La imagen de vanguardia tecnológica, disrupción social e informalidad que presenta Silicon Valley, sumada a las ganancias multimillonarias de algunos exponentes como Alphabet, Apple o Amazon, se ha convertido en un símbolo de la época que todos parecen querer replicar pero que América Latina aún luchar por incorporar.
Al respecto, la directora en Capital Emprendedor del Fondo Multilateral de Inversión (Fomin), Susana García Robles, destacó el miércoles que en los últimos tiempos los gobiernos latinoamericanos están viendo "un vínculo muy directo entre crecimiento económico y una economía del conocimiento y la innovación", al tiempo que advirtió sobre las dificultades que los emprendedores enfrentan.
"La región no tiene de por sí países que califiquen como economías de la innovación, tenemos economías más orientadas a la eficiencia o los factores", señaló Robles, quien también es asesora en innovación en el Fomin, parte del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
"Pero lo que empezamos a ver como positivo es bolsillos donde sí podemos hablar de innovación, en Medellín, en Monterrey, en Argentina también y no sólo en Buenos Aires", agregó.
Robles, que entre sus funciones en Fomin supervisa fondos de Capital Emprendedor (Venture Capital) para startups tecnológicas, disertó el miércoles sobre "La nueva marca emprendedora de Latino América" durante el Foro de Periodismo de Innovación organizado el miércoles en Buenos Aires, Argentina, por el fondo de inversión Nxtp Labs y donde se discutieron las oportunidades y desafíos de los emprendedores en la región.
La asesora del BID recordó la fascinación que existe en el medio con la región de Silicon Valley, en Estados Unidos, o Israel, en medio oriente, como ejemplos vibrantes de desarrollo tecnológico y emprendorismo.
Pero esta búsqueda de entender y emular a estos polos, tanto en su innovación como en sus métodos de financiamiento, ha llevado a que América Latina fuera vista como una región de "copycats", de creación de productos y servicios que no son realmente innovadores sino copias locales de lo desarrollado en otros lugares del mundo, muchas de ellas muy exitosas y creando incluso adaptaciones locales más pertinentes.
Entre estas podríamos mencionar Faceglória, el clon brasileño de Facebook orientado a los cristianos evangélicos; Idea.me, sitio argentino de crowdsourcing basado en Kickstarter; o Ubimovil, el Uber chileno.
En un reciente artículo que publicó en The Huffington Post, Robles recuerda que la palabra emprendedor no existía en la región en los años 90, y que pronto comenzó asociarse simplemente con los desempleados en una región con escasa tolerancia al fracaso.
Pero en los años siguientes el término y otros relacionados, como innovación y capital de riesgo, comenzar a dejar de ser vistos como elitistas para convertirse en un "imperativo para el crecimiento económico".
"Lo que veo en los últimos cinco años es que me parece que finalmente hemos entendido que ni vamos a ser los aspirantes a Silicon Valley o Israel, que tenemos nuestra propia teoría", indicó Robles, quien reconoce que el camino de los emprendedores "es durísimo" pero que en América Latina se está empezando a entender que es "un camino legítimo y viable".
"La 'salsa' de latinoamérica es emprendedores más tecnología más frustración: los emprendedores ven las posibilidades en otros países de tener acceso al agua limpia, al saneamiento en las calles, a energía renovable, a que sea fácil conseguir financiamiento, a vivienda digna, a salud y educación de una manera más democratizada", consideró.
Esta frustración también se enmarca en algunas economías de la región aún anticuadas y en enormes cantidades de recursos naturales que no han reportado la mejora que se esperaba en la vida de las personas.
A manera de ejemplo de un proyecto innovador que diera cuenta de situaciones de este tipo, Robles citó el caso de las iniciativas de telemedicina, que han recibido apoyo del BID y que permitieron la llegada de asistencia médica a distancia en regiones rurales y empobrecidas de Colombia, y que también se están reproduciendo o proyectando en Perú, Costa Rica y muchos otros países.
"La frustración es un elemento súper importante de nuestra salsa secreta, nos hace pensar en cosas que son novedosas pero realmente pueden cambiar América Latina", concluyó.
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