Sebastian Coe, el jefe del atletismo, quiere toda la tarta

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Natalia Arriaga

Madrid, 18 mar (EFE).- Sebastian Coe, presidente de World Athletics (WA), la federación internacional del principal deporte olímpico, no se conforma con un trozo de la tarta: ahora dobla la apuesta con su candidatura a presidir el Comité Olímpico Internacional (COI), un cargo que le daría autoridad sobre la totalidad de los Juegos y que completaría un currículum sobresaliente.

Tras ser campeón olímpico, miembro del Parlamento, responsable de la candidatura y de la organización de los Juegos de Londres 2012, presidente del comité olímpico británico, presidente de la federación de atletismo y directivo de la poderosa agencia de márketing Wasserman... ¿qué le queda por hacer a Lord Coe? Solo ser presidente del COI.

"He estado toda la vida entrenando para ese puesto", asegura.

Para ello presenta un programa en el que defiende que "hay que dar prioridad al público" para satisfacer "lo que quiere, cuando lo quiera y donde lo quiera". Y aunque "es importante que cada deporte tome sus propias decisiones", el COI tiene que "crear el contexto adecuado y brindarles orientación".

Sebastian Coe nació en Londres en 1956 y fue uno de los mediofondistas más destacados de la segunda mitad del siglo XX. Ganó dos oros olímpicos, en Moscú'80 y Los Ángeles'84 en los 1.500 m y dos platas en los 800 m en esas mismas ediciones. Durante su carrera estableció doce récords mundiales en pruebas de media distancia.

Pese a que con el tiempo representaría políticamente a los 'tories', en 1980 ignoró la decisión de Margaret Thatcher de boicotear los Juegos de Moscú y contribuyó a que se diera libertad de elección a los deportistas. Desde entonces se convirtió en 'favorito' del nuevo presidente del COI, el español Juan Antonio Samaranch, que en 1981 le incluyó en la primera Comisión de Atletas del organismo.

Fue en 1990 cuando Coe se retiró de las pistas y se pasó a la política. Dos años después ya era miembro del Parlamento.

Su papel fue decisivo para que la candidatura de Londres se hiciese con la sede de los Juegos de 2012 ante rivales del calibre de París, Madrid, Moscú y Nueva York. Según el libro "La carrera por los Juegos de 2012" (Mike Lee, 2006), que analiza aquella campaña, Coe formó junto al primer ministro Tony Blair y al futbolista David Beckham "un lobby frenético" para convencer a los votantes. Su secreto, un acercamiento humilde para "escuchar", más que para promocionarse.

Esta puede ser de nuevo la receta de Coe ('Llámame Seb', dice para abrir cualquier conversación) en su reto de llegar a la cima de la dirigencia deportiva mundial: escuchar las demandas de una asamblea muy heterogénea, en la que conviven desde grandes deportistas a actores y miembros de la realeza.

Pero al exatleta no le tiembla el pulso a la hora de tomar decisiones si cree que son las acertadas, aunque no gocen de consenso. Así ocurrió con la inclusión en el programa olímpico de una prueba sin solera como el relevo mixto de marcha o con el pago de premios en metálico para los campeones olímpicos, inaugurado en París 2024.

Esta medida fue muy cuestionada por los miembros del COI que representan a otros deportes y puede ser un de los principales obstáculos para su elección... salvo que Coe, un gran argumentador, les convenza de que la "modernización del sistema de ingresos" que propone vaya a generar dinero para todos.

"He trabajado en todos los escenarios. Eso es lo que me hace distinto", ha asegurado el candidato para hacer valer su experiencia sobre la de sus rivales. En una competición de currículums, nadie le gana. EFE