Redacción Internacional, 14 nov (EFE).- Amnistía Internacional lamentó este jueves el suicidio del activista iraní Kianoush Sanjanri y aseguró que su "pasión por los derechos humanos seguirá brillando", pesar de su muerte.
La ONG por los derechos humanos se lamenta en su cuenta de X de que "años de interrogatorios, detenciones injustas, torturas y exilio lo persiguieron mientras sus opresores siguen impunes".
"Su muerte es un dolor colectivo y aviva nuestras exigencias de justicia", concluye Amnistía Internacional.
Sanjari se suicidó para protestar por lo que denominó la “dictadura de (líder supremo) Jameneí”, en un acto que anunció en redes sociales en unos mensajes en los que llamó a los iraníes a “superar la esclavitud”.
La actriz británico-iraní Nazanin Boniadi, conocida entre otras por su participación en la serie 'Homeland' y por su oposición a las autoridades iraníes, reaccionó a su muerte asegurando que había visto "personas de todo el espectro opositor iraní expresar su dolor por la pérdida del conocido activista Kianoush Sanjari".
"Una unidad que debería existir en vida, no solo en la muerte. Tenemos un enemigo común: el régimen de la República Islámica. Comportémonos en consecuencia", zanjó la también activista por los derechos humanos en X que en un breve mensaje anterior lamentó el suicidio de Sanjari y escribió "maldito sea este régimen".
El experiodista y activista afirmó ayer por la tarde en X que se suicidaría si cuatro personas encarceladas por motivos políticos no eran puestas en libertad y la noticia de su liberación se publicaba en los medios.
“Mi vida terminará después de este tweet, pero no olvidemos que vivimos y morimos por amor a la vida, no a la muerte”, dijo en X Sanjari horas más tarde después de que no se produjese la liberación de los activistas.
“Nadie debería ser encarcelado por expresar sus opiniones. La protesta es el derecho de todo ciudadano iraní”, dijo en su último mensaje en redes.
Los activistas para los que pidió la liberación son Fateme Sepehari, Nasrin Shakrami, Arsham Rezaei y Tomaj Salehi, todos ellos condenados por su participación en las protestas desatadas por la muerte de Mahsa Amini tras ser detenida por no llevar bien puesto el velo islámico en 2022.
Sanjari abandonó Irán en 2007 tras años de arrestos y se exilió en Estados Unidos, donde trabajó para medios opositores a la República Islámica.
Pero regresó a su país en 2016 después de que su madre enfermara y fue detenido y condenado a 11 años de cárcel.
Tres años más tarde fue ingresado en un hospital psiquiátrico, donde denunció que sufrió torturas como electrochoques y que le ataban a la cama. EFE