Mientras el exilio en Miami festejó durante todo el fin de semana la muerte de Fidel Castro en las calles, los disidentes en Cuba se abstuvieron de manifestarse. Encerrados en sus casas, aseguraron que esperan más represión.
Ninguno salió a la calle ni festejó para no desentonar con el duelo nacional de nueve días, pero en privado se alegraron por el fallecimiento del dictador cubano el viernes a los 90 años.
"No nos alegramos de la muerte de un hombre, de un ser humano, lo que sí nos alegramos es de la muerte de los dictadores", explicó Berta Soler, líder de las Damas de Blanco.
Durante 48 años en el Gobierno, Fidel trató a los disidentes con mano de hierro. En 2003 ordenó la detención de 75 de ellos, que fueron condenados a largas penas de prisión. Sus esposas y madres formaron entonces el grupo Damas de Blanco para exigir su liberación, que finalmente obtuvieron gracias a la mediación de la Iglesia católica ante Raúl Castro, quien sustituyó en el poder a su hermano enfermo en 2006.
"Sí nos alegramos de la muerte de una persona que le ha causado tanto daño y dolor al pueblo cubano", confesó su esposo, Angel Moya (52), quien cumplió casi ocho años de prisión.
La organización, que suele sufrir represión por sus marchas dominicales, suspendió su acto este domingo para evitar tensiones. Además de abstenerse de celebrar públicamente, la dividida oposición coincide en un temor: una ola de amedrentamiento ahora que Fidel no está y su hermano Raúl necesita afianzarse de cara a su relevo en el Gobierno en 2018.
La represión "va a continuar, va a ser peor, se va a recrudecer, puesto que el apoyo de Raúl Castro era Fidel", dice Soler.
Por su parte, Marta Betariz Roque, la única mujer del grupo de los 75 encarcelados, cree que incluso antes de que Fidel muriera ya Raúl había apretado las tuercas. "La represión al pueblo es grandísima, pues las personas tienen muchas limitaciones y prohibiciones", protestó.
Coincide en esa impresión el ex preso político José Daniel Ferrer, líder de la Unión Patriótica de Cuba, quien augura para las próximas semanas "más control y represión contra la disidencia y cualquier sector de la población que represente un peligro para la dictadura".
Para Ferrer, la desaparición de Fidel Castro, con 90 años, "poco significa porque la población se había acostumbrado a que no apareciera en los medios de comunicación ni en la vida pública".
Un sector de la disidencia cubana no esconde su resentimiento con el saliente mandatario estadounidense Barack Obama por el restablecimiento de relaciones con Cuba. Soler le reprocha específicamente haber ignorado la represión y "empoderar al régimen cubano" y no a la sociedad civil, como prometió.
Pero con Donald Trump a las puertas de la Casa Blanca, la oposición espera un nuevo impulso. "Estamos esperanzados con esta nueva administración de los Estados Unidos, en que por lo menos el gobierno cubano sea condenado con energía; sea condenado con firmeza por las violaciones reiteradas de los derechos humanos", dice Moya.
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Con información de EFE y AFP