La ex presidenta Dilma Rousseff afirmó que considera que Brasil será ingobernable si la justicia invalida la candidatura de Lula para las elecciones de octubre, a días de que una corte defina si ratifica la condena a casi 10 años de cárcel del ex mandatario de izquierda.
El fallo de la segunda instancia sobre el caso en el que Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) está acusado de recibir un apartamento tríplex de la constructora OAS a cambio de obras en Petrobras podría alterar todos los escenarios políticos de la mayor economía latinoamericana.
"Cualquier gobierno que asuma, ganando las elecciones de 2018, sin que haya un proceso electoral transparente y correcto, sin maniobras para invalidar candidatos como Lula, no conseguirá gobernar este país", dijo Rousseff a la AFP en una entrevista telefónica desde Porto Alegre.
Lula encabeza los sondeos de intención de voto y una confirmación de la sentencia puede hacer descarrilar su candidatura y hasta llevarlo a prisión.
Para Rousseff, de 70 años, que perdió su presidencia en 2016 a manos del Congreso por manipular las cuentas públicas, Lula es la figura que puede calmar las aguas en el país.
"No creo que insistir en el uso político del sistema judicial estabilice y haga crecer al país. Lula puede ayudar a dar vuelta esta página, ayudar en un periodo de transición entre este momento y una reconstrucción. Vamos a tener que intentar curar las heridas y recomponer el país", afirmó.
Tristeza
Rousseff vive en el barrio Tristeza de Porto Alegre, cerca de su hija y de sus nietos. En esa ciudad será juzgado el caso de Lula y el PT espera inundar sus calles con sus partidarios.
Temiendo un desborde, las autoridades locales pidieron ayuda del ejército y casi en simultáneo, la senadora Gleisi Hoffmann, presidenta del PT, afirmó que si querían arrestar a Lula tendrían "que matar gente".
Rousseff, sin embargo, negó esa posibilidad.
"Lo que hay es indignación y la indignación es un sentimiento pacífico, democrático (…) Esa indignación es una expresión de la conciencia de una injusticia y una persecución política", dijo interpretando la polémica frase de Hoffmann.
Además del caso del tríplex de Guarujá (un balneario de San Pablo), Lula enfrenta otros seis juicios y dos denuncias por corrupción, tráfico de influencia, lavado de dinero y formación de organización delictiva.
Pero para su sucesora, el hombre cuya agenda política sacó a Brasil del mapa del hambre de la ONU no irá a prisión.
"No creo en esa posibilidad. No van a querer crear un héroe más grande de lo que ya es", concluyó.
Convencida de la existencia de una conspiración de sectores judiciales, políticos y empresarios para neutralizar al PT, Rousseff sostiene que el presente electoral de Lula es la razón de la embestida en los tribunales.
Pretendían "destruir al PT, destruir a su mayor líder, pero les salió mal porque todas las encuestan muestran una intención de voto creciente de Lula", apuntó.
Activa en las redes sociales, donde continúa presentándose como "presidenta electa de Brasil", Rousseff dice que aún evalúa una eventual candidatura al Congreso y concentra sus esfuerzos en defender a Lula, quien tiene un abundante listado de procesos judiciales.
Damian Wroclavsky para AFP
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