A más de cuatro meses del estallido de las masivas protestas pacíficas en Nicaragua, el régimen de Daniel Ortega sigue en el foco de la comunidad internacional por la brutal represión que ya dejó más de 400 muertos. Cada vez son más las sanciones que se aplican y los gobierno que alzan la voz contra las atrocidades del gobierno sandinista.
En el marco de una gira por cinco países de Sudamérica (Chile, Argentina, Uruguay, Brasil y Perú), las activistas Ariana McGuire Villalta (miembro de la Coordinadora Universitaria por la Democracia y la Justicia) y Carolina Hernández Ramírez (del Movimiento Nacional Frente a la Minería Industrial), dialogaron con Infobae sobre la grave situación que atraviesa la nación centroamericana.
"La agenda que estamos proponiendo consiste en visitar partidos políticos, instancias de gobierno, cancillerías, ministerios de Relaciones Exteriores, movimientos feministas, movimientos de base social, y también las comunidades de nicaragüenses residentes de cada país que estamos visitando", explicó McGuire.
Hernández, en tanto, remarcó que durante la visita a Chile de la "caravana de información y solidaridad" -como hacen llamar a este movimiento-, lograron un pronunciamiento de la Cámara de Diputado contra la represión y los asesinatos por parte del régimen de Ortega: "Es lo que estamos buscando prácticamente: la presión internacional. Y la información también: darles a conocer la situación que estamos viviendo".
-En estos meses de protestas hemos visto que los movimientos estudiantiles y diferentes sectores de la sociedad civil han sido los principales blancos de la represión del régimen. ¿Cómo es para ustedes viajar al exterior para denunciar estas violaciones a los derechos humanos? ¿Han recibido amenazadas o han sido perseguidas?
-Ariana: La última fase de represión que estamos atravesando, más allá de los ataques directos con las balas, más allá de los grupos paramilitares aterrorizando a todas las comunidades en todo el territorio nacional, es después de la publicación de la ley antiterrorismo. Lo que hay es una cacería selectiva de líderes sociales y de líderes políticos. En ese sentido, quienes estamos dando la cara, quienes estamos dando un paso al frente, quienes estamos alzando nuestras voces, corremos el riesgo de que sea criminalizada nuestra protesta, corremos el riesgo de ser enjuiciadas por cargos que corresponden a actos de terrorismo, y podríamos enfrentarnos a 20 años de prisión. En el peor de los casos, una vez que regresemos a Nicaragua, a como están las cosas ahora, podríamos ser capturadas por grupos paramilitares o por grupos policiales; podríamos ser torturadas o incluso asesinadas, como están siendo muchísimas personas actualmente.
-Carolina: Pensar diferente en nuestro país es un delito. Por no pensar igual que ellos ya te llaman golpista. Nosotros podemos recibir cargos, y la verdad es que la llegada al país todavía no la hemos planeado hasta que lleguemos al punto de que vamos a tomar la mejor decisión. Pero todavía en sí no la hemos tomado porque como prácticamente nos dimos a la tarea de informar y condenar los actos del Gobierno, entonces te aplican la ley.
-¿Cómo viven ustedes esta actualidad de Nicaragua desde un lugar con tanta exposición, como el que tienen ustedes? ¿Se enfrenta con miedo o prevalece la esperanza de un cambio?
-A: En Nicaragua las cosas siempre son duales, siempre hay dos extremos y en ese sentido lo decía Cortázar en algún momento: "Nicaragua tan violentamente dulce". Hemos aprendido que a la par de toda la tragedia que sucede, de la represión, de la violencia, del sufrimiento de la población nicaragüense, hay muchísimas muestras de voluntad de transformar la realidad, muchísimas muestras de solidaridad, muestras únicas y sin precedentes de unificación de todos los sectores sociales en una sola causa, pidiendo libertad, justicia y democracia. Entonces vemos la posibilidad de que en este contexto tan dramático podamos afrontar un proceso de cambio radical en todas las bases del tejido social, pero además para la reconstitución del Estado de Nicaragua, que en este momento está frágil, que en este momento está muy decadente en términos de institucionalidad, de legalidad, de seguridad ciudadana.
-C: Nicaragua ha sido un pueblo valiente porque debido a la grave represión, y los graves asesinatos que han sucedido, aún así no nos han callado, y consideramos ser un pueblo valiente. Cada nicaragüense que está en diferentes países del mundo está apoyando, está condenando, y en cierta manera nosotros nos sentimos bien porque sabemos que le vamos a encontrar una salida. Porque la esperanza no es del momento en que nosotros decidimos salir de nuestro país o pronunciarnos en diferentes lugares, es la esperanza de que nuestra patria sea libre, y que haya justicia y democracia.
-Algunos organismos de derechos humanos ya reportan más de 400 muertos. La violencia crece y el régimen sigue sin dar señales positivas ante un eventual diálogo. En ese marco, ¿cuáles son los pasos a seguir para encontrar una salida pacífica y democrática como ustedes reclaman?
-A: Hay muchos grupos, por no decir la mayoría de los sectores sociales, que a raíz de la crisis se han unido y han empezado a trabajar acciones conjuntas, acciones propositivas, de reflexión, de análisis, de investigación, y de generación de una serie de propuestas que plantean una ruta hacia la democratización una vez que Daniel Ortega deje el poder junto con su familia, y junto con todo su aparato estatal. En ese sentido hay varias propuestas que se han sugerido y que se han diseñado desde la articulación de movimiento sociales y organizaciones de la sociedad civil que incluye a movimientos campesinos, movimientos indígenas, movimientos de mujeres feministas, los grupos estudiantiles, grupos frente a la minería extractivista, etcétera. La mayoría de los grupos sociales que antes estaban organizados se han unificado y han planteado una ruta hacia la democratización que plantea una serie de posibilidades, que se amparan en la Constitución, y en todas las herramientas jurídicas que la Ley Nacional nos permite, para la disolución de la Asamblea Nacional, la disolución de todos los poderes del Estado, la suscripción popular para la elección de representantes a cargos públicos. Y, por supuesto, el tema de conformar una junta de Gobierno que facilite el proceso para una Constituyente que reforme la Constitución Nacional, y que elimine algunas figuras que han sido implementadas en esta última década por el gobierno de Daniel Ortega. Pero evidentemente necesitamos el apoyo internacional, para que este proceso de transición hacia la democracia se de en un proceso simultáneo de pacificación, de desarme de los grupos paramilitares, con una observación internacional tal vez monitoreada por la ONU, por la OEA. Y en ese sentido los países del sur tienen muchísima experiencia en estos temas, y podrían brindarnos cierto tipo de asesoría para el momento mismo de una Junta de la Verdad, que sea independiente, que sea creíble, que sea legítima, y que nos lleve realmente a tener procesos de justicia sin impunidad.
-C: Nosotros estamos buscando una salida pacífica. Queremos que el Gobierno se vaya de la manera más pacífica. Nosotros no queremos más derramamiento de sangre ni más muertos. La mejor salida es con la presión internacional, y que sea pacífico todo.
-¿Qué análisis hacen de la respuesta internacional que hubo en estos meses por parte de diferentes organismos y países contra el régimen de Ortega? ¿Consideran que tal vez fue un poco tardía la reacción?
-A: Podríamos decir que fue un poco tarde la respuesta, pero también fue muy rápida en el sentido de que apenas han pasado 125 días de crisis y ya se han generado una serie de esfuerzos en la OEA, sesiones especial, de alguna manera históricas, que no se habían realizado antes. El tema de la conformación de un grupo de seguimiento especial para el caso de Nicaragua en la OEA… Paralelo a eso, lo que hemos logrado en las visitas que hemos hecho a Santiago, y a Buenos Aires, es que se proponga la conformación de una red de parlamentarios que apoye esta comisión de trabajo conformada por 12 países en la OEA. Creemos que los esfuerzos internacionales cada vez son más, y cada vez van ganando más fuerza, y cada vez van promoviendo procesos más ordenados, que se enfocan precisamente en las necesidad del pueblo nicaragüense.
-C: Quizás en algún momento la presión internacional no se había pronunciado por la confusión. El Gobierno controlar la mayoría de los medios de comunicación. Quizás algunos no daban el paso porque tenían el temor de que quizás se estaban equivocando, pero ahora son las redes sociales las que prácticamente nos informan. Son las más creíbles, porque son las que transmiten la verdadera información, y quizás por eso algunos países no se habían pronunciado, pero ahora hay bastante pronunciamientos y sabemos que es nos va a ayudar mucho.
-¿Qué mirada tienen del rol de la oposición en la actual crisis?
-A: La oposición es la ciudadanía nicaragüense. La oposición es el pueblo unido que dice "basta ya de represión", de asesinatos, de torturas, de desapariciones forzadas… Queremos justicia, queremos democracia. Queremos que Daniel Ortega salga del poder, que se vaya con toda su familia y que enfrente un proceso judicial por todos los crímenes de lesa humanidad que ha cometido. No estamos representados por ningún grupo político, ni de derecha ni de izquierda, porque en Nicaragua esos límites se borraron hace muchísimo tiempo
-¿Por qué piensan que, pese a tanta presión nacional e internacional, Ortega se aferra al poder?
-C: Él quiere dominar todo económicamente. Sus hijos son dueños de petroleras, de medios de comunicación, entonces en sí la familia tiene bastante posicionamiento económico. Y quizás en eso él tiene que hacer rendición de cuentas. Quiere presionar, inculcarnos el miedo, para él siempre mantenerse en el poder.
-A: Lo que le pasó a Ortega fue que se olvidó del amor que lo había llevado a donde está ahora, que él viene de una lucha de un proceso de revolucionario del año 1979. Lo que está haciendo ahora aferrándose al poder es básicamente una traición a todos los ideales de la revolución popular sandinista del 79, una traición a todos nuestros familiares caídos, a todos nuestros compañeros y hermanos nicaragüenses que dieron la vida por una patria libre en aquel momento. Hoy Daniel Ortega y su familia se han convertido en lo que tanto criticaban. Hay una transición del sandinismo al orteguismo y Daniel Ortega ya no representa nada de esos valores que en algún momento nos hicieron identificarnos. Es hora de un cambio. Ortega lleva tres períodos consecutivos en el poder.
-Por más que circulen cientos de imágenes a diario en las redes sociales, es evidente que para comprender lo que está ocurriendo en Nicaragua es necesario estar allí. ¿Si tuviesen que hacer una radiografía de la actualidad cómo la describirían?
-A: Aprendimos a vivir con miedo. Tuvimos que aprender a vivir con el miedo para no quedarnos paralizados y seguir movilizándonos en las calles, para no soltar el derecho de manifestarnos en las calles, las redes de solidaridad son también los que nos han mantenido con mucho ánimo, con mucha esperanza de que hay mucha gente a la par de nosotros con un mismo ideal. Pero las condiciones de violencia han escalado a límites que nunca hubiéramos imaginado, y que tampoco siento que merezcamos. Somos gente trabajadora, gente que quiere un país mejor. Hay grupos paramilitares en la calles todo el tiempo, hay grupos de choque afines al gobierno, están las fuerzas armadas de la Policía Nacional que sin ninguna compasión están atacando a los manifestantes, a la gente dentro de sus casas. Están sacando a nuestros compañeros de las casas de seguridad, están secuestrando a la gente para meterlas en cárceles de detención ilegal, donde posteriormente van a ser torturados. Los testimonios abundan, las evidencias abundan. Tenemos que andar todo el tiempo con cuidado, viendo para atrás para ver si no nos vienen siguiendo. Borrando el teléfono porque la policía te agarra el celular y si te encuentra una bandera, un mensaje, o lo que sea, sos golpista y vas preso. A un niño de 14 años lo agarró la policía, porque su familia estaba participando de las manifestaciones en las protestas, y con una jeringa le marcó en el antebrazo las siglas del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Son escenas de terror. Estamos viviendo en un paisaje de crueldad, de perversidad, que no habíamos pensado, pero que tenemos la certeza de que vamos a poder superar y de que vamos a poder decir "esta batalla la ganamos", y la ganamos con la unión de la gente y con el compromiso social.
-C: Prácticamente la manera en la que han asesinado a los muchachos, no han tenido piedad de que sean niños, familias enteras… Una familia fue calcinada totalmente. Al final están asesinando a los jóvenes. Aparte de que los asesinan dicen que eran unos delincuentes. Hubo familias que no han podido enterrar a sus muertos en un cementerio, los han tenido que enterrar en el patio de su casa. Prácticamente a las cinco de la tarde ya no puedes andar en la calle. La Policía está en todas las calles, los militares armados… No están como militares, ellos caminan encapuchados, vestidos de civiles, pero solo ellos son los que tienen armas de guerra. Porque la mayoría de los asesinados han sido con francotiradores. El pueblo no tiene armas. Lo único que nosotros tenemos es nuestra voz, y prácticamente lo que él ha hecho es que nosotros tengamos miedo y no nos sigamos pronunciando. A pesar de eso el pueblo aún continúa en las calles, aún sigue manifestándose.
-Ante tantas escenas de violencia y faltas de respuestas del régimen, ¿ustedes, como activistas, temen que la población se canse y mermen las movilizaciones contra Ortega?
-A: No creo que la movilización y la indignación, sobre todo de las personas, vaya a parar por la violencia. Obviamente que te maten, que te puedan tirar una bala en la frente sí te da miedo, nosotras también tenemos miedo, pero ese miedo no lo hemos dejado que nos paralice. Al contrario, lo hemos utilizado como fuerza para seguirnos organizando, para seguir impulsando procesos de cambio porque este es el momento. A pesar de la violencia la gente va a seguir saliendo a las calles, va a seguirse manifestando… Son marchas de miles y miles de personas en todo el territorio nacional, y cada vez estamos más unidos, y cada vez estamos más fuertes, y cada vez estamos impulsando más y mejores procesos para cambiar nuestra realidad.
-C: Estamos bien organizados. Estamos organizados por barrios, por todas partes. La gente ha perdido el miedo. No tenemos miedo. La gente a pesar de que hayan matado, de que hayan quemado… es que no hay seguridad en ninguna parte. Al final la organización, las manifestaciones siempre sirven. Y la verdad es que nosotros pensamos que esta batalla la vamos a ganar. No sabemos cuándo. Pero a nosotros no nos van a callar, no nos vamos a dejar de manifestar, no vamos a dejar de condenar todos los actos de cobardía que el gobierno ha hecho, de reprimir al pueblo. Vamos a seguir luchando hasta que logremos ganar.
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