El Líbano enfrenta su primera votación presidencial de posguerra tras dos años de vacío

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Beirut, 8 ene (EFE).- El Parlamento del Líbano se reúne mañana, jueves, para tratar de poner fin a más de dos años de vacío en la jefatura de Estado del país, en su primera votación para elegir un presidente tras la guerra del pasado otoño con Israel y 18 meses después de que se convocara la última sesión parlamentaria con este fin.

El jefe del Legislativo, Nabih Berri, anunció esta esperada votación tan solo un día después de la entrada en vigor de un alto el fuego con Israel a finales del pasado noviembre, en medio de una creciente presión internacional para que el país nombre a un jefe de Estado antes de que finalice ese acuerdo de 60 días.

El Líbano lleva sin presidente desde que en octubre de 2022 expirara el mandato de Michel Aoun, pues los diferentes bloques políticos han sido incapaces de acordar un candidato de consenso que consiga recabar apoyos suficientes, haciendo fracasar más de una decena de jornadas electorales en la Cámara.

Según la Constitución libanesa, el presidente del país es elegido por una mayoría del Congreso y es un puesto reservado para un miembro de la comunidad cristiana maronita.

La última de las sesiones para votar a un nuevo mandatario tuvo lugar hace ya año y medio, y Berri se había negado a convocar una nueva hasta que se rompiera el punto muerto.

Sin embargo, desde entonces no lograron alcanzar este objetivo ni los llamados al diálogo por parte del presidente del Parlamento ni iniciativas para destrabar la situación como la del denominado 'Comité de los Cinco', formado por Estados Unidos, Francia, Arabia Saudí, Egipto y Catar.

El conflicto iniciado en octubre de 2023 con Israel no hizo más que terminar de bloquear el proceso, mientras el grupo chií Hizbulá, actor clave en la vida política libanesa, pasaba a centrarse en el frente de batalla.

Durante ese largo periodo, el vacío presidencial pasó a un segundo plano, si bien en su momento el ahora asesinado líder de Hizbulá, Hasán Nasrala, había desvinculado de la guerra el punto muerto y lo había atribuido a disputas internas e injerencias extranjeras.

Hizbulá apoya al político cristiano Suleiman Franjieh, nieto del expresidente de mismo nombre, como candidato a jefe de Estado.

En las últimas votaciones, Franjieh quedó lejos de obtener los votos suficientes para salir elegido, chocando con la oposición férrea de los rivales políticos de Hizbulá y de aquellos entonces preocupados por un aumento de la influencia de Irán, el principal aliado del movimiento chií, en el Líbano.

La rama política de Hizbulá es uno de los principales partidos del país, cuenta con ministros en el Gobierno y con un número relevantes de diputados, tanto propios como algunos que votan en sintonía, incluidos aquellos de su aliado Amal, partido también chií liderado por Berri, el jefe del legislativo.

Además de Franjieh, solo otros dos candidatos llegaron a cosechar en algún momento apoyos significativos aunque insuficientes: el ya retirado de la carrera Michel Moawad y Jihad Azour, exministro libanés de Finanzas y responsable regional del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Sin embargo, de fondo, sobre la mesa, ha estado durante dos años el nombre del actual jefe del Ejército, Joseph Aoun, visto como una figura con posibilidades de ser aceptada por los múltiples bandos y supuestamente con el beneplácito de Washington.

Mientras el nombre de Aoun vuelve a tomar fuerza, el jefe de Coordinación en Hizbulá, Wafiq Safa, anunció en los últimos días que su grupo no "veta" al comandante militar como candidato, reforzando sus opciones de cara a mañana. EFE

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