Depresión económica, Dilma destituida y Lula preso: cómo logró Brasil contener la inflación pese a la inestabilidad política

En 1994 el país impulsó el Plan Real para combatir la hiperinflación. Los Gobiernos posteriores mantuvieron cierta consistencia hasta que en los últimos años de Rousseff se registró una severa recesión. Michel Temer, al reemplazar en el mando a su predecesora, aplicó una serie de medidas en el marco de un fuerte ajuste fiscal

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El ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva preso, la clase política desorientada de cara a las elecciones generales del próximo 7 de octubre y una sociedad movilizada por la detención del líder del Partido de los Trabajadores (PT) -una parte en su apoyo y la otra reclamando que caigan todos los dirigentes investigados y/o acusados por corrupción-. Ese es el panorama de Brasil por estas horas. Pero, tal vez, las buenas noticias las sigue dando la economía, que, pese a esta inestabilidad social y política, sigue su marcha sin verse afectada por la situación.

La tasa de inflación mensual volvió a desacelerarse durante el mes de marzo, en el que el índice marcó un 0,09%, el mínimo en los últimos nueve meses. Un nuevo dato alentador, luego de que en febrero el país registrara la menor inflación para ese mes de los últimos 18 años (0,32%).

Ya a principios de marzo la inflación acumulada de los dos primeros meses de 2018 se ubicó como la menor para ese período (0,61%) desde que Brasil puso en marcha en 1994 el Plan Real de ajuste económico, un programa impulsado por el gobierno de Itamar Franco (1992-1995) para controlar la hiperinflación.

Si bien el país recién lleva un año de crecimiento, tras la depresión sufrida entre 2014 y 2016 durante la gestión de Dilma Rousseff, y la meta del Banco Central todavía está lejos, es alentador para las proyecciones del gobierno de Michel Temer que la situación política y social no influya significativamente en la economía.


La inflación de Brasil desde la aplicación del Plan Real (Fuente: Worldwide inflation data)

Aún más cuando las experiencias de los países de la región muestran lo contrario. Argentina y Venezuela son, tal vez, los dos casos más paradigmáticos en el rubro inflacionario en los últimos años. Más allá de las políticas económicas que adoptaron ambos países, que en lugar de trazar un meta para combatir la inflación la fomentaron, las inestabilidades políticas profundizaron ese flagelo.

Venezuela es, por lejos, el país con la mayor inflación (2.616% en 2017), incluso por encima de países en guerra como Siria. Como era de esperarse, en este 2018 mantuvo un crecimiento desmedido, a tal punto que el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyectó que el índice estará cerca del 13.000% para fin de año. Argentina, por su parte, con el cambio de gobierno y la llegada de Mauricio Macri sí hizo especial hincapié en combatir la inflación. Incluso el jefe de Estado argentino destacó las medidas económicas de Temer. Pero aunque los registros han bajado, todavía es algo que preocupa, y mucho, a la Casa Rosada.

Por cuestiones como estas resulta interesante ver la estabilidad que mantuvo Brasil, un país que en los últimos años tuvo una presidente destituido por juicio político (Dilma Rousseff en 2016) y a un ex jefe de Estado preso (Lula). Al mismo tiempo que gran parte del arco político está siendo investigado en la trama de corrupción conocida como Lava Jato.

Gustavo Segré, socio de Center Group y profesor de la Universidad Paulista, en diálogo con Infobae, aclaró, en primer término, que desde hace tiempo en Brasil "la economía se separó de la política y la justicia". "Hay un contexto que también tiene que ver con la cultura: la economía no está dolarizada, el brasileño no piensa en dólar". Sobre esta cuestión, recordó que la semana que Lula fue condenado a prisión el año pasado, el dólar apenas bajó 2,84%. "En un país como Argentina, si la condenan a prisión a Cristina Kirchner, el dólar se dispara".

El especialista destacó, además, que para la estabilidad que registra el país desde comienzos de 2017 fueron importantes las políticas económicas que aplicó Temer para combatir la depresión que generó la gestión de Dilma en sus últimos años de gobierno. Como consecuencia del aumento en la cantidad de créditos, el incremento del consumo y de las tasas de interés, "entre 2014 y 2016 la economía se frenó al punto de caer casi 10%". "En dos años había perdido diez años para atrás", resumió Segré.

Con Dilma destituida, Temer asumió el poder con un paquete de reformas bajo el brazo. A comienzos de 2017, el gobierno aseguró que la economía empezó a superar la severa recesión de los últimos años, a partir de medidas aplicadas en el marco de un fuerte ajuste fiscal, que incluyó el congelamiento del gasto público por las próximas dos décadas y el avance en planes de privatizaciones y concesiones.

Dante Sica, director de la consultora Abeceb, también en diálogo con este medio, destacó por su parte la consistencia que mantuvo Brasil desde el lanzamiento del Plan Real: "Desde el brote de la hiperinflación en los años 90, Brasil tuvo una consistencia en su economía macro (…) De alguna manera logró ganarle la batalla a la inflación".

Las políticas económicas de Dilma
Las políticas económicas de Dilma Rousseff provocaron una fuerte recesión en la economía brasileña (AP)

"A partir de ese momento fueron muy firmes y constantes en sus políticas fiscales", explicó. Y, en línea con Segré, consideró que el momento de mayor "inconsistencia" se dio durante la época de Dilma.

Pese a que la inestabilidad política lleva años, producto de las investigaciones por el Lava Jato, Sica aseguró que "los operadores del mercado internalizaron la volatidad política": "La detención de Lula es un hecho más de lo que se vino dando en los últimos años".

Para Segré, incluso, la inhabilitación política a Lula para ser candidato en las presidenciales le lleva mayor tranquilidad al mercado: "La economía está tranquila porque entiende que el único riesgo para el mercado es Lula da Silva". "Cuanto más lejos está de la campaña, y en consecuencia de la presidencia, el mercado está tranquilo. Era el único que había radicalizado a la izquierda".

Temer aplicó una serie de
Temer aplicó una serie de medidas en el marco de un fuerte ajuste fiscal (Reuters)

Por su cuestión judicial, el director de Center Group opinó que el ex presidente necesitaba volver al Palacio de Planalto. Para ello "necesitaba votos". Es decir, más planes sociales y políticas populistas que amenazaban con provocar un descalabro económico.

Con Lula fuera de carrera, Segré consideró que los resultados de octubre, a priori, no influirán tan significativamente en el rumbo económico. Estimó que la inflación a fin de año estará todavía por debajo del 3%. El año pasado fue del 2,48%. Mientras que el crecimiento para fin de año se prevé que sea de un 2,4%, luego del 1% de 2017.   

Lula fue condenado a 12
Lula fue condenado a 12 años y un mes de prisión por corrupción (AFP)

Sica, en tanto, apuntó que el año que viene, "si el contexto internacional continúa como hasta ahora, que garantice a los actores económicos mantener el paquete de reformas", Brasil puede llegar a crecer cerca del 4%.

Más allá de nombres propios -presidentes, ministros de economía, candidatos- y de algunos momentos de cierta inestabilidad, Segré y Sica coincidieron en que cuando se mantiene un plan con un meta fija "al final se ven los resultados".

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