María Carcaboso Abrié
Tokio, 13 dic (EFE).- Neveras repletas de bolas de arroz, cajeros automáticos, olor a café, colores vivos, una repetitiva melodía de fondo y empleados saludando animadamente a cada cliente que cruza la puerta. Así son las tiendas de conveniencia de origen estadounidense que Japón convirtió en un imperio en medio siglo: los 'konbini'.
El primer 'konbini' del archipiélago abrió sus puertas hace cincuenta años en Tokio y su éxito provocó que ahora sea imposible caminar más de cinco minutos por la capital sin toparse con uno. Fue un 7-Eleven, la cadena pionera y más conocida de comercios de esta índole, que pasó a manos niponas en 2005 tras aterrizar en Japón como negocio estadounidense.
Esta franquicia nació en Dallas (Estados Unidos) en 1927 como tienda de hielo y, a día de hoy, más que consolidada en el archipiélago y centrada en expandirse por Europa y América Central, cuenta con cerca de 85.000 establecimientos en 20 países y regiones, según datos de la compañía.
Mientras, sus principales competidores, Lawson -fundada como tienda de leche en Ohio (Estados Unidos) en 1939- y FamilyMart -nipona desde sus inicios en 1978-, suman 22.077 y 24.504 tiendas respectivamente, la mayor parte de ellas en Japón pero también en otros países, principalmente de Asia.
Salvan de apuros a estudiantes, pero también a trabajadores de oficina y, aunque aparentemente no existan grandes diferencias entre cadenas, los japoneses declaran "ser de" 7-Eleven, Lawson o FamilyMart, con la primera ganando en la mayoría de casos.
Las gafas de sol eran su producto estrella cuando empezaron a proliferar y ahora triunfan sus sándwiches de huevo, sus 'onigiri' (bolas de arroz), sus zumos de fruta batidos al momento y su infinita selección de tentempiés dulces y salados, que a menudo protagonizan contenido viral en redes sociales, creado por turistas extranjeros que visitan Japón.
Encargados de perfeccionar el modelo de negocio de los 'konbini' hasta el punto de que hoy por hoy permiten desde comprar comida preparada y de calidad hasta pagar facturas o sacar dinero, los japoneses no conciben la vida diaria sin estos comercios, que abren las 24 horas del día y están repartidos por cada rincón del país.
Clientes "de todo tipo" compran en ellos una media de 130 veces al año (por cada habitante de Japón), según datos de la Asociación Japonesa de Franquicias que muestran además que las ventas anuales de los 'konbini' ascienden a 11,6 billones de yenes (unos 72.928 millones de euros).
Así lo señaló el analista de marketing Hiroaki Watanabe, que trabajó 22 años para Lawson, en una rueda de prensa organizada por el Club de Corresponsales Extranjeros de Japón con motivo del 50 aniversario de estas tiendas.
Se dice que no hay nada que no puedas encontrar en un 'konbini' japonés: pan, un cajero automático, postales, fruta, todo tipo de bebidas -incluida una que promete ser un remedio "anti-resaca"-, revistas, comida preparada, impresoras, baterías portátiles, paraguas o cremas de sol. Y a precios sutilmente más altos que en los supermercados convencionales.
Según Watanabe, las tiendas de conveniencia en el país amplían cada semana su oferta con un centenar de nuevos productos, lo que eleva a aproximadamente a 50.000 las novedades anuales, más allá de los productos de temporada y específicos para cada región.
A medida que se acerca la Navidad, tartas de nata y fresas y pollo frito -bocados por excelencia para los nipones en las mencionadas fechas- aparecen en las estanterías de las tiendas, mientras que en época de cerezos en flor crecen los envoltorios de color rosa pastel, y en tiempo de cosecha de melocotones nacen variantes de productos con este sabor.
Además, los 'konbini' adaptan su oferta a su emplazamiento. El clima de las islas de Okinawa lleva a las tiendas ubicadas allí a ofrecer gafas de 'snorkel', mientras que en Hokkaido, la isla nipona más al norte del archipiélago, se disparan las ventas de los guantes, bufandas y parches de calor.
Pese a que otros países asiáticos replican el modelo de los 'konbini' tanto bajo cadenas niponas como nacionales, el impecable funcionamiento de las tiendas japonesas -atribuible a la red logística nacional o a sus altos estándares de calidad del sector servicios- no es equiparable al de los establecimientos de esta clase en ningún otro país.
"Diría que los que más se asemejan son los de Corea del Sur -con cadenas nacionales como CU o GS25- y Taiwán. Los 7-Eleven de Filipinas no son tan convenientes como en Japón. No se puede enviar correo, aunque sí pagar las facturas, no hay baños y no están tan extendidos por el país", cuenta a EFE Heidi Sarol, originaria de Manila y residente en Tokio.
El pasado septiembre, Seven&i, el holding propietario de 7-Eleven, recibió una oferta de adquisición por parte de la firma canadiense de alimentación Couche-Tard por valor de 38.500 millones de dólares (unos 36.600 millones de euros), pero la firma nipona rechazó la propuesta por considerarla insuficiente.
"Sería difícil que una empresa extranjera llevara una cadena de 'konbini'", aseveró Watanabe, partidario de que estos comercios mantengan el "ADN nipón". EFE
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