La indignación contribuye a que se propague la desinformación más rápido por las redes

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Redacción Ciencia, 28 nov (EFE).- Investigadores de varias universidades estadounidenses han estudiado cómo se propaga la desinformación por las redes sociales y han comprobado que la indignación moral que sienten las personas al leer informaciones poco fidedignas contribuye de una forma decisiva a que se propaguen bulos y datos erróneos.

Los resultados de este trabajo de investigación, que hoy se ha publicado en la revista Science, sugieren además que los intentos de mitigar la propagación en línea de información errónea animando a la gente a comprobar la exactitud antes de compartirla pueden no tener éxito y resultar ineficaces.

El estudio concluye que las publicaciones en las redes sociales que contienen información errónea provocan más indignación moral que las que contienen información fidedigna, y esa indignación propicia y facilita la propagación de la desinformación.

Los investigadores, según el extracto del estudio que ha publicado la revista, también descubrieron que es más probable que la gente comparta información errónea que provoca indignación sin leerla antes.

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores realizaron ocho estudios con datos estadounidenses de Facebook y Twitter a lo largo de varios periodos de tiempo, junto con dos experimentos conductuales, para saber más sobre la indignación relacionada con la difusión de información errónea.

En el estudio, la indignación se define como la mezcla de ira y repugnancia provocada por la percepción de transgresiones morales.

La forma en que las plataformas de redes sociales clasifican los contenidos para mostrarlos a los usuarios también puede influir en la propagación de la desinformación, según los investigadores, que han comprobado que la indignación se asocia a una mayor participación en Internet.

La desinformación que provoca indignación se propaga más debido a la "amplificación algorítmica" de los contenidos que resultan atractivo, según los investigadores. EFE

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