La ONU avisa que el estado birmano de Rajine está al borde de un "precipicio" humanitario sin precedentes

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El estado birmano de Rajine, en la frontera con Bangladesh y desde hace décadas escenario de conflicto por los combates entre guerrillas separatistas y las fuerzas militares que han perseguido a la población indígena, los rohingya, está a punto de entrar en situación de catástrofe, ha alertado el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

La agencia de la ONU avisa que el estado se encuentra "ante el precipicio de un desastre sin precedentes" y que su economía "ha dejado de funcionar" por una combinación de numerosos factores: restricciones a la entrada de bienes, ausencia de ingresos, hiperinflación, cortes en la producción y la falta de servicios esenciales y de una red de protección social.

"Una población de por sí muy vulnerable podría acabar al borde del colapso en cuestión de meses", avisan los expertos de la ONU en un informe presentado a última hora de este pasado jueves y que acumula datos de este año y del anterior, proporcionados por organizaciones de la sociedad civil, asociaciones del sector privado y las propias agencias de la ONU.

El estado de Rajine ha sido sistemáticamente marginado desde que Birmania declaró su independencia en 1948. Durante los últimos 75 años, según los indicadores económicos, no ha dejado de ser el estado más pobre -- o el segundo más pobre, en algunas ocasiones -- de un país que lleva inmerso desde febrero de 2021 en una guerra civil entre la actual junta militar golpista que gobierna el país y grupos de resistencia, entre ellos los propios separatistas de Rajine, comenzando por el Ejército de Arakan.

Los rohingyas han sido objeto durante décadas de una persecución por las fuerzas militares del país que culminó finalmente en un éxodo de casi un millón de integrantes de esta minoría al vecino Bangladesh que la justicia internacional está investigando como un delito de genocidio.

HAMBRUNA AGUDA INMINENTE

Las perspectivas económicas apuntan que el estado de Rajine podría entrar "de manera inminente en un estado de hambruna aguda", probablemente para marzo o abril del año que viene, cuando la producción alimentaria local apenas cubrirá las necesidades de un 20 por ciento de la población.

La producción de arroz, alimento por excelencia en la región, se ha desplomado. No hay semillas, no hay fertilizantes y no hay población suficiente para cultivarlo. El estado ha dejado de comerciar, no hay ningún tipo de estructura de gobierno y la cohesión social -- a pesar de que las relaciones intercomunitarias parecen haberse estabilizado relativamente estos dos últimos años -- está demasiado debilitada.

El PNUD avista un escenario apocalíptico: más de dos millones de personas correrán un grave riesgo de morirse de hambre el año que viene en un estado donde "la inminente catástrofe económica" que se avecina "ahondará la marginación y la privación de derechos y, en último término, tensará las relaciones entre comunidades hasta un punto nunca visto hasta ahora.

Las repercusiones internacionales serían inmediatas. "Sin vías seguras de escape, prevemos un aumento de la trata de personas, en particular entre la vulnerable población rohingya", avisan los expertos del PNUD, que dan carpetazo a la idea de repatriar a la población rohingya que sobrevive en Bangladesh, una iniciativa que la junta militar birmana y el Gobierno bangladeshí llevan meses contemplando entre el marcado escepticismo, cuando no rechazo, de expertos humanitarios internacionales.

Si no se toman medidas urgentes, el 95% de la población acabará regresando a un "modo de supervivencia", en medio de una reducción drástica de la producción interna, precios en alza, desempleo generalizado y una mayor inseguridad. Con las rutas comerciales cerradas y enormes restricciones a la ayuda, Rajine, remacha el PNUD, corre el riesgo de convertirse en una zona "totalmente aislada de profundo sufrimiento humano".

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