Jair Bolsonaro firmó este martes un decreto que flexibiliza la posesión de armas de fuego, una de sus principales promesas de campaña. Según sus detractores, incrementará los ya disparados índices de violencia en el país.
En el evento participaron varias autoridades, entre ellas Sérgio Moro y diputados del lobby de la seguridad, conocidos como "bancada de la bala". El ministro de Justicia y ex juez anticorrupción estuvo implicado en la redacción del texto.
El decreto entrará en vigor inmediatamente después de que sea publicado en el Diario Oficial de la Unión, sin tener que pasar por el Congreso Nacional. Aunque trascendieron pocos detalles de su contenido, en líneas generales busca flexibilizar el "Estatuto sobre el desarme" de 2003, que restringe el acceso a las armas y crea varias trabas administrativas.
Según la prensa brasileña, la medida amplía de 5 a 10 años el periodo de validez del permiso para posesión. Según la ley actual, la tenencia de armas está permitida a los mayores de 25 años sin antecedentes criminales, con una ocupación lícita, capaces de comprobar la capacidad técnica y psicológica para su uso y de justificar su necesidad. La aprobación recae sobre la Policía Federal.
Según la prensa, el decreto se limita a la posesión y no al porte fuera del domicilio, pese a que Bolsonaro se manifestó en otras ocasiones a favor. Esto último seguiría entonces reservado principalmente a militares, policías y personal del ramo de seguridad.
Bolsonaro, un ex militar de 63 años, fue electo con promesas de mano de dura contra el crimen. Defiende la flexibilización de la posesión de armas para "personas de bien", como un modo de combatir la rampante ola de violencia en este país de más de 200 millones de habitantes.
Con la flexibilización, "puedes estar seguro de que la violencia va a caer", dijo la semana pasada en su primera entrevista televisiva tras asumir el poder.
En su programa electoral, Bolsonaro definió las armas "como objetos inertes que pueden ser usados para matar o salvar vidas" y recuerda que, en países como Estados Unidos, Alemania, Noruega o Suiza "hay armas de fuego en casi todas las casas", pero con índices de violencia menores que en Brasil.
El gigante sudamericano es uno de los países más violentos del mundo, con un récord de 63.880 homicidios en 2017, un promedio de 175 por día y una tasa de 30,8 por cada 100.000 habitantes. El proyecto de ese decreto desató la indignación en parte de la sociedad brasileña.
En un manifiesto firmado el domingo pasado, una decena de organizaciones y movimientos sociales, entre ellas el Foro Brasileño de Seguridad Pública, considera que la flexibilización de la posesión de armas "traerá más inseguridad". "Estudios brasileños e internacionales muestran que el aumento de la circulación de armas de fuego se relaciona con una mayor incidencia de homicidios cometidos con armas de fuego", señala el texto.
Según un sondeo reciente de Datafolha, un 61% de los brasileños considera que la posesión de armas de fuego debe ser prohibida, pues representa una amenaza a la vida de otras personas. En 2005, sin embargo, casi el 64% de los brasileños rechazó por referéndum una ley que pretendía establecer una prohibición total de la venta de armas en Brasil.
Con información de AFP
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