Bucarest, 23 dic (EFE).- Rumanía recuerda estos días, en medio de una grave crisis política e institucional, el 35 aniversario de la revolución que puso fin a la dictadura comunista, la única revuelta de este tipo en Europa del Este que estuvo marcada por la violencia y el derramamiento de sangre.
El país vive momentos de incertidumbre después de que el Tribunal Constitucional anulara las elecciones presidenciales ante indicios de injerencia rusa y financiación ilegal en la campaña del candidato ultranacionalista Calin Georgescu, quien ganó contra todo pronóstico la primera vuelta del 24 de noviembre.
Pero mucho más turbulentos y violentos fueron los días de la revolución contra el dictador Nicolae Ceaucescu, ejecutado, junto con su esposa Elena, tras un juicio sumario el Día de Navidad de 1989.
La revuelta comenzó en los primeros días de diciembre de 1989, pocas semanas después de la caída del Muro de Berlín, en Timisoara, en el noroeste de Rumanía.
Centenares de personas desafiaron a la Policía y se reunieron delante de la casa del pastor calvinista Laszlo Tokes, al que las autoridades comunistas querían expulsar del país por haber criticado abiertamente al régimen de Ceaucescu.
Los fieles primero encendieron velas y rezaron, luego las manifestaciones se convirtieron en actos en contra del dictador, que gobernaba con mano dura desde 1965.
En esas protestas se corearon consignas como "libertad", "democracia", "abajo el dictador" o "hoy en Timisoara, mañana en todo el país", mensajes impensables pocos días antes.
Los manifestantes fueron recibidos por la policía primero con gases lacrimógenos, luego con porras y, finalmente, con balas de fuego real.
Pese a los muertos y heridos, estudiantes y sindicatos se unieron rápidamente a las protestas, en un verdadero movimiento social que se extendió en pocos días por todo el país.
El 21 de diciembre, Ceausescu dio el que iba a ser último discurso como líder del país en medio de la creciente tensión, acusando a los manifestantes de Timisoara de ser "agitadores fascistas".
En lugar de mostrar su apoyo, como pretendía el régimen, los estimados 100.000 ciudadanos reunidos en lo que hoy se llama "Plaza de la Revolución" empezaron a gritar lemas en apoyo a la gente en Timisoara, ante un confuso y sorprendido dictador.
Al día siguiente, Ceausescu intentó dar un nuevo discurso desde un balcón de la sede del Partido Comunista de Rumanía, pero ante la inminente irrupción de manifestantes en el edificio, el dictador y su esposa fueron evacuados en helicóptero.
Fueron detenidos por la Policía cerca de Targoviște, a las afueras de Bucarest, entregados al Ejército y procesados por genocidio y condenada a muerte por un improvisado tribunal del nuevo gobierno revolucionado del 'Frente de Salvación Nacional'.
La sentencia se ejecutó minutos después de su anuncio, el mismo Día de Navidad. Las imágenes de Nicolae y Elena Ceausescu fusilados por un pelotón militar recorrieron el mundo.
Según los datos del Instituto para la Investigación de los Crímenes del Comunismo, durante la revolución rumana hubo más de 1.100 muertos y unos 4.000 heridos.
Supervivientes de la revuelta se reunieron este sábado en un acto conmemorativo en el 'Cementerio de los Héroes de la Revolución' de Bucarest para recordar a las víctimas de 1989.
La revolución rumana es recordada además con exposiciones, debates públicos, conferencias, películas, obras de teatro y conciertos en todo el país.
Un ejemplo es la "(R)Evolución de las pinturas", un proyecto artístico en el que once actores del Teatro Nacional de Bucarest cuentan historias sobre obras de famosos pintores rumanos, dañadas durante los acontecimientos de 1989 y luego restauradas.
Al mismo tiempo, las marcas del diciembre revolucionario siguen visibles, como algunas pintadas de la época en la sede de la Universidad de Bucarest.
Activistas están reuniendo firmas en internet para exigir que se conserven estos mensajes como 'Estudiantes de Filología, aquí se ha matado. Pisen con respeto', que corren riesgo de desaparecer.
A mediados de diciembre, Timisoara inauguró el llamado 'Portal de la Libertad', un enorme monumento en el centro de la ciudad que conmemora a los que murieron en la lucha por la democracia.
"No basta con mirar atrás y felicitarnos por la valentía de aquella época. ¿Cómo podemos volver a unir a las personas en un mundo cada vez más fragmentado?", dijo el alcalde de la ciudad, Dominic Fritz, con motivo de la inauguración del monumento.
El edil definió el Portal como un "vínculo entre el pasado y el futuro, una ópera de luces y sonidos de Timisoara de diciembre de 1989".
"Invito a pasar para recordar y cargarnos de valor para lo que está por venir", concluyó Fritz, en referencia a la actual crisis política que atraviesa el país hoy.
La transición democrática de Rumanía, que sigue siendo uno de los países más pobres y corruptos de la Unión EuropeaE, culmina de alguna forma el próximo 1 de enero con su entrada en el espacio Schengen, de libre circulación comunitaria,
Sin embargo, la sociedad rumana está hoy dividida como nunca entre las fuerzas pro europeas, aún mayoritarias, y los partidos ultranacionalistas y de extrema derecha, que son cada vez más fuertes. EFE
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