Santiago de Chile, 13 dic (EFE).- En el contexto de un fútbol chileno en declive y con ciclópeos retos de infraestructura que solventar de cara a la organización del Mundial Sub-20 a finales de 2025, el multimillonario mexicano Carlos Slim ha entrado como un ciclón apostando por un tendencia mundial ausente hasta la fecha en Chile: el "naming rights".
Y lo hace de la mano de la Universidad Católica de Chile, uno de los tres clubes más grandes del país, que ha renunciado al nombre tradicional de su estadio, San Carlos de Apoquindo, y aceptado -no sin un agrio debate y sonora polémica- que su nuevo coliseo pase a lucir la marca de la multinacional mexicana de comunicaciones "Claro".
El nuevo "Claro Arena", que promete estar listo en el primer semestre del próximo año, tiene actualmente un 85% de avance en la obra cuyo proyecto comenzó hace cuatro años y su desarrollo ha mantenido al equipo –uno de los tres más grandes de la Primera División chilena– sin localía desde agosto de 2022.
Y aunque promete ser el más moderno de Sudamérica, no sido fue incluido como sede para el citado Mundial Sub-20, pese a la escasez de recintos con requisitos FIFA en el país y la baja calificación -dos puntos de cuatro posibles- que han recibido varios de los elegidos, que deben hacer frente a reformar urgentes y millonarias para estar listos en septiembre.
“Si alguien cree que vendiendo un par de camisetas más se puede financiar una obra como nuestro estadio, es porque no tiene idea de lo que está hablando”, aseguró el gerente general de los ‘Cruzados’, Juan Pablo Pareja, en el reciente ‘GO Latam Summit 2024’ que reúne a líderes de la industria deportiva del continente.
La alianza entre el club y la empresa de telecomunicaciones mexicana se firmó por un plazo de 20 años, con una visión de hacer del recinto un espacio para distintos tipos de actividades deportivas y espectáculos con una capacidad para 20.000 personas.
“Marcará un antes y un después en la historia del deporte, la cultura y la entretención en nuestro país”, señaló Héctor Gómez, gerente de Mercadeo de Claro Chile, durante el anuncio a finales de noviembre pasado.
Universidad Católica aspira marcar una diferencia apuntalando sus ingresos comerciales dentro de un fútbol chileno cuyos clubes tienen como principal fuente de entrada la transmisión de televisión, lo cual ha mantenido a la liga lejos del nivel que exhibe Brasil o Argentina.
“Soy un admirador del Barcelona en muchas cosas. En la región también hay muchos casos de los cuales uno puede sacar lecciones”, explicó Pareja y añadió que “cuando uno busca los rankings internacionales de los clubes más ricos del mundo y mira su estructura de ingresos, la de patrocinio es la más importante”.
El estadio prevé 25.000 metros cuadrados nuevos para el uso comercial en espacios para alquiler permanente, salones de eventos y el arriendo multianual de palcos a la usanza del fútbol mundial, con un costo de obra de 50 millones de dólares, que dobla el valor bursátil del club.
De allí que el acuerdo por el derecho de nombre con la compañía telefónica, que hace dos años se anunció en aproximadamente 38 millones de dólares, suponga un paso importante para el equilibrio financiero.
El proyecto se propone como el más sustentable en América Latina, pues contará con una planta fotovoltaica que generará la energía para su funcionamiento diario, mientras que los días de eventos masivos tendrá un suministro de energía certificada de origen 100% renovable.
Ha sido diseñado con una planta de tratamiento de aguas grises, la reforestación de los entornos con especies nativas de bajo consumo hídrico, además de ser construido con acero verde y madera en la estructura de fachadas y cubiertas.
A la envergadura de la obra se suma la decisión de Universidad Católica de instalar una cancha de pasto sintético de tercera generación que puede costar tres veces más que una de pasto natural, pero que a largo plazo puede resultar un buen negocio para un club de fútbol profesional en Sudamérica.
Se trata de una versión mejorada del estadio Nilton Santos del Botafogo, reciente campeón de la liga brasileña y la Copa Libertadores, que fue remozado en 2023 y que el presidente cruzado, Juan Tagle, utilizó de comparación.
“La cancha tendrá la superficie sintética más moderna que se haya visto en el país y en Sudamérica”, aseveró Tagle a principios de año.
El costo del pasto artificial oscila entre 640 mil y 2 millones de dólares, según datos de distintos proveedores, con un promedio entre 250 y 400 dólares el metro cuadrado. Pero, a diferencia del natural, no necesita un oneroso mantenimiento de tres y cuatro veces a la semana que a largo plazo incrementa la factura.
Aunque FIFA tiene una certificación de nombre ‘Quality Pro’ para los equipos de fútbol profesional que quieran utilizar estos campos de juego, el aval requiere una renovación anual que garantice las óptimas condiciones para disputar partidos internacionales como la Copa Libertadores y Sudamericana.
En el Mundial de Rusia 2018 se jugaron partidos en césped artificial y en la próxima Copa del Mundo de 2026 en Estados Unidos, México y Canadá probablemente también, pues estos países utilizan estas superficies.
Pero en Europa, específicamente Países Bajos, Inglaterra, España o Italia, en el fútbol de Primera División priva el campo natural, y el sintético se reserva para canchas de entrenamiento, fútbol formativo o femenino.
Los campos artificiales que salieron al mercado en la década de los sesenta se granjearon mala reputación debido a aquellos que, entre sus componentes de relleno, tienen caucho negro que ha sido declarado por la Unión Europea como contaminante y que debe ser sustituido.
A raíz de ello, las empresas que se dedican a este negocio se han orientado a un nuevo material que promocionan como de tercera generación y que incluyen el relleno tanto de arena como de otros materiales orgánicos.
El que será utilizado por Universidad Católica es de corcho y arena compuesto por dos tipos de fibra: el monofilamento –puntadas independientes con nervios autónomos–, y el fibrilado del cual emergen diferentes filamentos de un mismo nervio que se denomina Vertex CORE y es de la marca estadounidense FieldTurf.
Este material es promocionado como una mejora en la resistencia y durabilidad, además de ofrecer ahorro de agua y un exterior más suave que se mantiene en perfectas condiciones todo el año sin afectarse por aspectos climáticos o intensidad de uso.
“Se estima que se ahorra más de 7 millones de litros de agua anualmente en comparación con un campo de césped natural”, detalló Angélica Holguín, gerente comercial-LATAM de FieldTurf, en una entrevista de televisión en ESPN Chile.
Para el club chileno este aspecto es significativo ya que el estadio está ubicado en el sector San Carlos de Apoquindo en la comuna de Las Condes, un barrio de Santiago de alto poder adquisitivo, pero con problemas de suministro de agua.
El atractivo del pasto sintético está en su resistencia que permite el uso de los escenarios deportivos para eventos musicales y masivos de otra índole, asegurando que el estado del campo no se vea afectado.
“En el Nilton Santos actuó Cold Play a la semana (de instalado) y el pasto estaba perfecto porque fueron colocados paneles de protección y sobre ellos se lleva a cabo la actividad no deportiva”, comentó Holguín sobre un procedimiento que en el pasto natural no resulta efectivo.
Universidad Católica planea alquilar su campo para hacer redituable su inversión y no quiere tener los problemas que enfrentó Colo Colo –integrante del trío de clubes grandes de Chile–, que alquiló su estadio para recitales en la temporada 2023 y el césped natural se vio afectado, lo cual generó polémica sobre el final de la liga.
Según medios chilenos, entre ellos El Mercurio, por cada espectáculo el club blanquinegro recibió 150 millones de pesos chilenos que equivalen a 158 mil dólares aproximadamente.
Desde 2011 se habla de la transición a campos artificiales como una tendencia del mercado, pero hasta la fecha en Brasil solo tres equipos de la serie A han migrado a campos artificiales en sus estadios: Palmeiras, Atlético Paranaense y Botafogo.
Corinthians y Sao Paulo las utilizan para las canchas de entrenamiento, al igual que en el recinto de entrenamiento de la selección brasileña. Y dos de los clubes más grandes de Argentina, Boca Juniors y River Plate, también los emplean en alguna medida.
En el predio del cuadro ‘xeneixe’ hay canchas de pasto sintético, mientras que el conjunto millonario utilizó un césped híbrido, en un porcentaje mínimo, para el nuevo terreno del mítico estadio Monumental.
Por lo pronto, Universidad Católica ha dado el paso y se aferra a su idea: “Será un césped artificial de talla mundial nunca visto en Chile”, dijeron en la presentación. “Creemos que desde lo deportivo es la mejor opción”, cerró Tagle. EFE