La pobreza extrema afectó al 10,2% de la población de América Latina en 2017, el peor dato desde 2008, como consecuencia del débil desempeño de las economías regionales, estimó este martes un reporte de la Cepal.
"La proporción de personas en situación de pobreza extrema continuó creciendo, siguiendo la tendencia observada desde 2015", dijo la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) al presentar en Santiago su reporte anual "Panorama Social de América Latina".
La tasa de pobreza extrema pasó del 9,9%, de 2016, al 10,2% de la población en 2017, equivalente a 62 millones de latinoamericanos, mientras que la tasa de pobreza -medida por ingresos- se mantuvo estable, en un 30,2% de la población, equivalente a 184 millones de personas.
"Aun cuando la región logró importantes avances entre la década pasada y mediados de la presente, desde 2015 se han registrado retrocesos, particularmente en materia de pobreza extrema", alertó Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva del organismo regional de las Naciones Unidas, quien, frente a los desafíos que se enfrentan, llamó a impulsar políticas públicas complementarias de protección social e inclusión laboral y redistributivas en materia de ingresos.
"El magro desempeño de la región en los años recientes, sumado al débil ciclo económico, constituyen un llamado a desarrollar y fortalecer las políticas públicas de protección social y en el ámbito del mercado de trabajo, abarcando fundamentalmente medidas de inclusión social y laboral, y políticas redistributivas en materia de ingresos", asegura la Cepal en su informe.
Uruguay, de acuerdo con las estimaciones de la Cepal, es el país que registra un menor porcentaje de pobreza, con un 2,7% de su población viviendo en esta condición. Lo sigue Chile, con un 10,7%; Costa Rica, con 15,1%; Panamá, con 16,7%; la Argentina, con 18,7%; y Brasil, que sale de una recesión, alcanzó una tasa del 19,9%.
La Cepal, que no entrega datos sobre Venezuela porque no cuenta con colaboración del régimen de Maduro, detalló que los países donde la pobreza es más baja son los de menor pobreza extrema: la Argentina, Chile, Costa Rica y Uruguay tienen tasas de pobreza extrema por debajo del 5%. Brasil, Ecuador, El Salvador, Panamá, Paraguay, Perú y la República Dominicana se sitúan entre el 5% y el 10%, mientras que el resto de los países tienen tasas de pobreza extrema por encima del 10%.
Los países que más redujeron la pobreza entre 2015 y 2017, según el documento, fueron Chile, desde el 13,7 al 10,7%; la Argentina, del 21,5 al 18,7%, El Salvador, desde el 42,6 al 37,8%, y Paraguay, desde el 23,4 al 21,6%, mientras aumentó en Brasil, del 18,8 al 19,9%.
Según el texto, las mayores reducciones de la pobreza van en paralelo con un aumento de los ingresos laborales de los hogares de menores recursos en Chile, El Salvador y República Dominicana, mientras que en Costa Rica, Panamá y Uruguay el principal factor fueron las pensiones y transferencias recibidas por los hogares de menores recursos.
"Esto corrobora la importancia de dotar de más recursos a la población en situación de pobreza, combinando el fortalecimiento de los ingresos laborales con la provisión de transferencias públicas y el fortalecimiento de los sistemas de protección social", subrayó la Cepal.
El informe también destaca que aun cuando la desigualdad de ingresos se ha reducido apreciablemente en la región desde principios de la década de 2000 -el promedio simple de los índices de Gini (donde 0 representa ausencia de desigualdad y 1 desigualdad máxima) de 18 países de América Latina bajó de 0,543 en 2002 a 0,466 en 2017-, el ritmo de reducción se hizo más lento en los años recientes: entre 2002 y 2008 la disminución anual promedio del índice fue del 1,3%; entre 2008 y 2014, del 0,8%, y entre 2014 y 2017, del 0,3%. Los sistemas de protección social han tenido un rol importante en los años recientes para contener deterioros distributivos, según el organismo.
Y revela que, en promedio, alrededor del 40% de la población ocupada de América Latina recibe ingresos laborales inferiores al salario mínimo establecido por su país, y esa proporción es mucho más elevada entre las mujeres (48,7%) y los jóvenes de 15 a 24 años (55,9%). Entre las mujeres jóvenes esa cifra alcanza a 60,3%.
La baja participación de las mujeres en el trabajo remunerado contrasta con su alta participación en el trabajo no remunerado para el propio hogar: en América Latina el 77% del trabajo no remunerado es realizado por las mujeres, de acuerdo con los datos de las encuestas de uso del tiempo.
"Sin políticas públicas adecuadas que aborden materias claves como la formación y el empleo de las mujeres en áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, que contribuyan a evitar la precarización de los empleos y que promuevan la corresponsabilidad en los sistemas de cuidado, las mujeres no solo podrían perderse los beneficios de los empleos del futuro, sino que, además, corren el riesgo de que se perpetúen las brechas existentes y las carencias de trabajo decente que las afectan en la actualidad", concluye el documento.
El informe completo:
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