Resulta imposible hablar de la historia reciente del Perú sin hacer referencia a Alberto Fujimori, el presidente que se convirtió en dictador sobre el final del milenio, y que luego fue condenado por crímenes de lesa humanidad y encarcelado hasta este lunes de Navidad, cuando el el actual mandatario Pedro Pablo Kuczynski le concedió un polémico indulto.
La historia política de Fujimori llegó a punto más alto en 1990, cuando el ingeniero agrónomo peruano-japonés se convirtió en presidente del Perú tras vencer al Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa.
Pero a pesar de su triunfo con el 62,4% en segunda vuelta, Fujimori no logró constituir una mayoría fuerte en el Parlamento.
En ese momento la amenaza de la guerrilla de Sendero Luminoso mantenía su poder, y el presidente pidió poderes especiales al Congreso para combatirla. No sólo le fueron negados, si no que la Cámara de Senadores comenzó a investigarlo por sus presuntas violaciones de Derechos Humanos.
Fujimori no quiso seguir negociando. Citando la "actitud irresponsable y negativa de los parlamentarios que pretenden maniatar al jefe de Estado", sencillamente disolvió el Congreso de la República.
Así nació el "Fujimorazo", el golpe de Estado que lo mantuvo en el poder hasta el año 2000 y por el cual también se intervino la justicia, el Consejo Nacional de la Magistratura, la Contraloría General y el Tribunal de Garantías Constitucionales, como recuerda El Comercio, además de ejercer una fuerte presión sobre los medios de comunicación.
El presidente devenido en dictador gobernó entonces el autodenominado "Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional" bajo el silencio de la Organización de los Estados Americanos (OEA), que no se pronunció ni movilizó para activar la Carta Democrática, y mientras que el Congreso continuaba reuniéndose en secreto.
Su primer gobierno estuvo marcado por las repetidas violaciones a los derechos humanos en la lucha contra Sendero Luminoso, una política económica orientada al ajuste y el control de la inflación, y la corta guerra con Ecuador.
Fue reelegido en 1995 tras modificar una ley que le impedía postularse y con el apoyo de un nuevo congreso oficialista. Entonces avanzó en su control de los medios de comunicación y su gobierno comenzó a sumar hechos de corrupción.
En el 2000 intentó lanzarse a un tercer gobierno, pero la corrupción, la situación económica y las tensiones políticas crearon un clima insostenible. Fujimori viajó a una Cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico en Brunei, y en lugar de retornar a Perú se quedó en Japón, país donde poseía también ciudadanía.
Poco tiempo después envió su renuncia por fax.
Durante cinco años Fujimori vivió exiliado en Japón, mientras la justicia peruana comenzaba a investigarlo y a pedir su extradición. En 2005 viajó a Chile, en medio de un intento por retornar a la política, pero fue finalmente extraditado y juzgado en su país dos años después.
En ese momento comenzó a crecer la figura de su hija, Keiko Fujimori, quien ya había participado del gobierno de su padre. Tras el exilio de Alberto, lideró a los fujimoristas, en 2006 se convirtió en congresista y este año compitió en las elecciones presidenciales obteniendo buenos resultados a pesar de la derrota.
Por su parte el ex presidente peruano fue condenado en 2009 a 25 años de prisión por la matanza de 25 personas en dos masacres. En la primera, 15 personas erróneamente identificadas como miembros de Sendero Luminoso fueron asesinadas en 1991 por el Grupo Colina, un destacamento paramilitar formado por miembros del Ejército de Perú, en Barrios Altos, Lima.
En la segunda, un profesor y nueve estudiantes de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, en La Cantuta, fueron desaparecidos en 1992 por mismo grupo, que según la justicia cumplía órdenes de Fujimori.
Además de estos hechos, el mandatario también fue condenado por ordenar allanamientos ilegales, pago de sobornos, usurpación de funciones, secuestros y por desviar fondos para comprar líneas editoriales en diferentes diarios.
Desde entonces Fujimori se encontraba en prisión en el Penal Barbadillo, en Lima. Sufre serios problemas de salud que lo forzaron a hospitalizarse continuamente.
A sus 79 años el indultado ya fue operado seis veces de cáncer de lengua, enfermedad que no ha podido curar, y tiene también problemas vasculares y arteriales, según destacó El Comercio.
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