Los orígenes de las autoridades interinas de Siria, un bastión y un pasado oscuro

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Idlib (Siria), 8 ene (EFE).- Con la caída del régimen de Bachar al Asad hace hoy un mes, Siria ha pasado a ser gobernada por unas autoridades interinas emergidas de los grupos que le derrocaron, liderados por la alianza islamista Organismo de Liberación del Levante, y de una provincia que durante años fue el último bastión opositor del país.

Idlib, en el noroeste del país, se ha vaciado de los altos cargos que hasta hace apenas un mes administraban de facto la región bajo el Gobierno de Salvación, el brazo civil del Organismo establecido en 2017. "No encontrarás a nadie en la oficina del 'amir', solo están sus ayudantes", comenta un ciudadano.

El 'amir' (príncipe en árabe) era el gobernador de Idlib, Mohamed al Bashir, quien ahora actúa como primer ministro interino sirio desde Damasco, al frente de un Gabinete que ha asumido temporalmente las riendas hasta comienzos de marzo, aún acechado por el pasado de algunos de sus miembros.

En los últimos días, se ha hecho viral en las redes sociales un vídeo grabado en 2015 que supuestamente muestra al actual ministro interino de Justicia, Shadi al Waisi, entonces un juez de la 'sharía' o ley islámica en Idlib, supervisando la ejecución de una mujer acusada de prostitución.

La red de verificación de datos Verify Syria afirmó en un comunicado que ha podido "confirmar" que la persona que aparece en las imágenes es Al Waisi, tras un proceso "exhaustivo" para el que utilizó sistemas de reconocimiento facial y de voz.

Los islamistas tratan de trasmitir que ideologías y prácticas como esta han quedado enterradas en el pasado.

"Hace cuatro años era impensable que una mujer fuera con un velo flojo", comenta a EFE un vecino de Idlib, capital de la provincia homónima, que prefiere mantener el anonimato.

En las calles de la ciudad, tal atuendo está muy lejos de ser la norma aún hoy en día y despierta ceños fruncidos entre la población local, mientras muchas mujeres abordan su día a día bajo largas túnicas negras completadas con guantes para ocultar las manos y 'niqabs' que solo dejan ver sus ojos.

Según el vecino, los estándares de vestimenta se van aflojando y últimamente se va aceptando un velo colocado de forma casual según van llegando a Idlib de visita algunas "chicas simpáticas de Hama (noroeste) o Homs (centro)".

Frente a ello, relata un antiguo incidente con la "policía de la moral" del Organismo de Liberación del Levante, que trató de imponer el velo completo de cara a su hija de entonces 13 años pese a que ya a su corta edad se cubría el cabello y vestía con túnicas largas hasta los tobillos.

Otros residentes comentan que hace un tiempo tampoco se permitía poner música en las cafeterías locales o fumar pipas de agua en los establecimientos, algo que ha comenzado a cambiar desde el derrocamiento de Al Asad y la llegada de los islamistas al poder para la etapa de transición.

Pese a los miedos iniciales, su expansión al resto del país no ha hecho cambiar las tradiciones que se mantenían en las áreas antes controladas por el régimen sirio, donde las minorías religiosas continúan por ahora con sus estilos de vida e incluso los bares siguen sirviendo bebidas alcohólicas con normalidad.

Así, las autoridades interinas, preocupadas por reconstruir el país y el levantamiento de las sanciones internacionales, tratan de consolidar su apuesta por la inclusión y enterrar un pasado con vínculos al grupo yihadista Estado Islámico (EI) y a la red terrorista Al Qaeda.

El nuevo hombre fuerte de Siria, Ahmed al Sharaa, fundó y lideró la rama siria de Al Qaeda entonces conocida como Frente al Nusra, a petición del ya muerto Abu Bakr al Bagdadi, quien más tarde se convertiría en el primer máximo jefe del EI.

En los días anteriores a la toma de Damasco, dejó de usar su nombre de guerra, Abu Mohamed al Jolani, dando un paso más en un proceso de avanzar hacia una imagen más moderada que había comenzado años atrás con una primera entrevista mediática y un nuevo 'look' de barba corta y atuendo occidentalizado.

Hoy, Al Sharaa recibe a delegaciones internacionales en palacios de Damasco y, para Estados Unidos, su paradero ya no merece una recompensa de 10 millones de dólares. EFE

(foto) (vídeo)

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