Mohamed Siali
Qamishli (Siria) 23 dic (EFE).- La situación se ha vuelto crítica en el Centro Houri creado en Qamishli por los kurdos sirios para la rehabilitación de los hijos de combatientes del Estado Islámico (EI o Daésh), debido a que muchos de los internos, unos cien, han alcanzado la mayoría de edad y sus países de origen se niegan a aceptarlos.
En Qamishli, ubicado en el noreste de Siria, conviven niños y jóvenes de unas 20 nacionalidades que llegaron a Siria con sus padres para unirse al EI antes de la derrota militar del grupo y la captura de muchas de las familias de sus combatientes.
Los internos provienen de países como Bangladés, Turquía, Rusia, Afganistán, Pakistán, Egipto, Marruecos y Túnez, entre otros.
Sus países, no los quieren
Los niños que están siendo rehabilitados se encuentran en los centros Houri y Orkesh (50 internos), similares a dependencias de detención, mientras que otros 27.500 niños de unas 60 nacionalidades, según Unicef, están en los campamentos de Al Hol y Roj, en el noreste de Siria, que albergan a las familias de los combatientes de EI capturadas.
El director del centro Houri, Ahmed Lond, se queja de la lentitud en la repatriación de los internos a sus países. Desde la fundación del centro en 2017, solo seis han sido repatriados, mientras que los demás cumplen años sin que la Administración Autónoma kurda (autoridad de facto en la región) encuentre soluciones para su futuro.
"Comenzamos como un centro de recepción y rehabilitación de menores, pero están cumpliendo años. Ahora tienen entre 16 y 20 años, y algunos han completado el programa de rehabilitación, pero permanecen aquí porque sus países no los aceptan", añade.
Matemáticas, idiomas, historia y música para su rehabilitación
Los internos, todos varones, se benefician de un programa educativo de rehabilitación diseñado por la Unicef, que incluye cursos de matemáticas, idiomas, historia, música, y formación en oficios como peluquería y deportes, además de actividades recreativas y deportivas.
"La mayoría quiere regresar a sus países de origen, pero estos no los quieren", recalca Lond.
Muchos de estos niños han sufrido traumas significativos. Algunos fueron maltratados por el EI y obligados a presenciar y practicar actos de violencia extrema, incluidos los asesinatos.
Según Unicef, hay más de 8 millones de niños afectados por el conflicto en Siria, ya sea dentro del país o como refugiados. Mientras que más de 12.000 niños murieron en actos de violencia desde el inicio de la crisis siria en 2011.
Apasionados del Real Madrid y del Barcelona
En una de las paredes interiores del centro Houri, coronada por alambres de púas, se han pintado grandes escudos de los equipos de fútbol Real Madrid y Barcelona, junto a un campo de fútbol donde los internos juegan con destreza.
Entre los aficionados a este deporte se encuentra François (nombre ficticio), un joven francés de 19 años que llegó a Siria con su padre, de origen checheno, para luchar con EI cuando tenía 9 años.
François fue capturado por las fuerzas kurdas en 2016 durante la liberación de la ciudad de Manbech, en el norte de Siria, donde su padre murió en combate.
Este joven, que disfruta tocando piezas del compositor alemán Ludwig van Beethoven en el piano y es un apasionado del Real Madrid y admira a Kylian Mbappé, desea regresar algún día a Francia, donde vive su madre, aunque no está seguro de su futuro. Este sentimiento de incertidumbre lo comparten tanto los internos como la administración.
El periodista especializado en grupos islámicos extremistas, Zana Omer, lamenta que el entorno de rehabilitación en el noreste de Siria no es adecuado debido a la escasez de especialistas y la continua guerra en los alrededores de los centros, además de la amenaza constante del EI de liberar a los internos y reclutarlos como combatientes.
"Las explosiones en los alrededores de estos centros debido a los ataques aéreos turcos (contra los combatientes kurdos), por ejemplo, crean un ambiente inadecuado para estos niños", añade Omer.
Además, sugiere que la solución radica en una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que obligue a los países de origen a repatriarlos o en la formación de una coalición internacional para abordar de manera integral los efectos de la guerra contra el EI desde una perspectiva de desarrollo y humanitaria. EFE
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