Nota publicada por RFI
El objetivo de estos migrantes, que huyen del crimen y de la falta de oportunidades, es llegar primero a Guatemala, luego a México e incluso a Estados Unidos. Salir en grupo es la esperanza de escapar de la pobreza, la extorsión y la violencia por este peligroso camino que atraviesa América Central.
Bajo un aguacero, más de 500 hondureños, según estimaciones de periodistas, salieron de la central metropolitana de transporte de San Pedro Sula, 180 km al norte de Tegucigalpa, hacia las 19:00 locales (01:00 GMT).
Antes de que emprendieran el viaje, conversaron con las enviadas especiales de RFI.
Apoyados contra un muro de la estación, unos jóvenes esperan. Uno de ellos, un electricista de 24 años decidió pasar toda la noche para salir con la caravana, anunciada con las primeras luces. Explica que para él, el viaje es una apuesta. "Es un poco 50-50: te quedas ahí o te vas a casa. Tienes que arriesgarte. No hay trabajo en este país. Nada. Por eso decidí caminar con la caravana, para encontrar otro país, otro sueño", explica a RFI.
Una madre también ha decidido dar el paso. "Donde me salga chamba [trabajo] ahí me quedo, porque este país no sirve: no hay trabajo, no hay nada. Entonces, uno tiene que superase por los hijos. Tengo 40 años y nadie me da trabajo. Para toda esta gente que está aquí es lo mismo. Entonces hay que arriesgarse", asegura.
Algunos apuntan hacia Estados Unidos, otros probarán suerte en México. "Este año terminé de graduarme en Mecánica Industrial y luego me avisaron de la caravana y decidí salir con ellos para arriba. Lo que puedo hacer en Estados Unidos, lo puedo hacer en México", cuenta un joven.
Para otros, la dificultad de volver a Honduras en caso de lograr entrar a Estados Unidos pesa demasiado en la balanza. "Vivo bien, gracias a Dios. No soy rica, pero vivo y no me falta de nada. Tengo hijos, una familia. Cuando vamos allí, si puedes pasar, no es fácil volver", argumenta una madre que dice entender a quienes emprender este viaje incierto.
Alrededor de 13.000 hondureños han partido en estas caravanas, de los cuales 7.270 han retornado a su país, según la cancillería. Once hondureños han muerto, el último un joven de 23 años que se separó del grupo y fue arrollado por un tren en México.
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