Tiflis, 13 dic (EFE).- La elección del nuevo presidente del país, boicoteada por la oposición y la actual jefa del Estado, Salomé Zurabishvili, que se niega a abandonar el cargo, abre mañana, sábado, una nueva etapa de tensión en Georgia.
"Seguiré siendo vuestra presidenta, ya que no hay un Parlamento legítimo. Por consiguiente, un Parlamento ilegítimo no puede elegir a un nuevo presidente. No habrá investidura", dijo Zurabishvili en un reciente mensaje a la nación.
El partido gobernante Sueño Georgiano (SG) advierte que la actual presidenta podría solicitar públicamente el apoyo del Ejército y la policía en su pulso con las autoridades.
"Zurabishvili ya está agonizando políticamente y podría optar por esa locura. Eso sería un crimen", dijo Mamuka Mdinaradze, secretario ejecutivo de SG.
Aunque Georgia es una república parlamentaria y el cargo de presidente es puramente representativo, el partido gobernante quiere deshacerse a toda costa de su peor pesadilla.
Las protestas diarias contra la congelación de las negociaciones de ingreso en la Unión Europea (UE) no han arredrado al Gobierno, acusado de alinearse con el Kremlin.
Sólo hay un candidato, Mijaíl Kavelashvili, diputado oficialista desde 2016 y antiguo futbolista del Manchester City, unas credenciales muy respetables en un país loco por el deporte rey.
Además, las autoridades modificaron el mecanismo de elección que ahora no es resultado del ejercicio del sufragio universal, sino de una votación colegial de 150 diputados y 150 delegados municipales.
Además de los diputados, 89 de los cuales son de SG; también votan 21 diputados del Parlamento de la Autonomía de Adzharia; 20 del Consejo Supremo de Abjasia en el exilio y 109 delegados municipales.
El Gobierno tiene todas las de ganar, ya que domina el Parlamento nacional y las asambleas locales. Para ser elegido, Kavelashvili necesita 200 votos, aunque en caso de segunda vuelta, le sería suficiente con una mayoría simple.
Sea como sea, el candidato presidencial tiene como principal valedor al hombre más fuerte de este país, Bidzina Ivanishvili, quien definió a Kavelashvili como "un patriota".
Además, aseguró que éste "defenderá los intereses de Georgia y su pueblo y no servirá a fuerzas extranjeras", sin precisar a quién se refería, aunque se sobreentiende que a las potencias occidentales.
"Pasará a la historia la práctica de violación de la Constitución y traición al país", dijo, en alusión a los viajes al exterior de Zurabishvili sin autorización gubernamental.
Mientras, el candidato es miembro del movimiento conservador La Fuerza del Pueblo, que criticó con dureza la injerencia occidental en los asuntos internos del país.
Además, ese grupo fue el que promovió la aprobación de las leyes sobre agentes extranjeros y contra la propaganda homosexual, que llevaron a Bruselas a congelar las relaciones con Tiflis al asemejarse a las normas promulgadas por Rusia para perseguir a disidentes y minorías sexuales.
El puesto de presidente es considerado "maldito" en este país, ya que el primero, Zviad Gamsajurdia, se suicidó tras ser derrocado; Eduard Shevardznadze renunció tras la Revolución de las Rosas (2003) comandada por su ministro de Justicia, Mijaíl Saakashvili, quien cumple actualmente seis años de cárcel.
Zurabishvili no tiene intención de abandonar su puesto ni su residencia, e insiste en celebrar nuevas elecciones, "la única salida de la crisis política", según la oposición.
Cuenta con el respaldo de los cuatro partidos opositores que tienen 61 escaños y no reconocen los resultados de los comicios legislativos de octubre -en los que SG renovó su mayoría absoluta-, actitud secundada por la UE y EEUU.
"Zurabishvili seguirá siendo presidenta, Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas y máximo representante del país en sus relaciones exteriores", señala la declaración conjunta de la oposición.
La propia presidenta bromeó con que frente a su residencia el Ayuntamiento instaló un tren navideño: "Veremos quién se sube a él".
La oposición, que se manifiesta ininterrumpidamente desde el 28 de noviembre, ya ha convocado una protesta frente al Parlamento para la hora de la votación, las 09.00 hora local (05.00 GMT).
"La votación es una payasada", dijo Georgui Vashadze, del Movimiento Nacional Unido.
La investidura del nuevo presidente tendrá lugar el 29 de diciembre, momento en que expirará automáticamente el mandato de la actual jefa de Estado.
"Si le tiene tanto cariño a la poltrona que ocupó durante seis años, podemos permitirle que se la lleve a casa", comentó Vladímir Bozhadze, diputado de SG, formación que no descarta que "haya que sacar por la fuerza a Zurabishvili del palacio". EFE