Las imágenes hablan por sí solas. La violencia en Río de Janeiro no solo no cedió en los últimos días pese a la intervención militar, sino que por el contrario se recrudeció. El propio presidente de Brasil, Michel Temer, reconoció que las bandas criminales tomaron prácticamente el control de la ciudad.
Cuerpos cubiertos de sangre y el ruido de los intensos tiroteos son la postal de una ciudad en donde la violencia se ha intensificado progresivamente desde 2016, año en el que se llevaron a cabo los Juegos Olímpicos y que vio el fracaso de la política de seguridad pública.
Pero en las últimas horas la brutalidad escaló como nunca antes, por lo que el jefe de Estado decidió dejar en manos del Ejército la seguridad de Río.
Las imágenes que fueron tomadas en medio de los operativos de las fuerzas armadas son realmente escalofriantes. Criminales abatidos en el suelo con disparos en el cuerpo, y cubiertos de sangre; armas confiscadas; y una excesiva presencia militar en las calles cariocas reflejan lo que se vivió en las últimas horas.
Maria Laura Canineu, directora en Brasil de Human Rights Watch, mostró su preocupación por la alarmante situación que vive Río de Janeiro: "El aumento de la criminalidad violenta, de los tiroteos en comunidades pobres, de los homicidios causados por la acción policial y de los homicidios de policías en los últimos años muestra un deterioro muy grave de la seguridad pública en Río de Janeiro".
Asimismo, también expresó su preocupación por la fuerte presencia militar: "La decisión de colocar a un general del ejército al mando de las policías civil y militar de Río de Janeiro es bastante preocupante. Río de Janeiro necesita perfeccionar la actuación de la policía y, para ello, necesita un especialista en policía, no un experto en guerra".
Temer sumó este lunes los avales de órganos consultivos del poder al decreto que deja en manos del Ejército la seguridad en Río de Janeiro.
De acuerdo con la aplicación Fuego Cruzado, que contabiliza los tiroteos en Río, entre el viernes –cuando se anunció la intervención– y la medianoche del domingo, se registraron 88 enfrentamientos –20 por encima de la media–, con 14 muertos, 21 heridos y 19 operativos policiales.
Temer justificó este fin de semana su decisión, inédita en Brasil, ante el aumento de la violencia en el estado de Río y el avance del crimen organizado que el presidente calificó como una "metástasis" que se extiende por el país.
La guerra entre milicias y el narcotráfico son el principal foco de preocupación de las autoridades. Asimismo, la crisis financiera del estado, que se encuentra prácticamente quebrado, también dificulta la lucha contra la violencia.
Temer se reunió con el Consejo de la República –creado para asesorar al presidente en episodios de crisis– y el Consejo de Defensa Nacional, que incluye a altos mandos del Ejército, así como con miembros de su gobierno y legisladores.
El mandatario no ha concretado aún el alcance de la intervención ni los límites de actuación del Ejército, que estará comandado hasta el 31 de diciembre por el general Walter Souza Braga Netto, con experiencia en tareas de seguridad durante los Juegos Olímpicos de 2016.
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