Patricia Martínez Sastre y Paula Bernabéu
Al Tuwani (Cisjordania ocupada), 9 nov (EFE).- El activista Amiel Vardi, de forma resignada, se muestra satisfecho con que los palestinos hayan logrado recolectar sus olivos. Sabe que podría haber sido peor: son demasiadas las ocasiones en que los colonos y soldados israelíes les impiden de forma violenta cosechar sus tierras.
"Todo ha pasado cuando casi habíamos acabado. Ya habíamos llevado las aceitunas al tractor, lo que es un pequeño éxito", reflexiona Vardi sobre lo sucedido unas horas antes en un pequeño olivar en Al Tuwani, sur de Cisjordania ocupada y una de las 19 aldeas que rodean la comunidad palestina de Masafer Yatta, castigada desde hace más de dos décadas por la violencia de los colonos.
Justo cuando la familia de recolectores palestinos -desde el abuelo hasta hermanos y nietos- estaban almorzando junto al grupo de activistas israelíes a la sombra de los olivos; un colono vestido de militar ha corrido hacia ellos y ha disparado al aire desde el puesto de avanzada (inicio de asentamiento ilegal) de Havat Maon.
Los palestinos han huido en estampida con los sacos de aceitunas en un tractor, mientras que los activistas israelíes se han replegado a modo de escudo humano y comenzado a documentar con móviles y cámaras el acoso al que eran sometidos.
Desde el 1 de octubre, coincidiendo con la campaña de recogida de aceitunas en Cisjordania, unos 60 palestinos han sido heridos por colonos israelíes y más de 1.000 árboles, en su mayoría olivos, han sido quemados, vandalizados o arrancados, según datos de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
Casi el 60 % de estos incidentes violentos han sucedido en el norte de Cisjordania, con Nablus como foco principal. En Yenín, una mujer palestina, Hanan Abd Rahman Abu Salameh de 59 años, murió tras ser disparada hasta en diez ocasiones por un soldado israelí mientras recogía aceitunas en la localidad de Faqua.
"Uno de los sentimientos más horribles es que no hay forma de que (los palestinos) tengan protección. Si los colonos les asaltan no pueden hacer nada. Si llaman a las autoridades no van a hacer nada [...] y si tratan de protegerse, con total seguridad serán detenidos", detalla Vardi.
El colono armado, acompañado de otros, llamó por teléfono a soldados reservistas de la zona, quienes a su vez irrumpieron en la carretera sin asfaltar de Al Tuwani, donde retuvieron durante más de una hora a la decena de activistas, dos periodistas de EFE y una pareja de palestinos. Allí llegaron también agentes de la Policía de Frontera y, más tarde, de la Policía israelí.
Colonos y agentes se encendían cigarrillos mutuamente. Los activistas grababan con sus móviles a los colonos y estos a ellos. En un momento de despiste, el anciano palestino trató de huir corriendo del colono, pero este le alcanzó y acabó zarándeándolo de la camisa. Poco después un bajón de azúcar a pleno sol y uno de los militares tuvo que pedir una ambulancia para él. Nadie arrestó al colono que había disparado.
El caso de este colono, un "viejo conocido" de los activistas, no es una excepción. La ONG pro derechos humanos israelí Yesh Din calcula que entre 2005 y 2023 el 93,7 % de los casos de violencia colona se saldaron sin presentar cargos contra los agresores.
Antes del ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023, la cosecha de aceitunas en el "Área C" de Cisjordania, que representa más del 60 % del territorio bajo control civil y militar israelí, dependía de la coordinación de las autoridades palestinas locales con el Ejército israelí, que solo permitía a los agricultores cosechar sus tierras en fechas específicas.
Tras el ataque, la mayoría de permisos fueron revocados, según expertos de la ONU, y si bien este año la cosecha sale adelante, los casos de violencia colona no han dejado de crecer en lo que ya describen como la "temporada de recogida de aceitunas más peligrosa de la historia".
"Los colonos vertieron aguas residuales y desbordaron mis tierras. Dañaron veinte olivos recién plantados y parcialmente algunos de los más viejos", lamenta en mensajes a EFE Aref Jaber, cuyo olivar se encuentra en Wadi al Husein, al este de Hebrón y muy cerca del asentamiento israelí de Kiryat Arba.
La coordinación con el Ejército fue el otro gran impedimento para Jaber y su familia: "La administración militar israelí sólo permitió tres días para la cosecha, que es demasiado poco, necesitamos al menos dos semanas".
Unas 100.000 familias reciben sustento de la aceituna, según la Unión Palestina de Agricultores, la cual estima que el sector basado en ella supone un 15 % del PIB de Cisjordania.
Este año cobra una importancia mayor, ahora que unos 150.000 palestinos, muchos empleados de la agricultura o la construcción, no pueden entrar a trabajar a Israel "por motivos de seguridad" desde el ataque de Hamás de octubre de 2023.
Durante el arresto en Al Tuwani, Vardi aprovecha cada interacción con los soldados para recordarles que, según las reglas de conducta del Ejército, deben permitir a los palestinos entrar y labrar sus tierras.
Su comandante, sin embargo, reconoce al activista que desconocía esas normas. Al preguntar a uno de los soldados por qué está allí, con el grupo de activistas aún bajo detención mientras el colono que disparó ya se había marchado, este se limita a responder: "No lo sé". EFE
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