El papa Francisco aceptó la renuncia del obispo en el centro de un caso de abusos sexuales en la Iglesia en Chile y de otros dos, mientras lanza una purga en una institución que ha perdido credibilidad ante la avalancha de acusaciones de abusos y encubrimiento.
El Pontífice aceptó la dimisión de los obispos Juan Barros, de la diócesis de Osorno; Gonzalo Duarte, de Valparaíso, y Cristian Caro, de Puerto Montt. De los tres, solo Barros, de 61 años, está por debajo de la edad de jubilación, los 75 años.
El conjunto del episcopado chileno había presentado su dimisión conjunta el 18 de mayo pasado, tras una serie de encuentros con el papa Francisco en el Vaticano.
Barros estuvo bajo el foco del creciente escándalo de abusos sexuales en la institución chilena desde que Francisco lo nombró obispo de Osorno en 2015, pese a que había sido compañero del sacerdote pedófilo más conocido de la nación sudamericana y de haber sido señalado por las víctimas, que dijeron que fue testigo de lo que ocurría e ignoró los abusos.
Francisco defendió a Barros durante su viaje en enero a Chile, pero al regresar al Vaticano ordenó una investigación que determinó que había sido mal informado sobre el caso. Se disculpó con las víctimas y admitió "graves errores" luego de leer un informe de 2.300 páginas sobre los abusos en Chile.
El líder católico citó entre el 14 y el 17 de mayo a una treintena de obispos chilenos para abordar las acusaciones de encubrimiento que pesan sobre Barros, en torno a los abusos sexuales cometidos por el sacerdote Fernando Karadima.
Barros fue acusado en Chile de encubrir los casos de abusos sexuales cometidos por el influyente cura Karadima cuando este era párroco de la iglesia de El Bosque, ubicada en un barrio santiaguino y frecuentada por familias acomodadas.
En abril, el Papa recibió a tres víctimas de Karadima a quienes pidió perdón. Asimismo, escuchó la semana pasada a cinco sacerdotes chilenos abusados sexualmente.
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