Faltaban pocos minutos para las 10:00 p. m. del lunes 9 de julio cuando alguien tocó el timbre de su apartamento, ubicado en la avenida Lavalleja, en pleno centro de Punta del Este. Sin sospechar nada extraño, Edwar Vaz abrió la puerta. Lo último que alcanzó a ver fue el caño del revólver calibre .38 del que salió la bala que le perforó la frente.
Las cámaras de seguridad captaron al asesino, que estaba acompañado por un cómplice. Ambos se subieron a un auto que era conducido por una tercera persona, y se fueron rápidamente del lugar.
En los días siguientes al homicidio se conoció que la víctima, que era profesor de inglés, estaba muy enfrentado con su ex esposa, identificada en el expediente judicial como L.J.M. Según informó el diario El País, de Uruguay, su abogado ya tenía preparada una demanda civil en su contra por 1,5 millón de dólares.
Yo lo conocí cuando era mi profesor de inglés, desde los 14 años vivo con él. Nos amenazó muchísimas veces tanto a mí como a mi amiga
Las repercusiones del caso fueron creciendo a medida que se revelaban nuevos datos. El primer salto abrupto se produjo luego de que la Policía lograra identificar al conductor, que los llevó a los autores materiales del asesinato. Cuando lo arrestaron, confesó que trabajaba con L.J.M. y que ella lo había contratado para matar a Vaz. Él se ocupó de conseguir a los sicarios.
Por pedido de la fiscalía, el juez Luis Imperial ordenó entonces la detención de la ex esposa, que fue acusada de homicidio especialmente agravado. Esta semana se supo que es hija de un hombre muy poderoso, que se presenta como "príncipe internacional de los gitanos".
L.J.M. niega tener relación con su progenitor y con la colectividad gitana, pero desde hace años vive en una lujosa mansión ubicada en el exclusivo barrio Beverly Hills de Punta del Este, que bautizó Gypsy Queen ("la reina gitana"). Ella misma la construyó en 2004. En 2012 se la vendió a un magnate brasileño por 1,3 millones de dólares, pero este la contrató para que continúe como "administradora".
La mansión, erigida en un terreno de 1.049 metros cuadrados, se compone de dos casas, que en total tienen diez dormitorios y diez baños. El lugar es famoso en la noche esteña, ya que allí se realizan desde hace años fiestas sexuales entre parejas swinger, organizadas por L.J.M., según El País.
Adinerados turistas argentinos y brasileños debían pagar una entrada para ingresar. Una vez adentro, les cobraban las consumiciones que realizaban. La Justicia descubrió que había cámaras ocultas en el interior de la propiedad, así que se presume que los encuentros eran filmados.
L.J.M. y Vaz se casaron en 1997 y se divorciaron en 2016. Hay muchos puntos oscuros en su relación. De acuerdo con el relato de la mujer, él era bígamo. "Yo construí con una amiga Gypsy Queen. Mi amiga, que también era mujer de mi ex marido", contó L.J.M. en una entrevista con el periódico uruguayo.
Pero ella también practicaba algo parecido a la bigamia. Al menos un año después de su separación, Vaz seguía viviendo en una de las casas de la mansión. En la otra, L.J.M. vivía con una nueva pareja y con su amiga, a quien define como "compañera de vida".
Con mi amiga fuimos las que hacíamos las fiestas swinger en Punta del Este. Hacíamos las fiestas mandadas por él, que dirigía todo, pero no estaba presente
Pero eso está lejos de ser lo más escabroso. "Yo lo conocí cuando era mi profesor de inglés, desde los 14 años vivo con él. Nos amenazó muchísimas veces tanto a mí como a mi amiga. Mi actual pareja fue la que nos salvó", contó la mujer.
Hay más. Si bien se reconoce como gestora de las orgías en la mansión, asegura que era subyugada por Vaz, que la explotaba sexualmente.
"Con mi amiga fuimos las que hacíamos las fiestas swinger en Punta del Este. Hacíamos las fiestas mandadas por él, que dirigía todo, pero no estaba presente. Él manejaba toda la plata", dijo. Y luego agregó: "Tanto yo como mi amiga nos prostituimos obligadas. Después de nueve años intenté divorciarme pero nunca pude. Él era un tipo muy chiquito, pero con ideas nazis y estaba armado. Era proxeneta".
L.J.M. insiste en que era una "pobre víctima" de su ex esposo, y niega haber ordenado su asesinato. La Justicia está investigando sus acusaciones, pero, por el momento, no le cree. Al menos no que sea inocente del homicidio.
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