Santiago Aparicio
Málaga, 20 nov (EFE).- La eliminación del equipo español de las Finales de la Copa Davis produjo un significado vacío en Málaga, volcada desde hace días con la despedida a Rafael Nadal y ahora sometida al bajón que propicia el día después, el vacío que genera.
Málaga se ha levantado con las secuelas del caluroso adiós al mejor deportista español de todos los tiempos. No solo por el revés competitivo que supuso y la decepción que por sí sola genera una derrota. Sino porque no habrá más Nadal.
Las previsiones confiaban en una fiesta grande para el viernes. Ganara o perdiera España ese era el día indicado para un adiós a Rafael Nadal. Era un día mejor. Fin de semana y con la posibilidad de que los invitados, los personajes o las personalidades que tuvieran intención de estar concretaran esa cita.
Nada que ver con un martes, de madrugada. Con el vídeo como soporte o solución para paliar una presencia física. Es lo que sucedió, por ejemplo, con Novak Djokovic, que tenía confirmada su presencia pasado mañana pero no en la noche del martes. O Roger Federer, con más opciones de desplazamiento el fin de semana. O Paul Gasol. Un martes, de noche, coge a muchos con el pie cambiado. Sobre todo sin la garantía de que el acto se iba a realizar. Si España ganaba no habría homenaje. Solo si perdía, como ocurrió.
Y ese vacío invade a Málaga en la mañana del miércoles aún lastrado por la extensión de la noche. La expedición española ha iniciado la fuga de Málaga. Desde primera hora los jugadores y el capitán han abandonado la ciudad para ir a sus respectivos destinos. David Ferrer fue el primero en regresar. Después, el resto. Carlos Alcaraz, Marcel Granollers, Pedro Martínez. El último, por la tarde, Rafael Nadal que abandonó el hotel acompañado de toda la familia que ha estado a su lado durante estos días.
Sigue la competición pero nada es lo mismo. Nada que ver con lo que se había alcanzado en la reventa para poder ver el adiós de Rafa que ya ha sido. La repercusión del ganador de veintidós títulos del Grand Slam no tiene parangón y Málaga, este miércoles que vive el duelo, lo nota.
La puesta en escena de Estados Unidos y, sobre todo de Italia, con el número uno del mundo Jannik Sinner este jueves es lo que resta a la presente Copa Davis que acaba de empezar y que tiene a Países Bajos como primer semifinalista. Nadie contó con el poderío del combinado de Paul Haarhuis que fue superior y que respondió al apoyo de unos 2000 seguidores que llenaron de color, naranja, parte de las gradas del Palacio de los Deportes Jose María Martín Carpena.
La estela del último acto de España, las huellas de los últimos abrazos y los rastros de las emociones mantienen el recuerdo de la fiesta en el interior del Palacio de los Deportes Martín Carpena ahora solo cobijo de unos cuantos seguidores que dan aliento a su respectiva selección junto con otros aficionados del tenis.
Vive Málaga, la ciudad, su pabellón y sus calles, la resaca habitual, el día después de un gran acontecimiento. El bajón, el vacío de la explosión colectiva que durante estos días forma parte, de una manera u otra, del último torneo de tenis del año, del considerado como campeonato del mundo por momentos fue relegado de lugar por la magnitud de la figura de Rafael Nadal, y su cuenta atrás de su carrera profesional. EFE