NOTA PUBLICADA ORIGINALMENTE EN AGOSTO DE 2018
Salman Raouf Salman fue uno de los cerebros del mayor atentado terrorista de la historia latinoamericana. El 18 de julio de 1994, impulsado por el régimen de Irán, una célula de Hezbollah ejecutó la voladura de la AMIA, la mutual judía de la capital de Buenos Aires, Argentina, donde murieron 85 víctimas y 300 resultaron heridas.
Salman, también conocido bajo el alias de Samuel Salman El Reda y uno de los fugitivos más buscados por Interpol, fue uno de los cerebros y por ello es buscado por la Justicia argentina. Sin embargo, logra esconderse entre el Líbano y América Latina. Posee múltiples refugios, variadas identidades y durante 30 años logró tejer una red lo suficientemente amplia como para evadir la prisión y armar una estructura de lavado de activos y tráfico de cocaína a su país y desde allí a Europa y Medio Oriente.
Luego de que se conociera que las autoridades colombianas habían conseguido detener al libanés-venezolano Abdala Rada Ramel, su red quedó expuesta, tal como detalló Infobae el 21 de mayo pasado.
Otro de los que tiene activa participación junto con Salman es un empresario también de origen libanés con ciudadanía y pasaportes venezolanos. Se trata de Samer Akil Rada. En Belice, en la Zona Libre, se sentía pleno. Gracias a las facilidades fiscales le resultaba más fácil realizar operaciones de lavado. Para eso habría creado empresas que resultaban muy útiles. Ellas serían Grupo Sol, CargoYo y Excel, de acuerdo con medios locales.
En una bodega que tenía allí, en 2013, la policía de aquel país realizó un operativo. Pero ya era tarde. Hacía dos semanas que el lavador y narco había desaparecido. Las autoridades buscaban pruebas entre un gran cargamento de cocaína secuestrado en El Salvador días antes y su "empresa" en la Zona Libre de Corozal, donde incluso llegó a tener un lugar en el directorio del organismo representando al sector privado de Belice.
Sobre Akil Rada nunca más se supo nada concreto. Desapareció de la vida pública. Pero continúa con sus contactos y en permanente comunicación con Salman, la cabeza de la red narco de Hezbollah en América Latina.
Otro de los implicados en esta red de tráfico, vinculaciones y lavado de activos es Adel Mohamad Cherri, también conocido como Cherri Harb. Su empresa está radicada muy lejos de América Latina, para así lograr cubrir todo el globo. De acuerdo con información obtenida por Infobae, este "empresario" también estaría relacionado con Hezbollah por medio de Salman El Reda, uno de los responsables del ataque a la AMIA.
El nexo sería por medio de su empresa Le-Hua Electronics Field Co. Limited. Bajo su apariencia de compañía dedicada a la comercialización de productos electrónicos serviría de refugio para blanquear dinero sucio del narcotráfico y la financiación del terrorismo.
Cherri -con pasaporte libanés número RL2566575 recientemente vencido- y su firma fueron alcanzados en mayo de 2015 por el Tesoro de los Estados Unidos, que libró sanciones por sus vinculaciones con la red terrorista chiita. Fue por "proveer servicios a Hezbollah", según el documento al que tuvo acceso este medio.
"Cherri es un agente de compras de Hezbollah que ha comprado tecnología y equipos de doble uso de proveedores en Asia en nombre de Hezbollah. También ha facilitado los esfuerzos de Hezbollah para adquirir una variedad de productos electrónicos de China para su transporte a Yemen para su uso en artefactos explosivos improvisados por los hutíes", concluye el informe. De esta manera, también ayuda a la financiación de terrorismo en Medio Oriente.
Este tipo de sanciones y causas judiciales se multiplicarían en las próximas semanas. La Justicia norteamericana tiene en la mira a más "empresarios" de origen libanés radicados en la región que ayudan de alguna manera a los terroristas chiitas de Hezbollah.
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