"Es bueno recordar que la Argentina ha vivido otros momentos de felicidad, grandeza y orgullo nacional -dice José Luis Fernández Valoni, militar retirado, ex diputado nacional y referente justicialista, evocando esa hazaña.
El proyecto del avión Pulqui había nacido en 1946 por impulso del presidente Juan Domingo Perón, y el encargo recayó en el Instituto Aerotécnico de Córdoba -la actual FADEA, Fábrica Militar de Aviones- que dirigía el comodoro Juan Ignacio San Martín.
En aquel mes de agosto de 1948 acompañaba al Pulqui el Ñancú, un prototipo de cazabombardero nocturno, al mando del Primer Teniente Edmundo Weis, que era además el jefe de la escuadrilla.
"El 6 de agosto de 1948 hubo una gran fiesta popular en el Aeroparque Metropolitano, en ocasión de la presentación oficial del Pulqui al gran público, con invitados especiales, autoridades, Eva y Juan Perón estaban presentes por supuesto, miembros del cuerpo diplomático, periodistas, amigos y familiares. Por eso fui con mi familia. Ese día, el piloto del Pulqui fue Luis Alfredo Valoni, el hermano de mi madre. Más tarde, cuando yo ingresé al Colegio Militar, él fue mi tutor".
"Fue la presentación ante la prensa y el gran público nacional e internacional del primer avión a reacción concebido, desarrollado y puesto a volar en un país del tercer mundo en su época, y uno de los cinco primeros en el orden mundial", destaca con orgullo .
José Luis Fernández Valoni es Mayor (RE) del Ejército. En los 70 formó parte del grupo de oficiales que se rebeló contra la dictadura de Juan Carlos Onganía. "Nuestra decisión fue no reprimir al pueblo -explica-; fue un planteo de orden moral de un grupo de oficiales del Colegio Militar de la Nación. Yo era Teniente 1° en ese entonces, Derivó en un tema político. Nos hicieron Tribunal de Honor, fuimos castigados y arrestados. La cosa se agrava cuando decidimos ponernos al servicio de otro comandante, que era Juan Domingo Perón, exiliado, y nos ponemos a trabajar por su retorno y por la vuelta de la democracia".
Mucho antes de eso, siendo un niño, había asistido a aquel acto en el cual Perón recibió también un avión Viking para su traslado y el de su gabinete.
"No era el vuelo inaugural del Pulqui -aclara- pero sí el primero frente al gran público. Se presentaban en sociedad dos aviones argentinos: el otro era el Ñancú. Eran prototipos pensados como aviones de combate. El Pulqui fue el primero en un país del Tercer Mundo". Y, para destacar hasta qué punto esto colocaba a la Argentina a la vanguardia tecnológica de la época, subraya que, "en paralelo, se estaban diseñando de aviones de este tipo, lo que se llama aviones a chorro o a reacción, en Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña y otros pocos países".
"Fue una hazaña nacional en la que trabajaron ingenieros argentinos, fue algo de vanguardia. Recuerdo especialmente un titular de la revista Continente que decía: 'Vuelan los Pulqui Weis y Valoni".
Ese día, ambos aviones hicieron "una serie de arriesgadas demostraciones y maniobras" para exhibir ante el público "las extraordinarias prestaciones y capacidades potenciales de esos notables aviones criollos".
Edmundo Weiss había sido el primer piloto del Pulqui y un año después piloteaba el Ñancú. Estudioso de la toponimia araucana, Perón había elegido nombres de la lengua pampa para ambos aviones: Pulqui, es decir, flecha, y Ñancú, halcón. El Ñancú era un avión a pistón que en aquel vuelo de Córdoba a Buenos Aires batió un récord de velocidad.
"Significativo fue también el hecho de que ese día e inauguró la sede de LADE, Líneas Aéreas del Estado, en el mismo acto", dice Valoni.
"Mi tío -sigue diciendo- formaba parte de las primeras camadas de jóvenes que ingresaron a la Fuerza Aérea Argentina, que se acababa de crear, en 1945. Más tarde, por negarse a bombardear en el 55, sería perseguido y encarcelado en Magdalena. Fue amnistiado en el 73 y murió con el grado de Vicecomodoro. El director del proyecto del Pulqui, el comodoro San Martín, era muy prestigioso y llegó a ser gobernador de Córdoba y ministro de Aeronáutica. También fue preso después del derrocamiento de Perón".
¿Serían posibles hoy este tipo de proyectos?
"Bueno, hoy hay cierta subordinación a estrategias extranacionales, pero también un contexto diferente -responde Fernández Valoni-. Cuando Perón lanzó estos proyectos nuestro PBI era un poquito inferior al de Brasil y un poquito mayor que el México. Lo del Pulqui era más acorde a un proyecto nacional e integrador continental. También había una mayor conciencia en algunos sectores sociales para que eso fuese impulsado. Una referencia a contrapelo: por acá acaban de pasar tres altos dirigentes estadounidenses, un Secretario de Estado, un Vicepresidente y un Jefe del Pentágono. son gestiones que apenas duran unas horas: vienen, dejan instrucciones y siguen. Como pasa con el FMI. No era ésa la circunstancia que se vivía entonces. Incluso nos queda poco de la integración regional lograda hace unos años, se está tratando de que desaparezca el Mercosur o de vaciarlo".
Aun así, cree importante evocar esta hazaña del Pulqui: "Mi idea es recordar qué otras cosas podemos ver y hacer en vez de sólo llorar por el golpe de mercado. Retomar un proyecto nacional que a esta altura de la globalización no puede sino ser regional. De otro modo no llegaremos a ser una de las caras del poliedro del que habla Francisco, cuando dice que para que la globalización no implique uniformización o hegemonía de un solo país o grupo de países, sino que sea un mundo multipolar y multilateral, no hay que concebirla como una esfera totalmente lisa, sino como un cuerpo geométrico de muchas caras".
Tras su baja del Ejército, Fernández Valoni siguió la carrera de abogacía, fue diputado nacional en dos ocasiones, en 1973 y en 1999. Fue Subsecretario de Relaciones Latinoamericanas y embajador en el Ecuador. Actualmente es director académico del Instituto de Estudios Estratégicos y de Relaciones Internacionales (IEERI) del Círculo de Legisladores de la Nación.
Del Pulqui sólo se hizo un prototipo; no llegó a fabricarse en serie. Ese prototipo ha sido restaurado y está exhibido en el Museo de la Aeronáutica en Morón.
"Argentina -agrega Fernández Valoni a modo de síntesis- llegó a integrar un firmamento de industrialización aeronáutica y automotriz autónoma, en pleno crecimiento y desarrollo desde 1946 hasta 1955. Pudo así contar con un gran conglomerado de industrias para la fabricación de aviones, automotores, motocicletas, tractores, lanchas, armamentos, paracaídas y otros rubros, que brindaba más de 11000 puestos de trabajo especializados, algo que se había alcanzado aprovechando el impulso del alto grado de desarrollo tecnológico desde el Instituto Aerotécnico de Córdoba hasta el IAME (Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado)".
Y concluye: "Más allá de las dificultades evidentes, de los fracasos y frustraciones que muchas veces nos atormentan a los argentinos, vale la pena recordar algunos hitos de nuestra historia, como estímulo para seguir intentando alcanzar nuestros sueños".
Seguí leyendo: El día en que un corsario de bandera argentina quiso rescatar a Napoleón en Santa Elena