La ausencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, unida a la de otros muchos mandatarios de la Cumbre Iberoamericana de la próxima semana ha vuelto a reabrir el debate sobre la utilidad de esta cita más de 30 años después de su creación. Sin embargo, los expertos sostienen que aún sigue teniendo sentido porque es el único foro regional en el que están presentes todos los países, independientemente de sus disputas bilaterales y el signo político de quienes les gobiernen.
La ciudad ecuatoriana de Cuenca acogerá la XXIX Cumbre Iberoamericana el 14 y 15 de noviembre bajo el lema 'Innovación, inclusión y sostenibilidad' y todo parece indicar que el número de presidentes que acudirá a la cita estará muy por debajo que en la edición anterior, cuando acudieron trece de los 22 mandatarios de la Comunidad Iberoamericana.
Por tercera vez desde 1991, cuando la ciudad mexicana de Guadalajara acogió la primera cumbre, no estará presente el presidente del Gobierno español. En 2010 José Luis Rodríguez Zapatero tampoco fue a Mar del Plata (Argentina) y Mariano Rajoy hizo lo propio en 2016 con la cita de Cartagena de Indias (Colombia).
En opinión de Anna Ayuso, investigadora senior del CIDOB experta en la región, es un "error" centrarse en las ausencias de mandatarios y medir con ello el éxito de las cumbres porque "no es lo importante". Aunque reconoce una "cierta decadencia" en el proceso que llevó precisamente a dar el paso a celebrarlas con carácter bienal desde 2014, "siguen manteniéndose si bien es cierto que con menos brillo" que en sus orígenes.
Las cumbres se han convertido "casi en un problema" y el objetivo ha quedado en buena medida reducido a "salvar" la cita y no a poner en valor todos los programas e iniciativas que en estas tres últimas décadas se han puesto en marcha en el seno de la Comunidad Iberoamericana, como el Convenio Iberoamericano de Seguridad Social, y de los que se benefician los ciudadanos, subraya en declaraciones a Europa Press.
SIGUEN SIENDO UN ESPACIO DE DIÁLOGO ÚNICO
Con todo, a su juicio, la celebración de la cumbre sigue teniendo sentido a día de hoy, simplemente porque brinda un espacio de diálogo que no existe en la región y que permite que puedan reunirse los 22 países que la componen --España, Portugal y Andorra y 19 países iberoamericanos-- al margen de cualquier otra cuestión.
Esto es posible, según Ayuso, porque la Cumbre Iberoamericana no es vista como el foro en el que dirimir los problemas y las disputas que hay a nivel bilateral entre los países y no es un "espacio político". Precisamente por esto, añade, "nunca se han interrumpido" y en ellas participan siempre los 22 países, aunque no lo hagan al máximo nivel.
Para Carlos Malamud, investigador principal del Real Instituto Elcano, aunque las cumbres "se han devaluado mucho" siguen teniendo "sentido", lo que hace falta es "encontrar el formato y el contexto y los temas adecuados para que tengan importancia", sostiene.
En su opinión, la "fragmentación" que se ha producido en Iberoamérica, donde sus presidentes emplean "un lenguaje que ha cruzado líneas rojas", "dificulta los consensos en temas que antes eran sencillos" de abordar. Pero a pesar de ello, es de las pocas instancias "donde no hay exclusiones y eso es algo que hay que resaltar y que hay que preservar" aunque "con el formato actual no cumplen" con su objetivo.
MÁS AUSENCIAS QUE CONFIRMACIONES EN CUENCA
Ecuador será precisamente un buen 'termómetro' del interés que despierta este formato y por lo pronto parece que son más los presidentes que no viajarán a Cuenca que los que lo harán. Los encontronazos de los últimos meses de su presidente, Daniel Noboa, con varios de sus homólogos de la región no parece que vayan a ayudar.
En un artículo en 'New Yorker' antes del verano no escatimó apelativos para varios de sus homólogos, tildando de "arrogante" al presidente de El Salvador, Najib Bukele, de "engreído" al mandatario argentino, Javier Milei, y de "esnob de izquierdas" al presidente de Colombia, Gustavo Petro.
Ninguno de los tres estará en la cumbre. Milei, que había confirmado asistencia, será baja de último momento porque ha preferido viajar a Estados Unidos para reunirse con Donald Trump. Bukele, que tampoco asistió a la cita anterior y no se prodiga en citas internacionales, enviará a su vicepresidente, y Petro, que se reunió a finales de octubre con Noboa, ha excusado su presencia porque estará en la COP29 en Azerbaiyán.
Además, la cita coincide con la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) que acoge Perú, por lo que tanto su presidenta, Dina Boluarte, como el presidente chileno, Gabriel Boric, cuyo país forma parte de esta entidad, no se desplazarán a Cuenca. Tampoco lo hará el presidente brasileño, Luiz Inazio Lula da Silva, que será el anfitrión el lunes y martes siguiente de la cumbre del G20 en Río de Janeiro.
Por otra parte, Ecuador no tiene relaciones diplomáticas con México como resultado del asalto llevado a cabo por la Policía de la Embajada mexicana en Quito el pasado mes de mayo para detener al ex vicepresidente ecuatoriano Jorge Glas, al que se había dado asilo.
Pese a ello, el Gobierno que encabeza ahora Claudia Sheinbaum ha confirmado que enviará un representante a la cita. En el caso de México, cabe recordar que durante el sexenio anterior el presidente Andrés Manuel López Obrador no acudió a ninguna de las cumbres que se celebraron y apenas realizó desplazamientos fuera del país.
INTERÉS POR ESTAR, AUNQUE NO SEA AL MÁXIMO NIVEL
El hecho de que México vaya a estar representado, coinciden tanto Ayuso como Malamud, pone de manifiesto que, aunque las cumbres iberoamericanas ya no consigan reunir a todos los líderes, todos los países quieren estar presentes y tener voz, aunque sea a menor nivel, porque además participar no perjudica y les beneficia lo que se acuerda.
"La voluntad de seguir avanzando está sobre la mesa pero habrá que ver si los políticos y los diplomáticos son capaces de encontrar el hilo conductor", resume Malamud, para quien si de esta cumbre sale una declaración final "será indicativo de que algo de futuro existe" y que es posible consensuar un texto pese a las diferencias.
Ambos expertos coinciden en que el hecho de que España asuma ahora la secretaría pro témpore y vaya a organizar la XXX Cumbre Iberoamericana en 2026 contribuirá a dar un nuevo impulso al sistema.
Aunque España "no está en su mejor momento de relaciones con muchos países" de la región, reconoce Ayuso en referencia a las recientes crisis diplomáticas con México, Argentina o Venezuela, es el momento de desplegar la diplomacia y obrar "no tan de cara a la galería", sino "tendiendo puentes".
Con todo, Malamud defiende que las cumbres iberoamericanas "no pueden ser solo una empresa española, tiene que haber un protagonismo iberoamericano y que haya países que hagan propio el proyecto". Sin embargo, "no hay un claro liderazgo regional" ya que México y Brasil, dos países clave en el arranque, "están a otras cosas y tienen otras prioridades".
En cualquier caso, el investigador de Elcano cree que la cumbre que acogerá España será "una buena oportunidad para poder introducir reformas que permitan actualizar el sistema".
Ayuso también es de la opinión de que falta un mayor interés por parte de algún gran país del otro lado del Atlántico y que no puede ser España sola quien siga tirando del proyecto, precisamente porque a nivel iberoamericano hay un creciente cuestionamiento respecto al protagonismo español, aunque recalca que sin el respaldo español seguramente la iniciativa habría muerto hace tiempo.