Escándalo en Río de Janeiro: el ministro de Justicia de Brasil vinculó a la Policía con el crimen organizado

Torquato Jardim afirmó que el gobierno local no tiene control sobre su Policía Militar y denunció la relación de comandantes de la fuerza con los grupos criminales

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Militares en Rocinha, la mayor
Militares en Rocinha, la mayor favela de Río de Janeiro, el 23 de septiembre (AFP)

En plena crisis de seguridad, el ministro de Justicia de Brasil, Torquato Jardim, afirmó que el Gobierno de Río de Janeiro no tiene control sobre su Policía Militar y denunció la vinculación de comandantes de la fuerza con el crimen organizado, según medios locales.

Los explosivos comentarios del ministro a un blog del portal brasileño UOL han desatado un escándalo en Río de Janeiro, que vive una ola de violencia que se ha cobrado miles de vidas en los últimos meses.

"Tuvimos conversaciones durísimas, tanto yo solo, como Raul Jungmann (ministro de Defensa) y Sérgio Etchengoyen (ministro del Gabinete de Seguridad Institucional), con el secretario de Seguridad del estado y el gobernador. No tienen mando" señaló el ministro sobre la Policía Militar,  según el portal brasileño.

A su juicio, con los jefes del narcotráfico en prisión, el crimen organizado opera de forma más horizontal y más difícil de controlar.

(Reuters)
(Reuters)

"Es entonces cuando los comandantes de los batallones pasan a tener influencia. No tienen un jefe para controlar. Cada uno se queda como dueño de una facción. Hoy los comandantes son socios del crimen organizado en Río", afirmó el ministro, según UOL.

Según el funcionario, la grave crisis de seguridad que afecta a Río solo se resolverá a partir de 2019, con un nuevo gobernador o un nuevo presidente.

"Con el actual gobierno de Río no será posible", agregó.

Las declaraciones del ministro cayeron como un jarro de agua fría sobre el gobernador, Luiz Fernando Pezão, quien afirmó que ni el Gobierno de Río ni la Policía Militar negocian con el crimen organizado.

La ola de violencia ha convertido a Río de Janeiro en uno de los estados más inseguros de Brasil, un país donde el pasado año se registraron más de 61.600 homicidios, un promedio de siete por hora, cifra equivalente a las víctimas provocadas por la bomba atómica arrojada sobre Nagasaki en 1945.

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