El presidente de Brasil, Michel Temer, sancionó una ley aprobada este mes por el Congreso y que ofrece millonarios y cuestionados incentivos fiscales hasta el año 2040 a las empresas petroleras que operen en su país.
La medida, que prorroga y amplía incentivos que ya habían sido ofrecidos en 1999, generó numerosas críticas de los partidos de la oposición, que calculan en cerca de un billón de reales (unos 303.030 millones de dólares) el total de recursos que las petroleras dejarán de pagar en impuestos en Brasil hasta el año 2040.
De acuerdo con la oposición, la legislación favorecerá a un sector de multinacionales que figuran entre las que más ganancias generan en el mundo y las que más contribuyen para la emisión de gases contaminantes.
El régimen tributario especial aprobado, que comenzará a regir en 2018, se extiende a las actividades de exploración, desarrollo y producción de petróleo y gas natural en Brasil.
La medida suspende los tributos cobrados sobre la importación de bienes y equipos usados en estas actividades y que permanecerán de forma definitiva en el país.
Igualmente reduce los impuestos a las empresas que importen o adquieran en Brasil materias primas y productos intermediarios destinados a sus actividades.
Los partidos oficialistas alegan que Brasil necesita incentivar a las empresas que pueden explotar el presal, las gigantescas reservas descubiertas en aguas profundas del océano Atlántico por debajo de una capa de sal de dos kilómetros de espesor y que pueden convertir a este país en uno de los mayores exportadores mundiales de crudo.
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