El primer ámbar antártico ilustra el bosque polar del Cretácico

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Hace 90 millones de años, el clima de la Antártida fue propicio para la producción de resina en los árboles, según acredita la primera muestra descubierta de ámbar en el continente helado.

Un equipo de investigadores dirigido por el Instituto Alfred Wegener (AWI) y la TU Bergakademie Freiberg acaba de publicar un artículo en la revista Antarctic Science en el que describen el descubrimiento de ámbar más austral del mundo.

Los expertos describen el ámbar que descubrieron en un núcleo de sedimento que habían recuperado en una expedición con el rompehielos de investigación Polarstern en 2017, utilizando la plataforma de perforación del fondo marino MARUM-MeBo70 a una profundidad de agua de 946 metros. Han bautizado el descubrimiento como "ámbar de Pine Island" por su ubicación en la bahía de Pine Island de la ensenada del mar de Amundsen, a 73,57° Sur, 107,09° Oeste, para ser precisos.

"Los fragmentos de ámbar analizados permiten conocer directamente las condiciones ambientales que prevalecían en la Antártida occidental hace 90 millones de años", afirma en un comunicado el primer autor Klages. "Este fascinante hallazgo también indica con más detalle cómo podría haber funcionado el bosque que reconstruimos en nuestro estudio de Nature de 2020", añade el geólogo marino de AWI.

"Fue muy emocionante darse cuenta de que en algún momento de su historia, los siete continentes tuvieron condiciones climáticas que permitieron la supervivencia de los árboles productores de resina. Nuestro objetivo ahora es aprender más sobre el ecosistema forestal: si se quema, si podemos encontrar rastros de vida incluidos en el ámbar. Este descubrimiento permite un viaje al pasado de otra manera más directa".

Quienes esperan grandes grupos de ámbar se sentirán decepcionados: para los análisis con microscopio de luz reflejada y de fluorescencia, el material de origen tuvo que secarse al aire y cortarse cuidadosamente en fragmentos de aproximadamente 1 mm de diámetro, de los cuales se extrajeron los trozos de ámbar. Pero, aun así, se encontraron estructuras interesantes.

"El ámbar antártico probablemente contiene restos de corteza de árbol original en forma de microinclusiones. Teniendo en cuenta sus partículas sólidas, transparentes y translúcidas, el ámbar es de alta calidad, lo que indica que fue enterrado cerca de la superficie, ya que el ámbar se disiparía bajo un estrés térmico creciente y una mayor profundidad de enterramiento", explica en un comunicado Henny Gerschel, hasta hace poco miembro del personal de la TU Bergakademie Freiberg y ahora consultor de la Oficina Estatal de Medio Ambiente, Agricultura y Geología de Sajonia.

El equipo también encontró indicios de un flujo patológico de resina, una estrategia que utilizan los árboles para sellar la corteza dañada inducida por parásitos o incendios forestales, creando así una barrera química y física que los protege de los ataques de insectos e infecciones.

"Nuestro descubrimiento es otra pieza del rompecabezas y nos ayudará a comprender mejor el entorno de selva tropical templada, pantanosa y rica en coníferas identificado cerca del Polo Sur durante el Cretácico medio", dice Gerschel.

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