Rocío Muñoz Jiménez
Lisboa, 19 nov (EFE).- A Brasileira, la mítica cafetería portuguesa conocida por ser lugar de encuentro de artistas en el siglo XX como Fernando Pessoa, se ha convertido en parada obligatoria para los turistas que visitan Lisboa hasta el punto de que ha perdido su esencia original, que ahora sus propietarios quieren recuperar con un concurso de pintura.
Las diez piezas elegidas, que se anunciarán este martes, se colgarán durante nueve meses en las paredes de este establecimiento en homenaje a las primeras obras que se expusieron en el café hace un siglo, encargadas en su día a pintores modernistas.
La idea es continuar con el propósito del fundador de A Brasileira, Adriano Soares Telles (1859-1932), de mantener activa la vida cultural de la cafetería, que con los años se ha transformado en uno de los lugares más fotografiados de la capital.
La directora de Marketing del Grupo O Valor do Tempo -actuales propietarios del local-, Sónia Felgueiras, explicó en declaraciones a EFE que desde que su empresa compró el café en 2020 han intentado honrar la memoria de Soares Telles, recuperando la esencia del local, y favorecer "el intercambio de conocimiento".
El origen de A Brasileira se remonta a finales del siglo XIX, cuando ese emigrante portugués regresó a su país natal después de unos años dedicándose a la producción de café en Brasil, una bebida que hasta entonces era desconocida en Portugal.
Convencido de su potencial, Soares Telles decidió llevar el negocio a Lisboa y fundó 'A Brasileira do Chiado' en el centro de la capital en 1905, pero se dio cuenta de que a los clientes no les gustaba su sabor amargo.
Para promocionarlo, sirvió tazas de café gratis durante tres años a todo aquel que le compraba otros productos importados de Brasil, y su aroma acabó cautivando a los portugueses "hasta el punto de que hoy no pueden vivir sin su 'bica' (un término usado para referirse al café expreso)", recordó entre risas Felgueiras.
El empresario era también un apasionado del arte y la prensa: lanzó una publicación quincenal llamada 'A Brazileira' para promocionar el café brasileño y encargó una serie de cuadros a quienes más tarde se convirtieron en algunos de los pintores modernistas más importantes de Portugal, como José de Almada Negreiros (1893-1970) y Stuart Carvalhais (1887-1961).
Más allá de la decoración de las paredes, Soares Telles pidió a otros artistas notables de esa generación que diseñaran la fachada y los revestimientos de su café hasta el punto que el establecimiento en sí es una obra de arte.
Todo ello propició que las mesas de A Brasileira fueran el escenario de tertulias, donde abogados, médicos, escritores y demás creadores acudían diariamente para conversar sobre los temas del momento.
Uno de los clientes más asiduos fue Pessoa (1888-1935), considerado como la figura literaria más importante del siglo XX en Portugal, que iba al café a charlar con sus contemporáneos y a escribir. Muchos de los poemas que compuso allí forman parte de su obra más conocida, 'Mensagem', que los actuales propietarios de A Brasileira han traducido a diversos idiomas.
Por el centenario de su nacimiento, el Ayuntamiento de Lisboa rindió homenaje al escritor con una estatua de bronce, situada junto a la terraza de A Brasileira, que actualmente es una de las esculturas más fotografiadas de la capital.
Las tertulias de la cafetería han pasado a ser un recuerdo, mantenido solo por cinco intelectuales portugueses que se reúnen cada día en el establecimiento a las diez de la mañana, rodeados, eso sí, de turistas que no paran de tomar fotografías para subirlas a sus redes sociales. EFE
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