Poco antes del mediodía del 20 de abril, dos días después de iniciadas las protestas contra las reformas a la seguridad social en Nicaragua, Álvaro Conrado, de 15 años, llegó al Hospital Cruz Azul con un balazo en el cuello. Cuando el vehículo que lo trasladó se abrió para sacarlo, el personal de salud de ese centro cerró las puertas y no lo atendió. Así que fue llevado a otro centro médico, pero murió a las pocas horas.
Conrado, la víctima mortal más joven de las protestas, estudiante del jesuita Instituto Loyola, se había unido a las manifestaciones que esa mañana se realizaban en las inmediaciones de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), las que fueron brutalmente reprimidas por fuerzas especiales de la Policía Nacional.
Una noche antes, cuando ya los estudiantes estaban en las calles pronunciándose, había consultado a sus padres qué pensaban sobre las reformas a la seguridad social, que pretendían quitar un 5% de las pensiones a los jubilados y aumentar el aporte de la patronal y de los trabajadores. Sin avisarle a sus padres se unió a las protestas la mañana del viernes, cuando ya se registraban muertos y la represión contra los manifestantes había incrementado.
Su función en las manifestaciones consistió en pasar agua y bicarbonato a los estudiantes que resistían la represión de las fuerzas antimotines, quienes lanzaban gases lacrimógenos, balas de goma y balas de plomo, escribió el periodista Ismael López en el artículo "Álvaro Conrado, la víctima más joven en las protestas contra el gobierno de Nicaragua murió ayudando", publicado en la BBC Mundo.
"Mi hijo seguiría con vida si ellos lo hubieran estabilizado… Es una lástima que existan personas que le nieguen ayuda a alguien que esté herido, más a un niño", dijo Álvaro Conrado, el padre del estudiante, a El Nuevo Diario.
Conrado era deportista y estaba previsto que participara en una competencia de atletismo.
Este miércoles algunos de los padres y madres de los fallecidos fueron citados en la Fiscalía General de la República para ser entrevistados. Al salir, el padre del joven estudiante denunció que no lo quisieron atender en el hospital Cruz Azul, adquirido por el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) en 2013.
"La herida era grave, pero como se desangró no había oportunidad (de salvarlo). La persona que lo recogió me dijo que ni abrieron la puerta (del hospital). Yo espero que haya justicia. Ahí están las pruebas, mi hijo tenía un impacto de bala contundente en el cuello, de arma de guerra, no era revólver", aseguró Conrado a los medios de comunicación.
Este miércoles pobladores de Managua demandaron el cierre del Hospital Cruz Azul en las fueras de su edificio. Hasta la fecha sus autoridades no han ofrecido ninguna versión oficial y tampoco INSS.
"¡Estamos de luto! No podemos ser indiferentes ante tantas muertes. No podemos callar. Queremos honrar la memoria de los caídos y evocar el absoluto respeto por la vida humana", dijo ante centenares de estudiantes el padre Domingo Cuesta, rector del Colegio Centro América, el pasado lunes 30 de abril, cuando en un acto los alumnos entonaron "Solo le pido a Dios" en honor a las víctimas.
Cuesta recordó el asesinato del estudiante: "El pasado viernes 20 de abril falleció Álvaro Manuel Conrado Dávila, estudiante de décimo grado del Instituto Loyola, nuestro colegio hermano. Fue la víctima más joven de las protestas contra el gobierno. Murió llevando hasta las últimas consecuencias la frase ignaciana de en todo amar y servir. Temprano en la mañana salió de su casa simplemente para ayudar y solidarizarse con los jóvenes nicaragüenses y regresó en un ataúd".
Citando al padre del estudiante, el rector dijo que Álvaro "cayó herido por un disparo certero en el cuello. Inmediatamente varias personas lo condujeron al Hospital Cruz Azul, donde no lo recibieron. Finalmente, llegaron al Hospital Bautista. Allí ingresó al quirófano, pero no pudieron hacer nada…".
Añadió que "esto es un reflejo de la violación a los derechos humanos, los efectos de la represión y el que se pongan intereses personales por encima de la vida humana. ¡Ha sido cruel lo que le han hecho a los jóvenes! Nuestro cariño y solidaridad para con la familia de Álvaro Manuel, para todos aquellos que han sido asesinados y los que aún siguen desaparecidos", dijo Cuestas, quien advirtió que estaba "prohibido olvidar lo que ocurrió en abril".
El jueves 19 de abril se registraron los primeros dos fallecidos por las protestas contra la reforma a la seguridad social, que fueron revocadas por el presidente Daniel Ortega el domingo 22.
Hasta la fecha no hay una cifra exacta ni oficial de los fallecidos durante las manifestaciones en Nicaragua, sin embargo organismos como el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) han confirmado 45 personas muertas, de estas 18 son estudiantes, dos policías, un periodista y el restante son pobladores, algunos de cuales no participaban de las protestas pero fueron alcanzados por balas. La Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH) calcula en 63 los fallecidos.
Nicaragua está a la espera que se instale un diálogo nacional debido a que tras la represión policial han quedado al descubierto un sinnúmero de inconformidades ciudadanas, entre ellas la falta de institucionalidad.
Cuatro obispos católicos serán los testigos y garantes del diálogo, al que asistirán representantes de los empresarios, de la sociedad civil y de los estudiantes.
"Creemos que el objetivo de este diálogo nacional debe ser revisar el sistema político de Nicaragua desde su raíz para lograr una auténtica democracia", dijo la Conferencia Episcopal de Nicaragua en un comunicado emitido este jueves.
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