Guerra entre grandes patrones franceses por la subida de impuestos que promete el Gobierno

Guardar

París, 31 ene (EFE).- El impuesto extraordinario que anuncia el Gobierno francés a las grandes empresas del país para reducir el déficit público ha abierto una guerra verbal entre dos de los más emblemáticos patrones de Francia, el dueño del gigante del lujo LVMH, Bernard Arnault, y el del grupo de supermercados Leclerc, Édouard Leclerc.

Después de que Arnault, considerado la primera fortuna de Francia, asegurara el pasado miércoles que ese impuesto "incita a la deslocalización", Édouard Leclerc le respondió este viernes acusándole de "chantaje" y de falta de patriotismo.

Unas palabras que han sentado mal al dueño de LVMH, que negó querer marcharse del país y acusó a Leclerc, dueño de una de las principales cadenas de hipermercados del país, de "exprimir" a los pequeños productores.

La polémica comenzó cuando Arnault, recién regresado de asistir como invitado en Washington a la toma de posesión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, criticó con dureza el proyecto de presupuestos que se elabora en Francia, que incluye un aumento de impuestos para las mayores empresas.

"En Estados Unidos uno tiene la impresión de que te acogen con los brazos abiertos, los impuestos van a bajar un 15 % (...) Aquí van a aumentar los impuestos a las empresas que fabrican en Francia un 40 % (...) Es ideal para incitar a la deslocalización", dijo durante la presentación de los resultados de su grupo en 2024, marcados por un descenso del 17 % de sus beneficios.

Sus palabras encontraron eco en otros grandes patrones del país, en medio de la negociación parlamentaria sobre el presupuesto, pero ninguno le apoyó en público.

Al contrario, Leclerc le respondió públicamente en la cadena LCI: "No es muy positivo que uno de los hombres más ricos de Francia diga que 'si no me va bien, me voy del país (...) A mi no me lo escucharán decir", señaló.

"La mayoría de los empresarios somos gentes de la tierra, sabemos de dónde venimos y lo que le debemos a nuestro país, ninguno se permitiría hacer un chantaje como ese", agregó.

Las palabras de Leclerc, al frente de un importante grupo pero muy lejos de las dimensiones de LVMH, dueño de marcas como Louis Vuitton, Dior, Givenchy, Kenzo, Loewe, Guerlain o Bulgari, debieron molestar profundamente a Arnault, que a través de las redes sociales de su grupo respondió con vehemencia.

En primer lugar negó buscar la salida de su empresa de Francia donde, dijo, emplean "directa o indirectamente" a 200.000 personas y son la empresa privada que más trabajadores contrata cada año.

"Es justamente porque amo Francia que quiero que siga siendo competitiva y por ello quise alertar de las medidas que me parecen contraproducentes", agregó.

Enseguida, el hombre más rico de Francia cargó con dureza contra Leclerc, a quien aconseja "vender en sus supermercados más productos franceses y dejar de exprimir a sus proveedores franceses (...) para obtener de ellos precios más bajos".

"Que muestre así su patriotismo, en lugar de hacerlo criticando a un grupo que hace brillar a Francia en el mundo con sus artesanos y sus proveedores, a los que ayuda a desarrollarse en nuestro país", continuó.

En medio de esa polémica, la líder del sindicato CGT, Sophie Binet, acusó a algunos empresarios de "olvidarse del interés general" y estar "embrujados por el beneficio", al tiempo que señaló que "las ratas abandonan el barco".

"Nunca en Francia las empresas han pagado tan pocos impuestos. Nunca las ayudas a las empresas han sido tan elevadas", dijo la sindicalista que, agregó, eso no ha impedido que "se multipliquen los despidos en una situación catastrófica". EFE