que las personas que gritaban "justicia" dentro de la catedral no pudieran escucharse ni a sí mismas. Pusieron esa canción que dice 'aunque te duela, Daniel se queda' y entonces la gente empezó a cantar el Himno Nacional", relata la periodista.

Del ruido pasaron pronto a la agresión. Piedras, hielo, botellas y canicas comenzaron a llover contra la catedral. Adentro, el ambiente pasó de la tensión al pánico. "La gente comenzó a gritar y a correr en estampida", cuenta la periodista. "Me empujaron hacia el altar mayor y por un momento pensé que la multitud me iba a aplastar; pero me hice en una esquina y desde esa tarima vi a las personas que corrían despavoridas y las piedras que rebotaban dentro del templo, como cuando las tirás sobre la superficie de un lago. También miré a la madre de Sandor Dolmus. Doña Ivania. Ella no corría. Se quedó quieta, cerca del altar, con la mirada fija en nada. Me acerqué para hablarle pero apenas me respondió. Pensé en ella y sentí rabia, impotencia, tristeza. A un año del asesinato de su hijo, el mismo partido político profanaba con violencia la misa y la memoria del muchacho, un adolescente. Era la canallada de las canalladas".

Al padre Edwin Román, cura párroco de la Iglesia San Miguel Arcángel de Masaya, le parece "Insólito" y "ridículo". "Están haciendo el ridículo. Llegar a un templo a rodearlo y después apresar a los que salen. Es insólito. Los fieles y los sacerdotes llegamos a las parroquias a celebrar misa, un culto a Dios y la gente viene para orar por los difuntos, por los que fueron asesinados. No se lleva bombas, no se lleva armas ¡van a celebrar misa!", dice.

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Policías y manifestantes rodean la iglesia de Masaya (La prensa)

Vieja herida

Los recientes ataques a las iglesias reviven el viejo enfrentamiento entre el sandinismo y la Iglesia Católica. Durante la década de los 80, el gobierno sandinista expulsó del país a diez sacerdotes y a un obispo. La Seguridad del Estado, la policía secreta sandinista, armó incluso tramas novelescas para desacreditar sacerdotes.

El 11 de agosto de 1982, monseñor Bismark Carballo, vocero de la Conferencia Episcopal, fue invitado a almorzar a la casa de Maritza Castillo, quien en realidad era miembro de la policía secreta sandinista que se hacía pasar como feligresa. Minutos después entraría Alberto Téllez Medrano, un falso esposo celoso de Castillo, quien pistola en mano, golpeó y sacó desnudo al padre acusándolo de ser amante de Castillo. Afuera, estaban dispuestas convenientemente cámaras de la televisión sandinista para filmar y difundir el bochorno.

El Padre Erick Alvarado, vicario
El Padre Erick Alvarado, vicario de la parroquia Jesús de la Divina Misericordia de Managua, muestra los destrozos y los impactos de balas de grueso y mediano calibre cuando fue asediada por paramilitares el pasado viernes 13 de julio cuando estudiantes de la UNAN se refugiaron en este templo católico.(Oscar Navarrete)

Años más tarde, y ya fuera del poder, pero buscando como regresar a él, Daniel Ortega pidió perdón a la iglesia. "Nos equivocamos, cometimos muchos errores y atropellamos a figuras tan respetadas de la Iglesia", dijo el 7 de julio de 2004, en un discurso que dirigió en la ciudad de Jinotepe. Y un par de años más tarde, en campaña electoral, insistió: "Atropellamos a figuras tan respetadas como monseñor Carballo, a quien ahora le ofrecemos un perdón en público para que no quede duda de nuestra sincera aceptación de esos desaciertos".

Lenín Cerna, jefe de la
Lenín Cerna, jefe de la Seguridad del Estado (policía secreta sandinista) en los 80, se abraza con Monseñor Bismarck Carballo años después del escándalo. (La Prensa/Nicaragua)

Pero Ortega olvidó sus arrepentimientos tan pronto comenzaron las protestas. El 20 de abril de 2018 la Catedral de Managua fue invadida por simpatizantes del gobierno que agredieron a los estudiantes que se refugiaban dentro del templo. Varias iglesias fueron saqueadas, algunos sacerdotes, como el padre Román fueron agredidos, y otros tuvieron que marchar al exilio para protegerse.

Si alguna duda quedaba del origen al ataque a la iglesia, Ortega la aclaró en diciembre pasado. "Yo sé quiénes estaban detrás de los tranques, alentando los tranques, es decir, alentando los crímenes, que por principio, como cristianos, como pastores debían rechazar totalmente" dijo en agrio discurso donde lamentó las sanciones internacionales a su gobierno. "No tienen nada de cristianos y actúan con una mentalidad terrorista, criminal, se sumaron alegremente al golpe terrorista y criminal".

Una señora se desmaya en
Una señora se desmaya en catedral de León

El lunes 17 de junio pasado, los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua se reunieron para analizar esta nueva ola de ataques. Sin embargo, no lograron consenso para condenar los ataques de turbas y policías. No hubo escrito de condena.

"Tratamos el problema de esta violencia sobre ciertos templos y la politización que se ha venido dando de la manifestación, y sobre todo como la policía está queriendo ahogar la manifestación del pueblo. Preventivamente rodea los templos y prácticamente no permite que la gente ingrese. Como Conferencia, no llegamos a una definición concreta para hablar de todo eso", informó el Obispo Abelardo Mata, vocero de la Conferencia Episcopal, quien a título personal reconoció el acoso del gobierno: "El gobierno a través de la institución policial y otros grupos afines a intensificado la persecución a nuestros feligreses, atemorizándolos con filmaciones, fotografías, agresiones verbales y físicas y con asedio a los templos en plena acción litúrgica, en lo que constatamos graves violaciones al ejercicio de la libertad de culto del que habla el artículo 29 de la Constitución de Nicaragua".

El padre Edwin Román, cercado
El padre Edwin Román, cercado por paramilitares y simpatizantes sandinistas en una iglesia de Diriamba. AFP

El padre Román dice que hay una "campaña de desprestigio" desde el gobierno. "Hay calumnias. Montajes. Nos han dicho golpistas, terroristas, asesinos", dice. "No sé, tal vez quisieran que la iglesia estuviera a la par de la opresión. En la historia de la iglesia siempre ha habido esos enemigos. Pero en estos tiempos de persecución la iglesia se fortalece".

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