Patricia Cotelo
Madrid, 27 nov (EFE).- El cineasta independiente cubano Miguel Coyula (La Habana, 1977) ha sufrido varios episodios de censura en la isla, pero asegura que "seguir al margen" de la regulación del cine en su país por parte del Estado "es la única forma de tener libertad" y poder hacer las películas que quiere.
"Yo siempre he estado por fuera porque me ha parecido que es la mejor forma de trabajar sin que se sepa lo que uno está haciendo, para poder tener una libertad total de contenido", dice en una entrevista con EFE en Madrid.
En 2019, recuerda, el Estado estableció que "los contenidos deben estar dentro de las libertades que permite la revolución cubana", un legislación que Coyula califica como "una camisa de fuerza".
El director de "Memorias del Desarrollo" (2010), que puede producir y filmar películas en su país pero no exhibirlas en la isla, reconoce que "se complica bastante trabajar de forma independiente" en Cuba, pero sostiene que es la única forma de hacerlo porque se trabaja con libertad cuando no hay que rendir cuentas a nadie.
"Si vas a hacer cine independiente tienes que ver todo lo que está mal en la sociedad. Una posibilidad que no te brindan desde el momento en que empiezas a pedir fondos. Esos fondos condicionan de alguna manera una visión del mundo", considera y agrega tajante: "Yo no podría dormir tranquilo si tengo que hacer un compromiso de contenido o de forma en mis películas".
También autor de novelas como "La isla vertical", Coyula ganó el premio a Mejor película en el International Documentary Film Festival Ámsterdam (IDFA), uno de los festivales de documentales más importantes del mundo, por su último trabajo 'Crónicas de lo absurdo' (2024).
Se trata de "una crónica de cómo hacer una película independiente en Cuba sin apoyo institucional ninguno y todos los obstáculos que te suceden a partir de tomar esa decisión de actuar completamente fuera del radar".
Recoge grabaciones clandestinas de distintas situaciones e interrogatorios a él y a su equipo por parte de las fuerzas de Seguridad del Estado durante la grabación de su película anterior, 'Corazón Azul' (2021).
"Son situaciones que se hubieran canalizado dentro del reino de lo absurdo [...], que si no se hubieran grabado de forma clandestina tampoco existirían porque en el momento en que sacas una cámara ya se precondiciona la situación", manifiesta.
A pesar de que su trabajo está prohibido en Cuba, el cineasta sigue viviendo en La Habana y filmando en su país porque es "la única manera de contar todas estas realidades".
No es optimista sobre el futuro de la isla, salvo "si se mataran entre ellos los gobernantes actuales, que es la única forma que veo que pueda haber un cambio".
"Ojalá me equivoque pero la luz al final del túnel, como decía Slavoj Zizek, posiblemente es otro tren que te viene encima", sentencia.
"A mí siempre me han interesado protagonistas inadaptados, de una forma u otra", cuenta el también realizador de 'Cucarachas rojas' (2003), que reconoce que en todas sus películas "hay una visión fatalista".
También considera que los daños que ha sufrido tanto él como su compañera, la actriz cubana Lynn Cruz, "han sido colaterales".
Cuenta que, por ejemplo, que a un amigo fotógrafo le interrogaron y le dijeron que ellos son personas peligrosas, criminales, que no son artistas porque no están asociados a ninguna institución cubana. En otra ocasión, a un actor le dijeron 'tú sabes que Coyula está marcado, no trabajes con él' .
"Y entonces van creando una atmósfera donde te van aislando", lamenta, pero "te hace discernir con mucha más facilidad las personas que sí están dispuestas a todo".EFE
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