Mientras el mundo miraba horrorizado la caída de las torres gemelas en Nueva York, Estados Unidos, el 11 de septiembre de 2001, el entonces canciller nicaragüense Francisco Xavier Aguirre Sacasa firmaba en Lima, Perú, la Carta Democrática de la organización de Estados Americanos (OEA). Esta carta podría sacar a Nicaragua del organismo regional el próximo mes de junio.
La reunión de cancilleres para discutir la aplicación de la Carta Democrática a Nicaragua si se considera que en este país se rompió el orden democrático, es una de las tres espadas que penden sobre el cuello del régimen de Daniel Ortega, que a criterio de Aguirre Sacasa, se ejecutarán en junio. Las otras dos son el fin del plazo que el gobierno acordó con la oposición para liberar a todos los presos políticos y el informe que debe rendir el Departamento de Estado de Estados Unidos ante su Congreso sobre la situación política nicaragüense.
Aguirre Sacasa, 74 años, es un político liberal nicaragüense. Durante 28 años fue funcionario del Banco Mundial, luego embajador de Nicaragua en Washington y Canciller de la República.
En esta entrevista conversamos sobre el estado de la negociación política en Nicaragua y los escenarios que se avecinan. Para el ex canciller, la intención de reelegirse del presidente estadounidense Donald Trump es un factor clave para analizar lo que sucederá con Nicaragua. "Trump necesita victorias para ganar los votos de la Florida", dice. Y si no es Venezuela su victoria, podría ser Nicaragua, considera.
-¿En qué estado ve usted la negociación que sostiene el gobierno de Daniel Ortega con la oposición para resolver la crisis de Nicaragua?
-En grave peligro de fracasar.
-¿Por qué?
-Porque veo que el gobierno no comparte el mismo objetivo que la Alianza Cívica (oposición). Yo veo a dos negociadores que no quieren cerrar el trato. Uno de ellos, el gobierno, está utilizando este diálogo como una suerte de escudo para la comunidad internacional que ve el diálogo como la solución al problema político nicaragüense, y tal vez no tienen claro el objetivo del diálogo. Ellos se conforman con que estén sentados los miembros y esperan que salga algo bueno de eso. Pero Daniel Ortega no anda en ese plan.
-¿Cuál sería el plan de Daniel Ortega?
-Tiene el objetivo de hacer goma de mascar este proceso. De mantenerlo vivo a toda costa. Insistir que si no hay reuniones es porque la Alianza Cívica no llega porque él siempre está dispuesto a ser un dialogante. El cree, tal vez, equivocadamente, que con solo eso la comunidad internacional va a decir que se está resolviendo el problema de Nicaragua. Es una visión ingenua.
-Si usted, hipotéticamente, fuese asesor del equipo negociador del gobierno, ¿cuál sería su consejo?
-Lo primero que haría es reconocer la habilidad que ha tenido al manejar esto. Le diría al gobierno que valore con mucho la correlación de fuerzas internacionales porque ahí es donde está el peligro para el régimen.
-¿Qué le diría que haga?
-Seguiría sentándome, mostrando voluntad de negociar, continuando con el esquema actual, pero de cara a los peligros internacionales que el gobierno tiene. Y veo sumamente peligroso el juego para Daniel (Ortega) en Washington. En parte porque el presidente Trump, un presidente muy poco convencional, se está preparando para una reelección, en un ambiente muy agitado para su país y necesita victorias. Victorias que vayan a tener un impacto en el voto en el estado de la Florida, que es el tercer estado en cuanto a votos electorales en Estados Unidos, y sin el cual Trump no puede ganar un segundo periodo en la Casa Blanca.
-Al revés: si lo buscara de la Alianza Cívica como asesor, ¿qué les diría que están haciendo bien y qué haciendo mal?
-Que no estudiaron bien los instrumentos básicos de la negociación y que tienen que dedicarle mucho más estudio al problema. Ellos tienen que pensar por sí mismos y no estar actuando como agentes de otras fuerzas que a lo mejor no conocen el juego político nicaragüense. Tienen que negociar en el mundo en qué están operando y no en el mundo en que algunos agentes, que a lo mejor ni siquiera son nicaragüenses, les sugieran a ellos.
Acordaron una agenda de trabajo y objetivos que le permitieron a Daniel Ortega y a sus operadores tener una salida para prolongar esto. De tal forma que esta cosa pudiera, sino es por el mes de junio que lo tenemos encima, convertirse una versión nicaragüense de las conversaciones de estadounidenses de Vietnam. Daniel Ortega está jugando a hacer esto un proceso eterno y de alguna manera escudarse de las sanciones. Cuando Daniel Ortega le pide a los de la Alianza Cívica que le digan a la comunidad internacional que deben retirar las sanciones, revela que esas sanciones son su punto débil para él, su familia y para su argolla [círculo cercano]. Ahí cometió un gran error. No puede volver a revelar sus debilidades.
-La retórica del régimen usa mucho el insulto, la descalificación y la ofensa. ¿Usted diría que es parte de su estrategia o solamente alguien que perdió la pose?
-Son exabruptos. Por eso los censuro. Lo que hace es crear la sensación de estar acorralado, de que perdió, que está con el agua al cuello. Le resta credibilidad a la posición del gobierno. Él tiene su momento de lucidez y su momento de pasión. Ese argumento que las sanciones de alguna manera están castigando al pueblo tiene resonancia en algunos países del primer mundo. Las sanciones no tienen buen record en la historia del mundo. Muchas veces no funcionan o son muy lentas.
-Usted dice que Ortega usa el diálogo como escudo para evitar las sanciones. Pero las sanciones siguen avanzado. O sea, no le ha servido de mucho.
-Y tan es así, que él ha cometido el error de condenarlas. Las última ronda de sanciones, la que más ha golpeado a el gobierno ha sido la aplicación de la Magnisky Act a su esposa, la vicepresidente, a su hijo y al Bancorp, porque en el momento en que el Bancorp es incluido en las sanciones ya no solo le están haciendo la vida incomoda a personas que llevan tu sangre, le están cerrando el acceso a su capital y a poder moverlo. Básicamente existe un corralito alrededor del Bancorp. Y ahí hay por los menos 250 millones de dólares en activos líquidos que yo creo que lo maneja a su discreción absoluta la familia Ortega Murillo.
-¿Por qué dice que junio será un mes decisivo en la crisis de Nicaragua?
-Porque tres cosas están en el calendario de junio. Una de la cuales Daniel Ortega y Rosario Murillo manejan totalmente: la liberación de los presos políticos. El gobierno le pidió a la Alianza Cívica 90 días para liberar a los presos políticos, una acción que debería haber hecho, para mostrar buena fe, en un mes. Máximo. Cuando llegue esa fecha límite, que algunos dicen es el 18 de junio, si Daniel Ortega no suelta a todos esos prisioneros de conciencia va a haber una reacción fuerte por parte de la comunidad internacional. Las otras dos son más problemáticas: una es la reunión de los cancilleres de la OEA. La aplicación de la Carta Interamericana. Yo veo que se está manejando con mucha celeridad por los Estados Unidos y por una gran mayoría de los países de las Américas, como Brasil, Canadá, Argentina y Colombia. Están haciéndole la cama a esa reunión de cancilleres donde yo creo que se van a reunir los 24 votos que se necesitan para sacar a Nicaragua del sistema interamericano, porque ya nadie podrá decir que aquí no hay una ruptura en el orden democrático, que es uno de los conceptos básicos de la Carta Democrática. Ahora si no logran esos 24 votos va a ser una gran derrota para Estados Unidos y su diplomacia.
-Dice que son tres los eventos de junio. ¿Cuál es el tercero?
-Es el informe que tiene que entregar el departamento de Estado (de EEUU) y el Tesoro al Congreso informando cómo va la situación política, de derechos humanos y de corrupción en Nicaragua.
-¿Que podría pasar después de junio?
-Hay varios escenarios. Podría perderse el interés en Nicaragua. Nicaragua no es Venezuela. Somos seis millones aquí versus 30 millones en Venezuela. Aquí no producimos ni un barril de petróleo y ellos tienen la reserva más grande del mundo. Eso le encantaría a Daniel Ortega. Ahí llegaríamos rápido a una situación como la de Venezuela. Otro escenario es que la comunidad internacional, con Estados Unidos como país líder, digan: "Bueno, parece que no han entendido. Vamos a ampliar el número de personas que van a ser afectados, de la argolla".
-Está también el factor Venezuela. Lo que suceda allá tiene que ver mucho con lo que pase en Nicaragua.
-Venezuela está convirtiéndose en una máquina de frustraciones. Esas frustraciones se podrían ventilar en el contexto nicaragüense y no en el venezolano. Para el señor Trump lo esencial es obtener victorias y no perder la Florida. Para Trump lo más importante es la Florida, los 28 o 29 votos electorales que tiene la Florida. Él sabe que no vuelve a la Casa Blanca en el 2020 y quién sabe qué futuro tendría si no gana la Florida. Si no funciona Venezuela, hará más presión sobre Nicaragua.
-Nicaragua es una plaza más fácil.
-Mucho más fácil. Acordate cuál fue la primera acción de Reagan: (invadir) la isla de Grenada, una islita del Caribe.
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