Los Juegos se usaron "como un trampolín para actos de corrupción de dimensión olímpica", según denunció el martes la Fiscalía brasileña, que atribuye un papel "central" al presidente del Comité Olímpico del país, Carlos Artur Nuzman, en la presunta compra de votos para la elección de Río 2016.
"Es innegable que Nuzman actuó de forma bastante presente y expresiva en el convencimiento de personas para que apoyaran la candidatura de Río de Janeiro", afirmó el martes la fiscal Fabiana Scheneider.
El presidente del Comité Olímpico Brasileño (COB) y miembro honorífico del Comité Olímpico Internacional (COI) fue el blanco de una operación policial, bautizada como "Unfair play" (Juego sucio), que movilizó a decenas de agentes en Río de Janeiro y terminó con la detención de una ex socia del empresario Arthur Cesar Soares, vinculado con el ex gobernador de Río Sergio Cabral.
En su petición para realizar la operación, la Fiscalía brasileña sostiene que "hay fuertes indicios de que Nuzman tuvo participación directa en la compra de votos para miembros del COI en la elección de la sede de los Juegos Olímpicos de 2016 y en los sobornos destinados a Sergio Cabral y enviados directamente a Papa Massata Diack, por medio de Arthur Soares".
Nuzman fue conducido a declarar ante la policía, se bloquearon sus bienes y se le retiró el pasaporte para que no pueda abandonar el país, tras la incautación de 480.000 reales (unos 115.000 dólares) durante el registro policial practicado en su vivienda.
“Nuzman es elemento central que vincula a empresarios y representantes del COI”
"Nuzman es elemento central que vincula a empresarios y representantes del COI", denunció la fiscal Schneider.
La operación es resultado de una investigación que desarrollan los fiscales brasileños con la Justicia francesa y que salpica también al ex gobernador Sergio Cabral, en prisión por corrupto, y a Papa Massata Diack, hijo del senegalés Lamine Diack, ex presidente de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) y miembro del COI.
Según los fiscales, Cabral habría recibido al menos unos 10 millones de dólares en una cuenta en el exterior a través de empresas interpuestas y de un testaferro, el empresario Arthur Cesar Soares, conocido como "el rey Arturo", quien supuestamente se encontraba en Miami y que está en busca y captura.
Además, estiman que al menos 2 millones de dólares fueron transferidos a cuentas y empresas vinculadas con Papa Massata Diack a finales de septiembre de 2009, en vísperas de la votación que el 2 de octubre eligió a Río de Janeiro como sede de los Juegos de 2016.
Según la fiscal Schneider, Massata tenía un papel fundamental porque influía en los países africanos y "este grupo suele votar unido" en las elecciones olímpicas.
De acuerdo con la investigación, Massata estaría envuelto en otros casos de corrupción vinculados a la elección de Tokio como sede olímpica. "Aquella fue una operación menos sofisticada porque en Brasil tenemos mayor complejidad, con empresas interpuestas y nombres de terceros", apuntó la fiscal brasileña.
La operación "Unfair play" se produce poco más de un año después de la celebración de los Juegos, en un Río muy diferente al que acogió la cita olímpica, militarizado, marcado por la crisis, la violencia y ahogado por la corrupción.
Un año después de la fiesta olímpica, los brasileños no saben todavía cuál es el balance de los Juegos, pero ya han empezado a pagar una factura demasiado alta, tras el escándalo provocado por los desvíos de cientos de millones de dólares en las partidas destinadas a infraestructuras, desde la reforma del estadio de Maracaná, al metro o las prometidas mejoras en las favelas que nunca llegaron.
Algunos de los protagonistas del "milagro" olímpico viven sus horas más bajas, como Cabral, en prisión, o el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, en libertad pero condenado en primera instancia a nueve años y medio por corrupción.
El golpe del martes no ha debido tomar por sorpresa a Nuzman, cuya gestión estaba en entredicho desde hace años y que tras la clausura de los Juegos de Río ha visto declinar su estrella pese a su estrecha amistad con el presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach.
El propio Bach pedía hace apenas un mes "paciencia" para valorar el "legado" de Río 2016.
"Los aspectos positivos están ahí, pero también los desafíos. Vamos a ver en qué queda el legado", apuntaba entonces.
"Es una vergüenza para el país", señaló el martes uno de los fiscales de la operación "Juego sucio".
Mar Marín para EFE
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