La integración de los mercados de capitales de Europa representa una necesidad "urgente" para abordar el declive del Viejo Continente en materia de innovación y aumentar la capacidad de resiliciencia en un entorno geopolítico menos favorable, con amenazas crecientes al libre comercio provenientes de todos los rincones del mundo, según ha alertado la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde.
En un discurso pronunciado este viernes en Fráncfort, la francesa ha situado a la unión del mercado de capitales (UMC) "en el centro de todos estos desafíos" para lograr una economía más dinámica y tecnológicamente avanzada, así como más resiliente en una economía mundial fragmentada.
En este sentido, ha advertido de que la "posición decreciente de Europa en materia de innovación" cada vez se aprecia con mayor claridad, mientras que el entorno geopolítico también se ha vuelto menos favorable, con amenazas crecientes al libre comercio "desde todos los rincones del mundo", lo que afecta particularmente a la UE al ser la más abierta de las principales economías.
"Los mercados de capital son el eslabón perdido para que los europeos conviertan sus elevados ahorros en mayor riqueza", ha afirmado Lagarde, recordando que esto permitirá gastar más y fortalecer la demanda interna, aunque ha lamentado que "esta creciente urgencia no ha ido acompañada de un progreso tangible hacia la UMC".
En su opinión, los líderes europeos conocen los problemas de la fragmentación del mercado de capitales y están dispuestos a actuar, "pero hasta ahora no hemos aplicado ni actuado", señalando que la falta de avances se debe, en gran medida, a la definición vaga de la UMC y al enfoque legislativo fragmentado que esto genera, lo que a su vez permite que el proyecto sufra una "muerte por mil cortes" a medida que los intereses creados se oponen o diluyen cada pieza legislativa.
De tal modo, ha recordado que, desde 2015, ha habido más de 55 propuestas regulatorias y 50 iniciativas no legislativas al respecto, pero "la amplitud se ha dado a expensas de la profundidad", permitiendo que la UMC "sea desmenuzada por intereses creados nacionales", por lo que ha instado a un reenfoque que identifique un número menor de iniciativas con el mayor rendimiento.
A este respecto, para Lagarde el problema central de la UMC es el bloqueo de la "vía de paso" desde los ahorradores a los innovadores, ya que los ahorros europeos no entran a los mercados de capital en volúmenes suficientes, mientras se concentran en depósitos de bajo rendimiento.
De hecho, si bien los europeos ahorraban alrededor del 13% de sus ingresos en 2023, en comparación con alrededor del 8% en Estados Unidos, los ciudadanos europeos prefieren productos de ahorro líquidos y de bajo riesgo, lo que se traduce en que aproximadamente 11,5 billones de euros se mantienen en efectivo y depósitos, un tercio de los activos financieros totales de los hogares, frente a sólo una décima parte en Estados Unidos.
Esta situación supone que los hogares europeos sean "mucho menos ricos de lo que podrían ser", puesto que, desde 2009, la riqueza de los hogares estadounidenses ha crecido aproximadamente tres veces más que la de los hogares de la UE, al tiempo que el flujo de ahorros hacia los mercados de capital es mucho menor de lo que podría ser.
"Si los hogares de la UE alinearan su ratio de depósitos sobre activos financieros con el de los hogares estadounidenses, se podría redireccionar un stock de hasta 8 billones de euros hacia inversiones a largo plazo basadas en el mercado, o un flujo de alrededor de 350.000 millones de euros anuales", ha precisado.
Para desbloquear esta vía de entrada de los ahorradores, Lagarde considera necesario crear un estándar europeo de ahorro, un conjunto estandarizado de productos de ahorro para toda la UE, con productos que sean accesibles, transparentes y asequibles, que estarían disponibles en todas partes y ofrecerían una amplia gama de opciones de inversión.
Asimismo, ha defendido que el atractivo de este estándar europeo también debería impulsarse con la armonización de los incentivos fiscales entre países, dejando al mercado, y no a los gobiernos, decidir dónde se destinan los ahorros.
"En Europa, el capital queda atrapado en sus fronteras nacionales o se dirige a Estados Unidos (...) Hay muchas razones para esta segmentación de los mercados europeos, pero una de las principales es que nuestras infraestructuras de mercado financiero están extraordinariamente fragmentadas", ha asegurado la presidenta del BCE.
Por otro lado, Lagarde ha advertido de que, incluso si se lograse que el capital se mueva más libremente dentro de Europa, es necesario asegurarse de que salga del sistema financiero hacia sectores y empresas innovadoras, puesto que la UE depende en gran medida del capital riesgo extranjero para financiar la innovación europea, lo que puede acabar creando una dependencia de trayectoria que empuje a cotizar y crecer en otro lugar, especialmente en el mercado estadounidense.