Los ministros de Exteriores de ocho países miembros de la Liga Árabe, así como los máximos responsables diplomáticos de la Unión Europea, Estados Unidos y Turquía han presentado este sábado en la ciudad jordana de Aqaba un documento de ocho puntos en el que estipulan sus deseos y trasladan su ayuda a las nuevas autoridades de Siria.
En términos generales, la declaración de la reunión de Aqaba solicita la creación de un "órgano de gobierno de transición universal con consenso sirio" con el objetivo de implementar "los pasos especificados por la Resolución 2254 para pasar de la fase de transición a un nuevo sistema político" de cara a la celebración de unas elecciones "libres y justas en el país".
Horas antes, los ministros de Exteriores de la Liga Árabe ya habían solicitado el establecimiento de una misión específica de Naciones Unidas para coordinar con las nuevas autoridades islamistas del grupo yihadista Hayat Tahrir al Sham un proceso de transición nacional tras la caída del régimen del expresidente Bashar al Assad.
En este sentido, el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, ha confirmado este sábado el inicio de contactos con el grupo yihadista, a pesar de que Washington ha catalogado a la organización como grupo terrorista. "Nuestro mensaje al pueblo sirio es el siguiente: queremos que tengan éxito y estamos preparados para ayudarles a conseguirlo", ha zanjado Blinken.
"Esta delicada etapa requiere de un diálogo nacional integral, y de la solidaridad del pueblo sirio con todos sus componentes, sectas y fuerzas políticas y sociales", según la declaración.
El resto de peticiones van en línea con el consenso internacional de los últimos días tras la caída el pasado fin de semana de la dinastía Al Assad: una "absoluta solidaridad con la hermana República Árabe Siria, en la protección de su unidad, integridad territorial, soberanía, seguridad y estabilidad".
Los firmantes piden también "la creación de condiciones políticas, de vida y de seguridad para el regreso voluntario de los refugiados sirios a su patria y la prestación de toda la asistencia necesaria" para su retorno.
Una pieza fundamental del texto es la condena a la entrada de Israel en la zona desmilitarizada marcada por el acuerdo de 1974 que puso fin a la guerra árabe-israelí. Ninguno de los firmantes da por válido el argumento israelí de que se trata de una operación para garantizar la seguridad de la frontera: condenan la entrada israelí y reafirman la condición de los Altos del Golán como territorio ocupado.
Para terminar, la declaración solicita "la reconstrucción de Siria, un Estado en el que no haya lugar para el terrorismo o el extremismo, ni ninguna violación de su soberanía o ataque a su integridad territorial por ninguna de las partes".