Carlos Mateos Gil
Madrid, 14 nov (EFE).- El pívot internacional francés Vincent Poirier regresó al WiZink Center para medirse por primera vez al Real Madrid desde su salida del club blanco el pasado verano rumbo al Anadolu Efes turco y fue recibido con honores por una afición que no olvida su importante aportación durante los poco más de tres años que perteneció al club.
El momento álgido se vivió cuando, al anunciar el plantel del equipo contrario se pronunció su nombre a través de la megafonía. Ahí se escuchó una sonora ovación por parte de los asistentes que se prolongó durante casi un minuto y que vino acompañada de un cántico con su nombre. Mientras, en protagonista, devolvía el cariño con aplausos y visiblemente emocionado.
Luego, durante el choque, Poirier, que 'perdió' el saque inicial contra su amigo Walter Tavares, dejó un gran repertorio de las virtudes que le caracterizan. Así, se marchó al final del primer cuarto, jugando todos los minutos, con 12 dígitos de valoración, el que más a esas alturas, gracias a cuatro puntos fruto de dos canastas de poderío, cinco rebotes, un asistencia, 1 robo y 2 tapones.
Sustituido al poco de iniciarse el segundo acto, no volvió ya hasta justo después del paso por los vestuarios, anotando una de las primeras canastas de la segunda parte e incluso teniendo un choque con Tavares que le llevó al suelo, pero que concluyó con abrazo entre ambos. Finalmente se marchó del partido, vencido por su equipo, con las mismas estadísticas que tras los diez minutos de salida, pero añadiendo cuatro puntos y un rebote más para 13 de valoración
Así concluyó la primera visita a la capital de España vistiendo su nueva camiseta, con la que hasta el momento promediaba antes del arranque del duelo 9 puntos, 4.4 rebotes, 1.1 asistencias, 1.4 tapones y 12.2 de valoración en la máxima competición europea.
Esas cifras representaban ligeras variaciones con respecto a lo que fue su última temporada como madridista, en la que dejó 9 puntos, 5.3 rebotes, 0.6 asistencias, 1.5 tapones y 13.4 de valoración por partido. Sin embargo es en los minutos, casi 22 esta campaña por los aproximadamente 18 y medio de la anterior, donde se refleja la mayor diferencia.
Ahí radica uno de los motivos por los que el cinco galo decidió emprender una nueva aventura; tener un protagonismo sobre la cancha que fuese acorde con el merecido cartel de ser uno de los mejores pívots de Europa, a pesar de la 'competencia' por tiempo de juego que tenía en el Real Madrid con el caboverdiano Walter Tavares.
Si bien entre ellos la relación personal siempre fue muy buena y no cesaron los elogios mutuos, la dificultad de ver a los dos juntos en la pista acabó frustrando a un Poirier que "quería más" y se sentía "un poco demasiado" por detrás de su compañero, según confesó en palabras a 'Basketball Sphere'.
Esas sensaciones parecían más que justificadas en base a su aportación de corto y a su forma de actuar fuera del parqué, ambas muy valoradas. En el primer apartado, el internacional francés siempre cumplió con creces, no solo con sus guarismos sino también generando una espectacular conexión con el ya retirado Sergio Rodríguez que generó jugadas brillantes que ponían en pie a los seguidores. En lo que respecta a la segunda faceta, siempre asumió su rol y se limitó a hablar poco y trabajar mucho para dejar su impronta sin hacer de menos a los demás.
Por todo ello se vuelve a Estambul con el cariño de Madrid en la maleta y el sentimiento del trabajo bien hecho allí; donde ganó una Euroliga, dos ligas, una Copa del Rey y tres Supercopas de España; creciendo como jugador mientras se enfrentaba a la adversidad. EFE