Miles de brasileños ocuparon este domingo las calles en decenas de ciudades del país para expresar su rechazo al Partido de los Trabajadores (PT) y a su candidato presidencial, Fernando Haddad, y ensalzar a su rival en la segunda vuelta de las elecciones, Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal (PSL).
Las manifestaciones, convocadas por el movimiento "Vem pra Rua" ("Ven a la calle") en 269 localidades, se produjeron a siete días de los decisivos comicios, para los que el capitán en la reserva del Ejército parte como máximo favorito con un 60% en las intenciones de voto, según los últimos sondeos.
Los miles de simpatizantes de Bolsonaro acudieron a las protestas bajo una misma premisa: "No al PT, para que Brasil no se convierta en una Venezuela", un discurso explotado por el propio candidato en su campaña.
En San Pablo, la mayor ciudad de Brasil, se reunieron en la céntrica Avenida Paulista, vestidos con los colores verde y amarillo y con banderas de Brasil al grito de "mito", como es apodado Bolsonaro entre su militancia, y "fuera PT".
"Él no es corrupto. Brasil está cansado de esa corrupción, por eso estamos diciendo basta, fuera el PT", manifestó a la agencia EFE Gisele Cardoso, de 36 años y profesión podóloga.
José Conceiçao Silva, por su parte, pronosticó que Bolsonaro "va a ser elegido por goleada" y que será un "óptimo presidente" porque, a su juicio, "es un tipo humilde, de familia, del pueblo".
"Brasil no quiere más PT, no quiere más comunistas (…) Brasil quiere cambiar", añadió el peluquero de 57 años.
En Río de Janeiro, la ciudad más emblemática del país, cerca de un millar de personas se concentraron por la mañana en la orla de la turística playa de Copacabana y aclamaron igualmente al candidato del PSL.
También hubo actos en otras capitales regionales como en Belo Horizonte, Salvador, Belém, Goiania y Manaus, así como en Brasilia, la capital del país, donde un grupo se concentró en la Explanada de los Ministerios, una avenida en la que están ubicados los principales edificios del Gobierno.
Las movilizaciones de hoy fueron, en conjunto, mayores que las de ayer, cuando cientos de personas, en su mayoría mujeres, protestaron contra Bolsonaro en una treintena de ciudades del país.
En paralelo a las protestas, el Tribunal Superior Electoral (TSE), la Fiscalía y varios ministros del Gobierno volvieron hoy a defender el sistema electrónico de urnas y garantizaron que cualquier sospecha de fraude será investigada.
Bolsonaro ha manifestado en más de una ocasión sus sospechas sobre el voto electrónico, aunque dice que respetará los resultados.
El capitán siguió desde su casa en Río de Janeiro, donde guarda reposo tras la puñalada que recibió a principios de septiembre, los actos a su favor y agradeció el apoyo.
"Es una señal de que la población realmente está preocupada con el futuro de Brasil y quiere alguien diferente del PT en la Presidencia", afirmó el aspirante del Partido Social Liberal (PSL).
A unos 3.000 kilómetros de Río, Haddad, a quien los sondeos le atribuyen un 40% de los votos, completó su pequeña gira por la empobrecida región nordeste de Brasil, fortín histórico del PT, en la ciudad de Sao Luis, en el estado de Maranhao.
El ex ministro de Educación elevó el tono y aseveró que Bolsonaro es un "jefe de milicia" y que sus hijos son unos "matones".
"Esas personas son una milicia, no es un candidato a presidente, es un jefe de milicia, sus hijos son milicianos, son matones, es gente quinta categoría, esa es la verdad", expresó.
El socialista reaccionó así a un video que ha circulado en las últimas horas en redes sociales en el que aparece Eduardo Bolsonaro, diciendo que basta con mandar "un soldado y un cabo" para "cerrar" la Corte Suprema.
El video fue grabado en julio pasado durante una conferencia, pero solo fue repercutido hoy por los medios, generando la condena de, entre otros, el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, quien escribió en redes sociales que esas declaraciones "huelen a fascismo".
Un ejemplo más de la extrema polarización que se respira hoy en Brasil, entre el miedo a Bolsonaro y el odio al PT después de trece años al comando del país, primero con Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), hoy preso por corrupción, y después con la destituida Dilma Rousseff (2011-2016).
Con información de EFE
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