El número de muertos por la erupción del volcán de Fuego en Guatemala se elevó este lunes a 62, dijo el director de instituto forense guatemalteco.
La jornada estuvo marcada por una nueva explosión que registró el cono de 3.763 metros de altura, que obligó a una suspensión de las labores, y por un sismo de 5,2 grados, que sacudió la costa del país.
La Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) también elevó de 20 a 46 la cifra de heridos, mientras que los afectados suman más de 1,7 millones de guatemaltecos.
El Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumen) reportó que el volcán está volviendo a su normalidad, pero advirtió que las barrancas de hasta 80 metros de profundidad están llenas de material volcánico.
Además, alertó de que las lluvias son el principal riesgo porque pueden causar lahares (una especie de avalancha) de flujo piroclástico, una mezcla de gases volcánicos calientes que se mueve al nivel del suelo.
Aunque el volcán ya bajó la actividad, no se descarta que pueda reactivar la erupción, dijo el secretario de la Conred, Sergio García, quien agregó que se desconocen cuántas víctimas mortales puede haber debajo de las toneladas de ceniza.
Las brigadas de rescate levantan con sus propias manos las láminas de los techos en busca de sobrevivientes y a veces se apoyan con palas. Junto con los cuerpos también localizaron quemados animales domésticos, entre ellos, gallinas.
En el corazón de la tragedia, las escenas son catastróficas. Un periodista de la AFP observó al menos tres cuerpos calcinados entre los escombros el caserío San Miguel Los Lotes, vecino de la golpeada aldea El Rodeo, donde socorristas, soldados y policías buscaban personas vivas.
Muchos sobrevivientes salieron de las zonas afectadas por la erupción con el cuerpo cubierto de ceniza, mientras otros que resultaron heridos eran atendidos por socorristas.
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