La verdad detrás de la "fiesta racista" que le costó el empleo a una editora de Vogue Brasil

Algunas expertas de moda señalaron que Donata Meirelles utilizó a mujeres disfrazadas de "esclavas" para recrear una escena exótica. Pero la realidad no era lo que parecía

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Las imágenes de la celebración provocaron un escándalo que le costó caro a la editora (Foto: Twitter @bronze_bombSHEL)
Las imágenes de la celebración provocaron un escándalo que le costó caro a la editora (Foto: Twitter @bronze_bombSHEL)

La fiesta por su cumpleaños número 50 en Salvador de Bahía, Brasil, se convirtió en un momento que le cambió la vida negativamente a Donata Meirelles, ex editora de la edición brasileña de la revista Vogue.

Lo que en un principio fue una celebración se convirtió en el motivo que la obligó renunciar a su trabajo debido a la polémica generada por las imágenes del evento, pues fueron señaladas de racistas.

La controversia comenzó cuando Shelby Ivey Christie, una ex colaboradora de la revista Vogue, compartió en Twitter las fotos de la fiesta, afirmando que tenían una "temática muy desagradable".

"Parece que es una temática amo-esclavo. Mucamas (esclavas de la casa), que eran claramente de complexión más oscura, se plantearon como accesorios junto a los invitados", denunció esta experta en moda neoyorquina.

Sin embargo, las mujeres que la tuitera señaló como "mucamas" son, en realidad, baianas, mujeres que venden acarajé y otros manjares de la cocina afro-bahiana y que constituyen uno de los símbolos más conocidos de la cultura Candomblé. Las baianas a menudo aparecen en eventos oficiales de Salvador de Bahía y las fotos de este tipo son comunes en esas reuniones, generalmente en un contexto de respeto y admiración intercultural.

No obstante, Stephanie Ribeiro, columnista de la revista Marie Claire, se sumó a las acusaciones en contra de Meirelles y calificó la fiesta como una "demostración del peor y pervertido racismo". Según la interpretación de Ribeiro, las mujeres fueron utilizadas como objetos para recrear una escena exótica.

En entrevista con The Guardian, Ribeiro aseguró que el evento "es una reminiscencia del colonialismo y romantiza esos tiempos. Estaban recreando una imagen donde los blancos son superiores y los negros son deshumanizados".

Pero el periodista Raphael Tsavkko Garcia aseguró en un artículo para el sitio Quillette que la selección de fotos de Shelby Ivey Christie fue engañosa, pues otras imágenes muestran a las baianas sentadas en la misma silla.

Explicó que comparar la vestimenta de las baianas con los uniformes utilizados por las esclavas de tiempos lejanos es una irrespetuosa distorsión del rol cultural moderno de las baianas. Insistió en que las mujeres no se sintieron ofendidas y que, de hecho, algunas de ellas pidieron a las autoridades investigar a quienes cuestionaron su papel en la fiesta, pues temían perder sus empleos.

Así, en un documento firmado por representantes de varias instituciones relacionadas con la lucha contra el racismo, se informó que el Ministerio Público de Trabajo declaró que no era posible interpretar la contratación de baianas "como un acto de subalternización de la mujer negra".

Según Quillette, quienes se ofendieron al ver a las mujeres como "esclavas" parece que "no entienden la cultura local", pues son personas lejanas a Salvador de Bahía, por lo que llamó a la controversia como un "falso escándalo".

Además, remarcó que quienes difundieron que las baianas fueron tratadas como esclavas ni siquiera buscaron su versión. Días después, las mujeres pudieron hablar con el medio brasileño BNews.

"Nosotras como Baianas de Acarajés somos anfitrionas, ese es nuestro trabajo, dar la bienvenida en hoteles, en eventos, en varios lugares. Ahora nos llaman mucamas, esclavas. No somos esclavas, somos trabajadoras, este (caso de racismo) nunca existió, fuimos contratadas para trabajar en la recepción, nadie nos impuso ropa, nadie dijo que tendríamos que estar de pie de un lado y la otra en el otro para que alguien se sentara a tomar una foto".

Explicaron que la foto con la ex editora de la revista simplemente pasó, y la gente malinterpretó "desde su perversidad para denigrar la imagen de otros. Estamos tristes sobre esto porque no es lo que pasó. Nunca nos someteríamos a tal papel".

Pero el daño ya estaba hecho. Donata Meirelles renunció a su trabajo después de 7 años y ofreció disculpas en Instagram, aunque luego borró la publicación.

La edición de Vogue Brasil también publicó un comunicado al respecto donde manifestaron lamentar lo ocurrido, esperando que el debate haya servido de aprendizaje.

"Nosotros creemos en acciones afirmativas y propositivas y también que la empatía es la mejor alternativa para la construcción de una sociedad más justa, en que las desigualdades históricas del país sean debatidas y enfrentadas", explicaron.

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