En la madrugada del martes 22 de diciembre de 1964, un rayo impactó contra el reloj de la iglesia de la Purísima Concepción del municipio murciano de Fortuna mientras los vecinos, cerca de 6.000, la mayoría de renta baja, aguardaban a que la luz del día dejara atrás la lluvia y calentara la tierra en la que trabajaba buena parte de ellos.
Pero el sol llegó acompañado de lo inesperado. A las 9.45 horas, el Gordo de la Navidad cayó del bombo y los niños de San Ildefonso cantaron el número '20.426' sin saber que estaban repartiendo "felicidad" en esta pequeña localidad situada en la comarca oriental de la Región de Murcia, famosa por su balneario y su patrimonio arqueológico.
El primer premio 'regó' el término municipal con 37,5 millones de pesetas --a 60.000 cada papeleta-- que estuvieron "muy repartidos" entre el vecindario. "El pueblo cambió totalmente y prosperó", señala Jesús Soler, que en aquel momento contaba con 11 años.
La madre de este vecino no tuvo la 'fortuna' de resultar agraciada porque no compró la papeleta con el número de la suerte --se lo ofrecieron, pero decidió no adquirirlo--, aunque sí sus tres tíos y el novio de su hermana, que prometió casarse con ella si le tocaba la lotería. Y así lo hizo tres meses después, el 21 de marzo de 1965.
De la administración de María Consuelo Marco, en la calle de la Cruz, salieron las papeletas que se vendían en la calle. Fue su hijo, Jorge Lajara, trabajador del Ayuntamiento, quien las llevó al consistorio para su reparto mediante talonarios. Cada papeleta costaba 10 pesetas, de las que 8 eran de juego y 2 de beneficio.
La hija de Jorge y nieta de la lotera, Concha Lajara, mira con cariño las fotos de aquel histórico día en el que Fortuna, su tierra natal, abrió las puertas a la suerte. "El pueblo se llenó de 600; mucha gente se compró una casa, como mis padres, que hasta ese momento estaban pensando en pedir un préstamo", explica Lajara, que afirma que su padre se sentía "orgullosísimo" de haber contribuido a repartir una lluvia de millones entre los vecinos.
Buena parte de los décimos agraciados los repartió el cabo de la Policía Local Joaquín Palazón, natural de Cieza, aunque asentado junto a su familia en Fortuna. Fue este agente el que, a instancias del alcalde, José Cascales, se desplazó unos días antes hasta las pedanías para 'darle salida' a un número que nadie quería comprar.
"Se fue a venderlo por los campos con la moto. Estaba lloviendo mucho, pero él se fue hasta allí. Mucha gente se quedó con la papeleta pero no la pagó porque no tenía dinero", ha comentado a Europa Press la hija del cabo, Sáhara Palazón, desde una cafetería de la plaza Juan XXIII.
Al enterarse de la buena nueva, el policía fue a celebrarlo hasta la puerta del Ayuntamiento, donde decenas de vecinos, entre ellos muchos niños, aguardaban entusiasmados tirando cohetes para festejar la noticia. "Nosotros vivíamos en un almacén y mi padre pudo comprar una casa para su familia", comenta Palazón.
Otro de los agraciados fue el coadjutor de la iglesia, Juan Cánovas, definido por los periódicos de la época como "joven y algo tímido", que repartió los 12.000 duros que le tocaron entre su familia, las obras de la escuela de Hermanas Apostólicas y personas necesitadas.
También a familiares de la actual regidora, Catalina Herrero, les tocó un pellizco del Gordo. En concreto, a su abuela Luisa, que era hermana del entonces alcalde y panadera de profesión. Con el dinero recogido de dos papeletas premiadas --120.000 pesetas--, la familia pudo comprarse una segunda televisión y arreglar la casa en la que vivía.
"Fue un momento muy especial porque le tocó a mucha gente que lo necesitaba; había vecinos que no tenían baño y con ese dinero pudieron hacerlo", explica Herrero, quien se ha mostrado convencida de que, si volviera a tocar el Gordo este domingo en Fortuna, "la celebración sería con la misma alegría".
Los fortuneros de la época también accedieron al Gordo de la Navidad a través del 'Bar Celó', propiedad de Francisco Barceló, quien distribuyó la suerte en forma de papeletas a cambio de un tercio de cerveza, según cuenta uno de sus familiares, José S. Sarabia, mientras enseña el anuncio que en su día se dispuso en el establecimiento para incrementar las consumiciones.
Ana Carmen Martínez se disponía a meter unas "llandas" --bandejas metálicas-- con dulces navideños en el horno junto a varios vecinos, entre ellos José Ruiz, conocido como 'Pepín', cuando por la puerta apareció el periodista Tico Medina (1934-2021), que se había desplazado hasta la localidad para cubrir la noticia.
"Cuando Tico vio a 'Pepín' lo abrazó porque habían estado juntos en la mili en Bétera (Valencia) más de 10 años antes", ha comentado Ana Carmen, que define aquel momento como "muy emocionante". Precisamente, el hijo de 'Pepín', Pedro José Ruiz, es el gerente, en la actualidad, de la Administración de Loterías San Roque en el centro de la localidad.
El esposo de Ana Carmen, Juan Durante, vio pasar varias papeletas del número agraciado antes del sorteo en un cafetín del balneario, donde se encontraba jugando una partida de dominó con tres hombres más, uno de ellos el alcalde. Alguien puso cuatro talonarios de papeletas a 5 duros cada uno, pero su marido eligió la de color rosa, y "luego cayó la blanca", señala.
A pesar de no haber tenido la suerte de resultar ganadora en aquel sorteo, la mujer recuerda el momento con una gran sonrisa. "Fortuna creció mucho y se taparon muchos agujeros", apunta.