La lucha obrera ante las políticas de Milei divide aguas en el sindicalismo argentino

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Natalia Kidd

Buenos Aires, 23 nov (EFE).- Las divergencias dentro del movimiento sindical de Argentina sobre cómo posicionarse ante las políticas del Gobierno del ultraliberal Javier Milei han provocado una grieta dentro de la Confederación General del Trabajo (CGT), la mayor central obrera del país y de raigambre peronista.

El clima de creciente división se cocina desde hace meses entre aquellos dirigentes que reclaman una actitud más combativa ante las políticas de Milei que afectan a gremios y trabajadores y aquellos que, sin ser oficialistas, mantienen diálogo abierto con representantes del Ejecutivo.

Pero el resquebrajamiento se hizo evidente en las últimas horas cuando Pablo Moyano, líder del poderoso sindicato de los choferes de camiones, renunció a su silla en el triunvirato que conduce la CGT "al no coincidir con las decisiones tomadas por la llamada 'mesa chica'" que comanda la central, según alegó el propio dirigente en su carta de renuncia.

Moyano dio el 'portazo' luego de que el martes último el sector 'dialoguista' de la CGT decidiera no acompañar al líder de los camioneros en su propuesta de convocar a una huelga general en diciembre próximo y optara por no dinamitar los puentes tendidos con el Gobierno.

La decisión de Moyano no solo evidenció la severa crisis interna en la mayor central obrera de Argentina sino que, además, ha alentado a otros dirigentes gremiales a también poner sobre el tapete un reclamo que crece desde las bases sindicales: mayor acción contra las políticas de Milei.

Mario Manrique, dirigente del sindicato de trabajadores de la industria automotriz, es uno de los que reclama reactivar la lucha sindical, junto con Daniel Alberto Yofra, líder de la poderosa Federación de Trabajadores Aceiteros.

"Es momento de avanzar en la organización del movimiento obrero junto a quienes, como Pablo Moyano y Mario Manrique, ya no se aguantan ver pasivamente el ataque del Gobierno. Es imprescindible un frente sindical de resistencia", expresó este sábado Yofra a través de la red social X.

Desde que Milei asumió la Presidencia argentina en diciembre pasado, la CGT llevó adelante dos huelgas generales, una en enero y otra en mayo, para rechazar el severo ajuste emprendido por el Ejecutivo, la reforma laboral y las iniciativas del oficialismo para limitar la acción gremial.

Pero en los últimos meses, los reclamos de la central perdieron fuerza a la par del acercamiento de ciertos dirigentes a altos representantes del Ejecutivo de Milei.

"En los sectores más combativos esto cae mal porque el resultado de esas conversaciones con el Gobierno no es en beneficio de los trabajadores. No está claro qué acuerdan con el Gobierno. La realidad es que la CGT no hizo todo lo que pudo para evitar que haya una reforma laboral, cuando gremios, como el de Aceiteros, pararon la actividad en los puertos para protestar", dijeron este sábado a EFE fuentes del sector sindical más combativo.

Explicaron que desde gremios del transporte, la Federación de Trabajadores Aceiteros y la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), entre otros, trabajan para "armar un frente sindical que pueda llevar adelante una serie de luchas para defender derechos que están siendo puestos en duda, como el derecho a huelga".

Ello, aclaran, no implica necesariamente romper con la CGT. El frente podría sumar a movimientos sociales y gremios adheridos a la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), la segunda central obrera del país.

La tasa de desempleo en Argentina subió al 7,7 % en el primer trimestre de este año, niveles que no se registraban desde el tercer trimestre de 2021, y se situó el 7,6 % en el segundo trimestre, con pérdida de contratos formales de empleo y fuerte aumento del trabajo precario entre puestos informales y, sobre todo, por cuenta propia.

Esto se ha dado en un contexto de contracción económica, con una tasa de inflación acumulada en los primeros diez meses del año del 107 %, que carcome los ingresos, especialmente los de los trabajadores informales. EFE

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