Emilia Pérez
Madrid, 19 dic (EFE).- Las dificultades de la economía china y el estancamiento de Alemania han sido dos de los focos de preocupación económica en 2024, un año marcado por el avance de las tendencias proteccionistas, que se auguran mayores en 2025, y la brecha entre la narrativa macro y la vivencia micro, según los expertos.
Según el FMI, la economía mundial crecerá un 3,2 % en 2024, una décima menos que en 2023, en un contexto de inflación bajo control en las principales economías desarrolladas que ha permitido al BCE y la Reserva Federal, entre otros bancos centrales, empezar a bajar los tipos de interés.
Frente a la previsión de una cierta recuperación, Alemania ha mostrado una parálisis a lo largo del año y el Bundesbank acaba de revisar a la baja sus proyecciones económicas y ahora pronostica que su PIB se contraerá un 0,2 % en 2024, frente al avance del 0,3 % que esperaba en junio.
"El bache de Alemania ha sido la principal preocupación" y refleja "que el modelo industrial alemán está muy tocado", apunta a EFE el director de Coyuntura Económica de Funcas, Raymond Torres.
"Alemania ha sido la reina del hardware y del mundo analógico, pero se ha quedado atrás en software, en digitalización", coincide la investigadora principal en el Real Instituto Elcano Judith Arnal.
A esto se suma "una serie de apuestas geopolíticas que han salido mal", como energía barata de Rusia, tecnología de China y dependencia de este país para sus exportaciones, así como una inversión insuficiente en infraestructuras, sobre todo digitales, añade.
Los expertos alertan también sobre Francia, la segunda economía de la zona euro, afectada por una fuerte inestabilidad política y con previsión de que el déficit público supere el 6 % en 2024.
Frente a este panorama, los ex primeros ministros italianos Mario Draghi y Enrico Letta presentaron sendos informes con sus recetas para mejorar la competitividad de la UE: el primero aconseja la creación de fondo para movilizar 800.000 millones al año en inversiones y el segundo, avanzar en la integración europea.
"Hay un déficit inversor acumulado en la zona euro absolutamente brutal y es lo que explica que tengamos menos productividad, que crezca menos la renta per capita, que la brecha con EEUU se abra y probablemente esté también detrás de este malestar económico que se percibe. Hay brecha entre la narrativa macro y la vivencia micro", explica el economista Daniel Fuentes.
La economía española, considerada la mejor de la OCDE para "The Economist", con una previsión de crecimiento para 2024 del entorno del 3 %, es un ejemplo: los mejores datos de PIB e IPC coexisten con los problemas de acceso a la vivienda y salarios muy justos, indica.
También EEUU, donde pese al "aterrizaje" suave de la economía, el encarecimiento de la vida ha sido un factor determinante en el triunfo de Trump a juicio de todos los expertos.
"La percepción ciudadana tiene que ver con la pérdida de poder adquisitivo como consecuencia de la inflación", coincide Torres.
China, el otro foco de preocupación, afronta un problema de "demanda agregada insuficiente", que, en un contexto de creciente proteccionismo, baja inversión y crisis de crédito de los gobiernos locales, es complicado combatir, explica Ángel Gallego, experto de Kreab España.
Para rescatar a los gobiernos locales y estimular la economía y el consumo interno, China aprobó un paquete de estímulos de casi 1,3 billones de euros y acaba de anunciar una flexibilización monetaria.
Otra estrategia ha sido intentar elevar sus exportaciones, lo que, apunta Torres, "agrava en cierto modo" la situación de Europa, que debe competir con coches chinos "mucho más baratos".
La Unión Europea aprobó este año aranceles de hasta el 35,3 % a la importación de vehículos eléctricos procedentes de China, con una votación dividida en la que cinco países (entre ellos Alemania) votaron en contra, diez, a favor, y doce, como España, se abstuvieron.
Es un ejemplo más del avance de un proteccionismo cuyo inicio los expertos sitúan en la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en 2017.
"Ahí ya se vio una ruptura con respecto al modelo de multilateralismo", que continuó con Joe Biden y su Ley de Reducción de la Inflación, "que pone en entredicho la política de reciprocidad y de apertura", al ofrecer estímulos a los exportadores, incentivos a las empresas que se establezcan en EEUU y ayudas a la compra de producción local, apunta Torres.
Es éste el escenario en el que el líder republicano volverá al Despacho Oval el 20 de enero, dispuesto a imponer aranceles del 25 % a los productos de Canadá y México si no frenan el tráfico de drogas y la inmigración irregular y de hasta el 60 % a los chinos.
"Si uno toma las palabras de Trump al cien por cien, nos dirigimos a una guerra comercial. Pero yo quiero pensar que Trump es un hombre de negocios más que un político y que esto lo utiliza sobre todo como una posición para empezar a negociar", considera Arnal.
La experta cree que a Trump no le interesa comenzar una guerra comercial con la UE, un mercado clave para EEUU y a la que preferirá tener de aliada en su guerra tecnológica con China, sin olvidar que esas medidas son claramente inflacionistas y la subida de los precios fue una de las claves de la victoria del republicano. EFE
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